Soldados de las tropas francesas de EUFOR RCA a su llegada al aeropuerto de Bangui, el 30 de abril de 2014.

Por un ejército común de la UE

A medida que el debate sobre la defensa europea retoma vigor impulsado especialmente por Francia y Alemania, la creación de un ejército conjunto bajo la autoridad de un Consejo Superior de Seguridad parece más relevante que nunca, mantiene el periodista y exeurodiputado francés Olivier Dupuis.

Publicado en 11 agosto 2017 a las 17:20
European External Action Service  | Soldados de las tropas francesas de EUFOR RCA a su llegada al aeropuerto de Bangui, el 30 de abril de 2014.

Se habla y se habla mucho del ejército europeo. ¿Pero que es exactamente de lo que se habla? Evidentemente, bajo una misma palabra se esconden proyectos muy diversos. ¿Se habla de un ejército europeo único o uno común? ¿De un ejército intergubernamental o de un ejército colocado bajo la autoridad de las instituciones europeas? ¿De un ejército compuesto por contingentes nacionales o de un ejército compuesto por soldados europeos? Como veremos, en base a la respuesta a estas tres preguntas los escenarios que emergen son muy diferentes, tanto en una configuración de 27 (improbable) como en una configuración que uniera a un grupo mas restringido de Estados-miembros de la Unión europea por medio de una Cooperación Estructurada Permanente como la prevista en los artículos 42 y 46 del Tratado de Lisboa.

Un ejército europeo único e intergubernamental

Se trataría de una alianza más o menos orgánica entre el o los ejércitos de los países miembros de la Unión. Un remake de alguna manera de la Comunidad Europea de Defensa (CED) donde la autoridad quedaba en manos de los propios Estados. En la reedición de este escenario serían los ejércitos nacionales en su totalidad los que pasarían a depender de la autoridad intergubernamental europea aunque permaneciendo en primera instancia (poder de decisión, organización, presupuesto) y en última instancia (derecho de veto a nivel intergubernamental europeo) sometidos a la autoridad de sus respectivos Estados. La dinámica de integración seria extremadamente débil, cuasi inexistente. Por otra parte no es difícil imaginar que numerosos Estados, en particular los mas “pequeños” no querrían cambiar el pájaro en mano por los cientos volando, la Otan, con todo lo que esta organización conlleva en términos de garantía de seguridad (articulo 5, disuasión de fuerte a fuerte garantizada por la presencia de Estados Unidos, potencia del ejército convencional americano…) por un ejército único europeo básicamente similar a las alianzas militares de tiempos pasados.

Un ejército europeo único y comunitario

En este escenario los ejércitos nacionales estarían integrados en un gran ejército europeo colocado bajo la autoridad de las instituciones comunitarias europeas 1: Comisión, Consejo, Parlamento europeo y, para cualquier autorización de comprometerse, el Consejo Europeo de Jefes de Estado y de Gobierno reunido como Alto Consejo Europeo de Seguridad 2. El “producto final” sería sin duda un ejército definitivamente mas europeo.
Este escenario conlleva sin embargo varios aspectos particularmente problemáticos. Supone la articulación de ejércitos nacionales con tradiciones, modos de organización y reclutamiento bien diferentes, sin beneficiarse del poder o de la ayuda integradora, como en la Otan, de los Estados Unidos. Implica asimismo el gestionar una fuerte tensión entre, por una parte una arquitectura europea de decisión común y por otra parte unos instrumentos – los ejércitos – que continuarían dependiendo, en última instancia, de su respectivo Estado-miembro. Por otra parte estaría obligado a afrontar inmediatamente la delicada cuestión de la articulación política y militar entre la fuerza de disuasión francesa y el ejército común, así como la cuestión de la seguridad y la defensa de los territorios de ultramar que no forman parte de la Unión europea.
Algunas decisiones recientes de la Unión como la que prevé la creación de un “Estado mayor” europeo 3, de un fondo para la investigación en materia militar, … indican una tendencia hacia este escenario en la medida en que se inscriben en el marco comunitario. Pero el ritmo de la puesta en marcha de este tipo de iniciativas envía la formación del ejército europeo a las calendas griegas.

