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Butmir (Bosnie-Herzégovine), 9 de octubre de 2009 : manifestación ante la sede de la EUFOR contra los políticos bosnios acusados de corrupción. (AFP)

La estrategia miope de Bruselas

Para Bosnia, la ruta hacia la UE pasa por una revisión de su constitución destinada a reforzar el poder central. Pero en las complicadas negociaciones entre europeos, norteamericanos y dirigentes bosnios que se están realizando actualmente en Butmir, al lado de Sarajevo, Bruselas ha demostrado según el periódico alemán Tageszeitung una falta de discernimiento que pone en peligro el progreso democrático.

Publicado en 18 noviembre 2009 a las 16:48
Butmir (Bosnie-Herzégovine), 9 de octubre de 2009 : manifestación ante la sede de la EUFOR contra los políticos bosnios acusados de corrupción. (AFP)

Demos un pequeño paso atrás: en 1995, las negociaciones de paz de Dayton dieron como resultado una fórmula que puso fin a la guerra de Bosnia (1992-1995). Sin embargo, este compromiso no ha bastado para propiciar una evolución democrática y constitucional. El país sigue dividido según líneas de fractura étnicas y la comunidad internacional no ha creado ningún mecanismo que permita adaptar la Constitución bosnia surgida de Dayton a las nuevas realidades.

Por un lado, dicha Constitución legitima la división de Bosnia-Herzegovina en dos entidades: la “República Srpska”, serbia, y la “Federación de Bosnia y Herzegovina” (federación croato-musulmana). Pero por el otro otorga a los nacionalistas un margen excesivo para imponer vetos si consideran amenazados sus intereses. La Constitución actual impide así el desarrollo de una cultura del compromiso, cuestión sin embargo de una importancia vital para superar las próximas etapas de la integración en la Unión Europea.

La estrategia de Carl Bildt siembra dudas

Todos estos elementos contradicen el espíritu de las normas (relativas a los derechos del hombre) presentes en las constituciones europeas. A pesar de ello, la reforma de la Constitución ha hecho que se planteara la cuestión decisiva, es decir, la de si el país podrá o no integrarse a largo plazo en la UE. Sin embargo, la forma como se han llevado las negociaciones hasta el momento ha hecho surgir dudas legítimas respecto a la estrategia del antiguo alto representante en Bosnia, actual ministro de Asuntos Exteriores, el sueco Carl Bildt, así como respecto a la competencia de Bruselas en materia de política exterior. Por ejemplo, deberían haber sabido que varios políticos bosnios se opondrían a cualquier tipo de modificación de la Constitución. Así, Milorad Dodik, primer ministro de la “República Srpska”, anunció desde antes mismo del comienzo de las negociaciones que consideraba superflua la nueva Constitución.

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El debate en torno a la cuestión de los visados revela qué es lo que le importa realmente a Dodik, detrás de toda su retórica xenófoba y nacionalista. Para obtener la luz verde de Bruselas para que se simplifique la obtención del visado para los bosnios, el Parlamento federal debe aprobar previamente una ley contra la corrupción. Ésta debe ser aprobada a su vez por las dos entidades que componen Bosnia, de modo que Dodik y sus partidarios pueden bloquear la ley aun cuando la mayoría de los parlamentarios federales sean favorables a ella. La ley anticorrupción molesta a Dodik porque está personalmente implicado en numerosos escándalos.

La UE ha perdido su oportunidad

La UE debería haber tenido en cuenta todos estos elementos antes de organizar unas nuevas negociaciones. Además, abrir un debate en torno a la Constitución sin que haya tenido lugar previamente un debate en el seno de la sociedad es un procedimiento discutible. Bildt ni siquiera ha consultado a laOficina del Alto Representante (OHR), la institución internacional más importante del lugar, con lo que devalúa de paso este elemento crucial para la estabilidad del país. En efecto, cuando este proceso termine la OHR habrá perdido todo su poder. Por otro lado, el giro que ha tomado el asunto ha inquietado profundamente a la población bosnia y a los no nacionalistas: últimamente se ha hablado incluso, aunque ciertamente de un modo un poco histérico, de la posibilidad de una nueva guerra.

El fracaso del debate en torno a la Constitución dará como resultado un Estado bosnio aún más débil que el actual. Los nacionalistas mafiosos, los jefes religiosos controvertidos y los políticos corruptos dispondrán así de un margen de maniobra aún más amplio para seguir manipulando a una población indefensa y empobrecida, que se halla totalmente a su merced. La UE y Carl Bildt, lamentablemente, han echado a perder su oportunidad.

Las únicas esperanzas restantes se centran en la sociedad civil en desarrollo, en los Estados Unidos y en el equipo nacional de fútbol, cuya clasificación para el Mundial podría cambiar seriamente muchas cosas.

VISTO DESDE BOSNIA

No, nada ha cambiado

"Las negociaciones de Butmir, consideradas como la última oportunidad para la supervivencia de Bosnia-Herzegovina, han fracasado rotundamente", afirma el Oslobodjenje. El semanario de Sarajevo también considera que "la comunidad internacional ha sufrido una gran derrota política en Bosnia-Herzegovina, que es, sin embargo, su mayor laboratorio político desde la Segunda Guerra Mundial". "'Lo que mal empieza, mal acaba', dice un viejo refrán. Ahora bien, para nosotros todo comenzó en Dayton, donde Bosnia-Herzegovina probablemente fue salvada, pero a cambio de una desventaja irremediable. Todos los esfuerzos posteriores no han bastado para hacer viable el país. Butmir no es más que el espejo de estos esfuerzos ilusorios. En Bosnia-Herzegovina no ha cambiado nada: los serbios sólo se interesan por Dayton, mientras que para los bosnios y los croatas, este acuerdo sigue siendo una gran fuente de frustración. Las posiciones de unos y otros no han cambiado ni un ápice. El país continúa dirigiéndose hacia el precipicio. Da la impresión de que todo el mundo espera que caiga y se rompa, con la esperanza de que entonces las cosas vuelvan a su lugar. Esperar que Europa o Estados Unidos lo hagan por ellos es la práctica habitual de las oligarquías en el poder. Para el resto, las élites políticas resultantes de la guerra se limitan a sacar el máximo partido de su paso por el poder. Y se las arreglan bastante bien".

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