Respaldada por más del 80% de los diputados que le dieron su aprobación, Angela Merkel llegó a la cumbre de Bruselas para encontrar una solución al problema griego.
Pero la canciller ya había anunciado ante sus diputados casi punto por punto la decisión tomada por los dirigentes europeos. Da la impresión de que ni siquiera tuvo en cuenta el intercambio de puntos de vista de los demás dirigentes, como si no hubiera ningún otro país en Europa.
Está claro que todo el mundo sabe que Alemania es el país más fuerte de Europa. Todo el mundo sabe que su opinión tiene más peso que las demás. Pero no puede tener siempre la última palabra. Porque en política, no hay que aplicar las mismas reglas que en el fútbol, donde, “al final, siempre ganan los alemanes”, como decía un ex jugador inglés.
De hecho, tal y como van las cosas, nos encontramos en la situación contraria. Porque en fútbol, los alemanes pierden a menudo, mientras que en Europa imponen siempre su criterio. Además, no se enfrentan a ninguna objeción. Incluso el presidente francés es objeto de las críticas de su propia prensa porque apoya las posiciones alemanas.
La canciller Merkel hace lo que quiere
Otros dirigentes, como el primer ministro luxemburgués Jean Claude Juncker, se preocupan por la hegemonía alemana. Pero no sirve de nada. La canciller Merkel hace lo que quiere. Con respecto a Grecia, ha impuesto la solución que incluye una reducción del 50% de la deuda y reformas estructurales profundas, lo que se traduce en última instancia en medidas de austeridad.
Y ahí es donde se encuentra la contrapartida del “regalo” de la reestructuración: la austeridad. Aunque Merkel explicara a sus diputados que siente “respeto” por los sacrificios aceptados por los griegos, no cambia nada la realidad de la austeridad. Esto se aplica a Grecia, pero también a los demás países que se encuentran en el punto de mira, como Italia, más allá de la reticencia de Berlusconi.
Grecia, al igual que el conjunto de la eurozona, se encuentra a merced de Alemania. Cuando se debaten las decisiones importantes y al final las impone un país que no cede ante nada, los demás tienen que dar marcha atrás a la fuerza.
Si los demás países siguen sin imponer su punto de vista, lo que ocurrirá en Europa no será nada bueno, en especial para los países pequeños, los eslabones débiles de la cadena.