Un ejército europeo común e intergubernamental

A diferencia de los dos escenarios precedentes este ejército “europeo” estaría compuesto por segmentos de ejércitos nacionales y no por ejércitos en su conjunto. La propuesta de creación de “Battle groups” europeos, relanzada recientemente, se inscribe en este escenario. Sus dos principales limitaciones son los de estar expuesto al cambio de mayorías gubernamentales en uno u otro de los países-miembros y los de exponerse al riesgo de chantaje en caso de intervención. Como lo prueban numerosas experiencias de intervención armada de la historia reciente (Bosnia, Ruanda, Irak, Afganistán,…) es extremadamente sencillo (toma de rehenes, operación suicida, etc.…) el hacer presión sobre un país que participe en una iniciativa internacional, aquí europea, para que retire su contingente.
Además este tipo de ejército exacerbaría – en vez de mitigarlas – las rivalidades nacionales que conciernen al tipo de mando, y, sobre todo, las que conciernen a la elección del tipo de armamento, hoy en día ampliamente en manos de industrias nacionales.
Es en esta categoría igualmente en la que se inscriben las diferentes experiencias de integración en materia de de seguridad y defensa que han aparecido en estos últimos veinte o treinta años: Eurocorps, Brigada franco-alemana, … El despliegue operacional de estos cuerpos ha sido prácticamente inexistente por la razón, justamente, de la persistencia de las pertenencia a sus países de los diversos componentes de estos cuerpos. Por fin, aunque con una connotación mas imperial que europea, es también en esta categoría donde habría que situar la política alemana de integración en el seno de la Bundeswehr de brigadas holandesas, rumanas y checas, y en un futuro de brigadas finesas y suecas.

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Un ejército europeo y comunitario

Al contrario que el Ejército europeo único y comunitario, el Ejército europeo que desearíamos se yuxtapondría a los ejércitos nacionales. Colocado bajo la autoridad exclusiva de las instituciones europeas: Comisión, Consejo, PE y Alto Consejo Europeo de Seguridad compuesto de Jefes de Estado y de gobierno de los Estados miembros participantes, estaría compuesto de oficiales y soldados europeos. Se trataría de un ejército creado ex novo.
Por extraño que parezca esta es la hipótesis menos discutida, y cuando lo es, es la que es eliminada con mayor desenvoltura, razón por la que la desarrollaremos más ampliamente aquí. ¿Cuáles son las evidencias invocadas para denigrar esta opción? Para sus críticos la ausencia de legitimidad de las instituciones políticas europeas llamadas a tomar decisiones de vida y muerte sería, de por si sola, inaceptable. Lo que no deja de asombrar en una configuración institucional donde cualquier decisión de compromiso propuesta por el Presidente de la Comisión debería ser ratificada por la mayoría de un Alto Consejo Europeo de Seguridad compuesto por los Jefes de Estado y de gobierno, que, además, adoptaría sus decisiones por mayoría cualificada 4. También se menciona la enorme dificultad de crear un ejército a partir de la nada. Argumento que desecha tanto las habilidades y competencias profesionales de los militares de los diferentes ejércitos nacionales como dos experiencias recientes: la creación del ejército croata en 1991 y, mas recientemente, la creación prácticamente ex-nihilo del ejército ucraniano 5.
Por fin, la imposibilidad intrínseca de poder contar con un patriotismo europeo, dicho de otra forma, la voluntad de compromiso por parte de soldados y oficiales, que combatirían en tanto que Europeos y no en cuanto que ciudadanos de éste o aquel país-miembro. Este argumento no deja de sorprender cuando sabemos que algunas de las unidades mas prestigiosas (y de las mas utilizadas en los teatros de operaciones exteriores) de algunos Estados miembros están compuestas en su mayoría por ciudadanos de países terceros 6. Sorprendente asimismo si se recuerda a todos esos soldados venidos de fuera que constituyeron el núcleo esencial de las tropas que liberaron Europa occidental en 1944 y los todavía mas olvidados por la historia, esas decenas de millares de Norte-africanos y Africanos que murieron en Europa durante la Primera y la Segunda Guerras mundiales. Asombroso también cuando sabemos que la historia de la construcción europea ha demostrado que la “neutralidad” nacional de los funcionarios de la Comisión europea ha sido esencialmente un éxito, así como, por ejemplo, la de los Jueces del Tribunal de Justicia de Luxemburgo.
Por fin, y como argumento definitivo, la ausencia de medios financieros en una Europa en crisis. Pero, a menos que partamos del postulado según el cual solo se toman en consideración los factores que amenazan nuestra cohesión “interna” económica y social y consideremos además que éstos no tiene relación con factores externos, es imperativo interrogarse sobre la capacidad real de cada uno de los Estados-miembros y de la Unión en su conjunto para responder hoy en día a las amenazas exteriores. Aunque todas ellas no sean de tipo militar, lejos de ello, sigue quedando que la irrupción en nuestras fronteras de una Rusia revanchista que está poniendo en tela de juicio con la fuerza de sus bayonetas las fronteras de Estados europeos (Georgia, Moldavia, Ucrania) así como la debilidad, incluso la deliquescenciade Estados en la vecindad próxima de Europa (Irak, Siria, Libia, Malí…) y el aumento de los fenómenos terroristas que les preceden, les acompañan o se derivan de ello, sumados a la acentuación de la deriva aislacionista de los Estados Unidos, exponen con una agudeza radicalmente nueva el problema de la seguridad y la defensa de la Unión.
En respuesta a esta nueva situación los países-miembros de la Otan ya se han propuesto como objetivo en la Cumbre de Cardiff en 2014 el dedicar de aquí a 2024 el 2% de su PIB a la defensa.

