En España hay 17,1 millones de personas que ganan unos 1.000 euros brutos al mes. Hablamos del 63% de la población. Al menos así lo asegura el Sindicato de Técnicos del Ministerio de Hacienda (Gestha). Con este dinero en el bolsillo llegar a fin de mes es una tarea digna de Hércules. Y más que hacer la compra, muchas familias la escrutan. Por lo tanto, para miles de españoles adquirir un producto hoy en día es un acto de renuncia.
En este duro paisaje, el fenómeno del bajo coste [low cost en inglés] crece, se reproduce y no tiene aspecto de que vaya a morir pronto. Todo lo contrario. Cada vez ocupa más espacio social y económico. Restaurantes, viajes, coches, seguros, electrónica, inmuebles, ocio, ropa, alimentación. Nada parece escapar a la atracción que genera el bajo coste.
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Vivienda
Compartir casa para sobrevivir
Alentada por la crisis, una nueva tendencia en el mercado inmobiliario se extiende por Barcelona y por otras grandes ciudades españolas: la cohabitación. Según recoge El Periódico:
La crisis no solo ha paralizado la venta de pisos y maltrecho los sueldos, también ha forzado una nueva composición de hogares urbanos, integrados muchas veces por desconocidos obligados a compartir techo con el único afán de sobrevivir sin volver al núcleo familiar. Lo que antes era una práctica limitada a estudiantes, ahora es común entre treintañeros con trabajo -y sueldos de batalla-, y muchos separados-as y parados. Unos ponen habitaciones en alquiler para cubrir una hipoteca que no pueden pagar solos. Y algunos inquilinos realquilan (algo a priori ilegal) y el piso les llega a salir gratis.