La reelección del "camaleónico" José Manuel Barroso al frente de la Comisión Europea, que ha declarado "mi partido, es Europa", definiendo a la perfección su filosofía adaptativa, debería abrir un período para "completar" Europa durante los próximos cinco años, que pueden representar la última oportunidad para que Europa se convierta de verdad en un actor global.
José Ignacio Torreblanca analiza en El País tres pilares hacia los que se debería orientar el trabajo de Barroso: la eliminación de las diferencias entre miembros de primera y segunda clase en la UE, la ampliación pendiente en la región balcánica (caso de países como Croacia), y la acción inspiradora de la UE como modelo en las regiones vecinas, desde Bielorrusia al Cáucaso.