La defensa de Europa y el rearme alemán

Como los demás países miembros de la Otan, Berlín se comprometió a dedicar el 2% de su PIB a la defensa. Sin tener efectos jurídicos, este compromiso tomado ante y en compañía de los demás miembros de la Otan tiene un fuerte significado político. En concreto esto significa que los gastos militares alemanes podrían elevarse en 2024 a unos 62 mil millones de euros 7. Francia que les dedica en este momento, según el SIPRI, el 2,2% 8 de su PIB debería en el mismo momento, sin cambios en la situación, elevar sus gastos militares a unos 50 mil millones de euros, de los cuales 3,5 mil millones estarían dedicados a la fuerza de disuasión nuclear y 2,5 mil millones a la modernización de esta última 9, lo que deja unos 44 mil millones de euros para sus fuerzas convencionales. En la misma situación los gastos militares de Italia y de España deberían elevarse en 2024 a 34 mil y 22 mil millones de euros respectivamente.
Estas cifras, que dicen mucho más que largos discursos, no son lo único que concurre para anunciar el porvenir. La política de integración en el seno de la Bundeswehr de partes sustanciales de los ejércitos nacionales de otros Estados-miembros, política imperial por defecto y mercantil por elección, tiene efectivamente fuertes implicaciones en términos de elección de armamento para esos ejércitos “integrados” y es una fuente de consecuencias importantes sobre la industria alemana de la defensa, que algunos consideran ya como la dominante en Europa 10.

“El único ejército europeo es el ejército francés”

Si Francia es, sin ninguna objeción, de entre los 27, el país que tiene el ejército más perfomativo, dotado del más alto nivel de autonomía, ello no lo convierte sin embargo en un ejército al nivel requerido para enfrentar de forma autónoma las amenazas a las que Europa está confrontada. La chapucera intervención franco-británica en Libia, donde el apoyo de la Otan fue decisivo, así como el triste fiasco de la intervención abortada en Siria, consecuencia del cambio de posición del presidente americano y la “retirada” de Francia lo demuestran sobradamente. O, mas prosaicamente, una fuerza aeronaval a tiempo parcial, un déficit en términos de información vía satélite … sirven para recordar que no basta con ser mejor que todos los demás para estar a la altura,
Pero, a menos que se postule que algunos Estados-miembros decidan y los otros paguen, eso no convierte tampoco, lejos de ello, el ejército francés en un ejército europeo. Igual que el euro no podía ser el deutschmark -y no lo es, como lo demuestra muy bien el funcionamiento del Consejo de Gobernadores del BCE donde Alemania está mas a menudo que lo que le toca en la oposición- un ejército europeo no puede ser un ejército nacional o la emanación de uno de ellos.
Last but not least Francia se encuentra confrontada a elecciones estratégicas en un horizonte temporal próximo que presagian arbitrios presupuestarios cornelianos: modernización de la situación nuclear, construcción de un segundo portaaviones, inversiones en la cyber-guerra, concepción y construcción del sucesor del Rafale, … por no citar mas que algunos de los sectores donde serían necesarias importantes inversiones.

