Rodaje de "Empties" ( Vratné lahve ) de Jan Svěrák. República Checa

Cultura chic y barata

La República Checa tiene uno de los presupuestos culturales más bajos de Europa. A pesar de ello, una nueva generación de artistas, nacida después de la caída del régimen comunista, contribuye a la influencia del país en todo el mundo.

Publicado en 29 mayo 2009 a las 11:37
Rodaje de "Empties" ( Vratné lahve ) de Jan Svěrák. República Checa

En el momento en que la República Checa ha tomado el relevo de la presidencia del Consejo de la Unión Europea a principios de este año, el impresionante panorama cultural de país, pasado y presente, fue exhibido con justa razón como una gran baza. Sin embargo, la realidad vista por los artistas checos es menos edulcorada. No solamente se trata de que la cultura no ha sido prácticamente mencionada en los discursos oficiales de los ministros del antiguo gobierno de Mirek Topolanek, sino que numerosas e importantes personalidades del ámbito de la cultura han notado el hecho de que la República Checa es uno de los países que menos invierte para estimular la cultura. El presupuesto de cultura, inferior al 1% del PIB, es más bajo que la media europea. La República Checa no tiene una legislación relativa a la cultura y las eventuales donaciones de personas o instituciones privadas no se benefician de ventajas fiscales algunas, como sucede en otros países, por ejemplo en Francia.

En tiempos del comunismo, la República Checa era el país que mejor representaba el modelo cultural en el cual se podía sobrevivir con la censura. Uno de los más interesantes e influyentes escritores europeos de estos últimos decenios, Milán Kundera, es originario de la República Checa. Incluso entre aquellos que se quedaron en el país, se contaban escritores y ensayistas conocidos como Vaclav Havel, Ludvík Vaculík, ou Bohumil Hrabal. Para sorpresa de los occidentales, Milán Kundera no es tan popular en la República Checa y el dramaturgo Vaclav Havel, antiguo presidente del país, tampoco es muy leído en su país.

Para numerosos checos, los dos decenios de libertad después de 1989 han estado dominados por la rivalidad y la hostilidad que separan a los dos checos más conocidos en el exterior: Kundera y Havel. Kundera tiene reputación de arrogante y se le reprocha el haberse desinteresado de su país después de haberse instalado en Occidente. Havel, por el contrario, ha logrado crear una imagen del patriota siempre dispuesto al sacrificio. Esta imagen ha hecho olvidar su perfil de dramaturgo, hasta el punto de que muy pocos checos leen actualmente su obra y aquellos que lo leen no son ya tan jóvenes. A pesar de todo, la rivalidad entre Kundera y Havel continúa siendo una especie de pivote alrededor del cual gira la vida cultural checa. Durante sus 13 años de presidencia, Havel ha evitado sistemáticamente otorgar a Kundera el más mínimo reconocimiento oficial.

La cinematografía checa arrancó a gran velocidad en 1991. Durante los primeros años se pudo observar un cierto empobrecimiento de temas y de formas artísticas. Fue como si la desaparición de la censura se hubiera llevado con ella toda inspiración artística. Sin el molde preestablecido de la censura y sus limitaciones, numerosos artistas se encontraron de pronto despojados de su principal medio de expresión.

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A esto se le unen los obstáculos propios del mercado.El artista de hoy debe crear para vender. La nueva generación de cineastas ha logrado, después de unos primeros años de pasos vacilantes, reintroducir las películas checas en el circuito internacional. Así, en 1996, "Kolya", del director Jan Sverák, recibió el Oscar a la mejor película extranjera. Sin embargo, tanto en el cine como en la literatura, la ruptura generacional es muy palpable. La antigua generación no se esperaba a que una vez recobrada la libertad, la nueva generación fuera tan crítica con la sociedad y sobre todo con la sociedad actual. En vez de criticar el antiguo régimen comunista, los jóvenes creadores de hoy la emprenden contra el conformismo checo. En la República Checa se realizan actualmente alrededor de 15 a 20 películas al año, hecho que para un país de apenas 10 millones de habitantes se considera como satisfactorio. La mayoría de las películas checas tienen pequeños presupuestos; una media de medio millón de euros.

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