Una prenda, una etiqueta: “Made in Turkey" cosido por Mohammed - once años - o por Rana - quince años. Dos nombres que se pierden entre los de medio millón de niños sirios que han llegado a Turquía tras huir de la guerra.
Turquía es actualmente el país con el mayor número de refugiados del mundo. Durante los últimos seis años ha acogido a más de 2,7 millones de sirios que huían de la guerra. Según UNICEF, el 54% de los refugiados sirios está compuesto por menores de edad. Los de edad escolar son alrededor de 850.000, de los que 500.000 no tienen acceso a la educación.
Una investigación realizada por la asociación Günden Çocuk indica que en los últimos cinco años han nacido en Turquía más de 200.000 niños y niñas sirios. Una cifra que indica la urgencia del establecimiento de una tutela adecuada, teniendo en cuenta las condiciones de vida de sus familias. Porque la ausencia de un mecanismo válido de integración de adultos en el mercado laboral y en la sociedad está afectando a los niños, que además de trabajar también se ven obligados a mendigar o - en el caso de las niñas - a ser dadas en matrimonio a una edad temprana. A riesgo de dar por perdida toda una generación.
El régimen de protección temporal aplicado por el Gobierno turco a los refugiados sirios - que no pueden disfrutar de la condición de refugiado por una reserva geográfica de Turquía a la Convención de Ginebra - ,aunque afectado por diversos problemas en la fase de ejecución, les proporciona servicio gratuito de sanidad, así como acceso a la educación - inscribiéndose en escuelas públicas o en uno de los 400 centros temporales de educación. A partir de enero de 2016 Ankara también ha comenzado a distribuir permisos de trabajo, pero las lagunas burocráticas hacen que el proceso sea lento y, por el momento, ineficaz. A finales de 2016 habían obtenido permisos de trabajo sólo un poco más de 10.200 sirios.
Además, hay que distinguir entre las condiciones de los que viven en uno de los campamentos instalados por el Gobierno, y las de los refugiados que tienen que obtener sustento y alojamiento por sí mismos. Pero los 25 campos - algunos equipados con instalaciones tales como escuelas, clínicas, áreas de recreación y donde los refugiados reciben también una pequeña contribución mensual en efectivo (85 liras turcas, alrededor de 20 euros) - dan cabida únicamente a 272.000 refugiados. El 90% restante vive en su mayoría entre Kilis, Gaziantep, Urfa y Hatay - ciudad en la frontera con Siria - y en las afueras de las ciudades más grandes.
Menores trabajadores
Y estos lugares - junto con Estambul - son las ciudades en donde se localizan muchos niños sirios ocupados en actividades en empresas textiles, fábricas de calzado, bares y restaurantes e igualmente en el sector agrícola. Aunque no conocemos los datos precisos sobre los menores trabajadores, de acuerdo con UNICEF, se estima que un niño sirio de cada 10 trabaja para la familia, durante 6 o 7 días a la semana y durante más de 8 horas al día. Trabajos pesados - diversas investigaciones muestran que los niños se quejan de dolores físicos, así como del maltrato psicológico - a veces incluso peligrosos y nocivos para la salud, debido a los productos químicos utilizados en el procesamiento de productos peligrosos sin ningún tipo de protección.
En Turquía, con una economía informal muy extendida que supera el 32%, la búsqueda de trabajo es mucho más fácil para los niños que para los adultos. Como explica Aziz Çelik, del centro de investigación del sindicato turco Disk, "la mayoría de las empresas están utilizando a los niños menores de 18 años como mano de obra barata." Y la posibilidad de que los adultos sirios puedan tener un permiso de trabajo no parece ser capaz de cambiar este patrón por sí misma. Ya que ni los empleadores ni los mismos sirios tienen incentivo para llevar a cabo las prácticas formales de contratación, ya que para los primeros significaría tener que pagar a los empleados el salario mínimo legal de alrededor de 400 euros. Para los sirios no cualificados que trabajan en negro (de 300.000 a 500.000 personas) y que están dispuestos a se retribuidos menos de la media, supondría perder su actual ventaja sobre los turcos. Esto conduce a condiciones de trabajo extremadamente pobres y al empleo de niños como una solución alternativa para ambas partes.
En el sector textil
Entre las actividades en las que se ha registra el mayor número de niños sirios se encuentra la textil. Un sector con un valor de 40.000 millones de dólares y que representa la segunda industria más importante del país. Turquía es también el tercer mayor exportador de productos textiles en la UE. Noticias recientes sobre cómo la mano de obra de niños sirios es utilizada no sólo en las fábricas ilegales, sino también en aquellas en los que se fabrican la ropa de conocidas marcas internacionales, arrojan luz sobre la magnitud del fenómeno, llamando la atención sobre el hecho de que el trabajo mal pagado y agotador al que se enfrentan cientos de menores ya se ha convertido en parte de la cadena de producción utilizada por las marcas europeas, como se destaca en el estudio del Businesses and Human Rights Center (BHRC) de Londres.
El trabajo infantil siempre ha sido un problema grave en Turquía, donde, según las estimaciones oficiales se emplea a más de 890.000 niños. Pero la llegada de los niños sirios en situación de pobreza no ha hecho sino profundizar la herida que - como se afirma en un informe preparado por la asociación Support to Life en colaboración con UNICEF - ahora amenaza con gangrenarse, si no se aborda con urgencia.
Esta publicación ha sido producida dentro del proyecto Parlamento de los Derechos, cofinanciado por la Unión Europea. La responsabilidad sobre los contenidos de esta publicación reviene a Osservatorio Balcani e Caucaso Transeuropa (OBCT), y no refleja en modo alguno la posición de la Unión Europea.
Parlamento Europeo
Etiquetas que certifican el respeto a los trabajadores
El Intergrupo sobre los derechos de la infancia es la única instancia formal dentro del Parlamento que trabaja específicamente para asegurar que los niños estén protegidos en todas las políticas y en la legislación de la UE. La atención a la cuestión se ha expresado en repetidas ocasiones en el pleno, y también recientemente con una pregunta dirigida a la Comisión Parlamentaria.
En octubre pasado el Parlamento también ha aprobado un informe a iniciativa del europarlamentario Ignazio Corrao,del grupo EFFD. La resolución instan a la Unión Europea a introducir una etiqueta de certificación de productos manufacturados que no violen los derechos de los trabajadores a lo largo de toda la cadena de producción. "De esta manera, los ciudadanos podrán darse cuenta inmediatamente de lo que están comprando y si los derechos humanos están garantizados en todo el recorrido que introduce la mercancía en los estantes de las tiendas europeas," explica Corrao.