Un ejército impagable

A la espera de las aportaciones del indispensable libro blanco de la defensa europea que preconiza el general Perruche 12 y por consiguiente de la puesta en marcha de las múltiples competencias en materia de seguridad y defensa de las que recelan los 27, se puede, sobre la base de las principales amenazas evocadas mas arriba, imaginar lo que podría constituir el primer núcleo de este ejército común: tres divisiones de intervención rápida con base en los países bálticos, en Eslovaquia y en Rumania (45.000 soldados), tres grupos aeronavales con base en los países bálticos, en Grecia y en Portugal; un servicio de información militar con elevadas capacidades vía satélite, un servicio dedicado a la cyber-guerra, dotado con un presupuesto equivalente al 0,3% del PIB, unos treinta mil millones de euros 13, cantidad por otra parte del orden de lo que se recaudaría con la Tasa sobre Transacciones Financieras.
Las ventajas innegables de un ejército europeo común y comunitario
La primera virtud, indiscutible, de este ejército sería el de contribuir, por su sola existencia, a la cohesión de una construcción europea, algo de lo que ésta está muy necesitada. Gracias al proceso institucional en el que se insertaría, sería la ocasión y el medio de crear un lugar de construcción de la confianza entre Estados-miembros en un ámbito donde las sospechas, desconfianzas y rivalidades seculares, así como los intereses nacionales consolidados son legión.
Sin poner en cuestión la pertenencia a la Otan, este ejército reforzaría ipso facto nuestra defensa respecto a nuestro gran vecino del Este, y, por lo mismo, tranquilizaría a los países de la Unión que comparten fronteras con él. “Nos ayudaría a sentar las bases de una política exterior y de seguridad común” 14 y, en consecuencia volveríamos a tener relevancia en los asuntos de los dossiers “calientes” donde en este momento tenemos -en la mejor de las hipótesis- un papel de apoyo secundario (Siria, Irak, países del Golfo,…).
Contribuiría a la aparición de un mercado europeo de armas globalmente autosuficiente, y por ello de una industria europea de defensa mas integrada, fuente de notables ahorros, como defendido por el Parlamento Europeo. Esto permitiría, como preconizaba el general de Gaulle, acompañar eventualmente una política exterior con venta de armas y no, como es frecuentemente el caso ahora, basar políticas exteriores sobre la posible venta de armas.
Haría posible la salvaguardia de la competencias y experiencias militares y tecnológicas, especialmente en las áreas particularmente dispendiosas (satelitaria, aeronaval, informática, aeronáutica, …). Aportaría una respuesta, parcial desde luego, a la espinosa cuestión del presupuesto europeo, aumentando éste en un 30%.
Constituiría un comienzo de respuesta al sentimiento de impotencia instilado en los ciudadanos europeos por decenios de incapacidad para responder políticamente, en tiempo y hora, a las crisis, guerras y genocidios perpetrados a pocas horas de avión de Europa: Yugoslavia, Ruanda, Chechenia, y hoy mismo, Ucrania, Siria e Irak.
Por fin, al contrario de muchas iniciativas solo comprensibles por los expertos, un ejército europeo común y comunitario representaría, como el euro, que a pesar de todos sus defectos de concepción sigue siendo plebiscitado por los ciudadanos europeos, una realización tangible, cuya utilidad podrían medir de forma concreta, y que los ciudadanos podrían atribuirse.

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