Entrar en la Unión sin entusiasmo

El 22 de enero, Croacia debe ratificar mediante un referéndum su tratado de adhesión a la Unión. Pero ahora que Europa está en crisis, la campaña ha estado marcada por las dudas y una nueva retórica nacionalista.

Publicado en 20 enero 2012 a las 15:38

Tras la firma del tratado de adhesión de Croacia a la UE [el 9 de diciembre de 2011], el mensaje más bonito, más conmovedor y más original de bienvenida no ha llegado de Zagreb ni de Bruselas, sino de Polonia. En YouTube, numerosos polacos, sobre todo jóvenes, han dado la bienvenida a Croacia sin hipocresía ni falsedad, en un ambiente de alegría espontánea [en caso de que triunfe el sí en el referéndum del 22 de enero, Croacia entrará en la UE el 1 de julio de 2013]. De este modo, los polacos han demostrado que la Europa actual, agitada por la crisis, las dudas y las divisiones, puede y debe ser la Europa de los valores comunes, de la alegría y de la esperanza. Bruselas ha tendido la mano a Croacia, pero Polonia ha ensalzado el alma croata.

Los polacos entraron en Europa albergando numerosos temores, sobre todo el de la pérdida de soberanía y el fin de sus agricultores. Como en Croacia, la iglesia católica polaca defendió a Europa con el miedo apenas disimulado de que los grandes países vecinos se pusieran a reformar el pasado y el futuro del país. Contrariamente a estos temores, Polonia ha demostrado que su adhesión a la UE puede ser un éxito incluso en un momento en el que la mayoría de los grandes países, poderosos y ricos, atraviesan una profunda crisis. Polonia sigue siendo Polonia y se ha convertido en parte de Europa. No ha sido necesario crear una nueva Euroeslavia en los Balcanes para que Croacia lograra su billete de entrada a la UE.

Europa ya no tolera una adhesión de saldo

La historia de las negociaciones de adhesión, tan largas como intensas, ha estado repleta de prejuicios, ideas preconcebidas, miedos e ignorancia, tocando acordes catastrofistas, xenófobos, nacionalistas y provinciales, pero también cosmopolitas y supranacionales. De este modo, el expresidente Tudjman, defensor de Europa, dio un portazo en un gesto de orgullo y se negó a unirse al Grupo de Visegrado (integrado por Polonia, Hungría, Eslovaquia y República Checa), puesto que consideraba que Croacia no necesitaba aliarse con los antiguos satélites de Rusia. Otros, en cambio, al igual que el exprimer ministro Sanader, estaban dispuestos a aceptar lo que fuera para acelerar la adhesión, hasta con falsas promesas, como la de que Croacia iba a entrar en la UE al mismo tiempo que Bulgaria o Rumanía.

Europa ya no tolera una adhesión de saldo, pero no “ha odiado todo lo que era croata”, como algunos han querido creer. Esta Europa se ha esforzado por asegurar la paz en el polvorín balcánico, pero no ha dudado en reconocer los méritos individuales cada país que esté dispuesto a respetar las condiciones impuestas. Después de Eslovenia, Croacia es quien ha amarrado más rápidamente en el puerto europeo sin tener que esperar a sus vecinos.

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La Europa actual no es jauja. En el contexto de la crisis, incluso los países más grandes como Alemania o Francia han aceptado que tienen que renunciar a parte de su soberanía. En esta Europa, nadie defiende la refundación de una nueva Yugoslavia ni la resurrección del comunismo. En esta Europa, el idioma croata se reconoce como idioma oficial, y Zagreb tiene derecho a solicitar la protección de todo lo que concierne a su patrimonio, su tradición o sus particularidades.

Una joven élite intelectual con peligrosos planteamientos

Tras la firma del tratado de adhesión, muchos mitos nacionalistas se han venido abajo y los prejuicios regionales han quedado obsoletos. El referéndum se prepara sin ningún bagaje mitómano, pero con algunas nuevas preguntas planteadas por la joven élite intelectual, liberada de los mitos de Tudjman. No obstante, ésta propone respuestas no menos peligrosas.

En sus generalizaciones simplistas, esta élite afirma que Europa desde hace tiempo ha traicionado sus principios, incluso que se ha balcanizado a sí misma mucho antes de que los Balcanes se volvieran europeos, al igual que Croacia se ha balcanizado antes de volverse europea. Según esta corriente de pensamiento, no necesitamos esta Europa hundida en la crisis económica, ni la de los valores, que sólo es una sombra de lo que fue. En resumen, exigen una Europa perfecta para una Croacia que está lejos de este ideal.

Estos nuevos croatas “irreprochables” se muestran más arrogantes que los franceses, más testarudos que los ingleses y más irresponsables que los griegos. Nunca se disculparán por sus profecías fallidas, pero están dispuestos a condenar a toda Croacia a un futuro estéril al considerarse más europeos que Europa. Antes, nos jactábamos de ser “el pueblo más antiguo de Europa”; hoy estamos orgullosos de ser “el pueblo más exigente”.

Pronóstico

El 'sí ' por el buen camino

Según uno de los últimos sondeos previos al referéndum del 22 de enero, realizado con una muestra de 1000 personas, el 'sí' a la adhesión a la UE ganará con un 60% de los votos. Kukuriku, la coalición de centro-izquierda en el poder desde noviembre, y el partido HDZ (conservador), en el poder en el momento de las negociaciones y que hoy es el principal partido de la oposición, han pedido el voto favorable a la integración, de la misma manera que la Iglesia católica.

Los contrarios a la adhesión a la UE, que podrían obtener el 31% de los sufragios el domingo, se encuentran entre los partidarios de los pequeños partidos de derecha nacionalista y los simpatizantes de la izquierda anticapitalista. El 'sí' gana con claridad entre la población titulada, que percibe 500 euros o más como ingresos mensuales, y que reside en la capital Zagreb y en la provincia de Istria. Los sondeos prevén una participación en el referéndum de alrededor del 60% del electorado.

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