Agricultura intensiva en Moravia del Sur (República Checa). Foto: Martin Sojka

Contaminar a golpe de arado

El primer balance de los flujos de carbono de la UE demuestra que los gases de efecto invernadero procedentes de la agricultura sobrepasa la capacidad de absorción de los ecosistemas. Según Le Figaro, este hecho desacredita aún más a la agricultura intensiva.

Publicado en 23 noviembre 2009 a las 15:42
Agricultura intensiva en Moravia del Sur (República Checa). Foto: Martin Sojka

A dos semanas de la cumbre de Copenhague sobre el cambio climático (COP 15), en la que 64 jefes de Estado han anunciado su participación, un estudio refleja por primera vez el balance global de los flujos de carbono en la Unión Europea (Nature Geoscience, 23 de noviembre de 2009). Dicho balance no sólo tiene en cuenta las emisiones de gases de efecto invernadero relacionadas con las actividades industriales, los transportes y el sector residencial, sino también los intercambios de carbono entre el suelo, la vegetación y la atmósfera, que son esenciales en el entorno terrestre mediante la fotosíntesis y la respiración. Este flujo natural es importante, ya que los bosques, las praderas y los terrenos turbosos, al igual que los océanos, pueden capturar (almacenar) una parte del CO2 que se acumula en la atmósfera y contribuye al calentamiento climático.

Mientras que estos intercambios se registran en la mayoría de las regiones del mundo mediante la captura de una parte del CO2 emitido a la atmósfera por el hombre, el balance demuestra que en Europa, las emisiones de óxido nitroso (N2O, protóxido de azufre o NéO) y de metano (CH4), otros dos potentes gases de efecto invernadero, producidos por la agricultura y la ganadería, superan a las capturas de CO2 por parte de los bosques y las praderas. El óxido nitroso se produce por la degradación de los abonos químicos mediante las bacterias y el metano se emite a la atmósfera por la digestión del ganado y sus excrementos. Por ello, los ecosistemas terrestres de la UE emiten más gases de efecto invernadero de los que llegan a absorber. Se añade así un 3 % de "equivalente a CO2" a las emisiones atribuidas a los combustibles fósiles. El saldo apenas es mejor en el conjunto del continente, incluidas Turquía, Ucrania y Bielorrusia.

Mejorar la capacidad de captura de CO2

Por lo tanto, la Unión Europea, en lo que respecta a captura de CO2, se encuentra entre los peores alumnos. En el conjunto del mundo, la mitad de los gases de efecto invernadero emitidos a la atmósfera por las actividades humanas la capturan los océanos y los ecosistemas terrestres. Estados Unidos registra mejores resultados que la UE, ya que sus ecosistemas terrestres absorben casi un 25 % de las emisiones de CO2 cuyo origen son las actividades humanas (400 millones de toneladas de carbono capturadas por 1.700 millones de toneladas emitidas).

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La principal conclusión de este estudio es que las políticas climáticas de la UE no deben limitarse al objetivo de reducir las emisiones de CO2 fósiles de la industria, los transportes, etc., sino que además deben tener en cuenta y mejorar la capacidad de captura de CO2 de los ecosistemas. En este contexto, Europa cuenta con un margen de acción consecuente. "Si queremos que los medios naturales contribuyan también a la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, es necesario que aprendamos a gestionar de forma diferente las emisiones de metano y de óxido nitrógeno generadas por la agricultura", explica Detlef Schmulze, del Institut Max Planckde Jena (Alemania), que ha dirigido el estudio.

La agricultura intensiva cuestionada

La agricultura intensiva, ya censurada por su impacto en el medio ambiente y la salud, se vuelve a poner en tela de juicio por su aportación al calentamiento global, así como la explotación intensiva de madera, que limita la capacidad de captura de los bosques. Este trabajo ha ocupado a 2.000 investigadores durante cinco años. Para su realización ha sido necesario el tratamiento de un gran número de datos estadísticos y la recopilación de numerosas observaciones sobre el terreno y medidas realizadas en la atmósfera. El trabajo, realizado dentro del contexto del programa CarboEurop, se ha financiado con hasta 16,3 millones de euros de la Comisión Europea y más de 30 millones de euros procedentes de los distintos Estados de la UE.

Aún quedan numerosos e importantes interrogantes por resolver (+ 50 % para la producción de metano y de óxido de azufre), precisa Philippe Ciais, del Laboratorio de Ciencias del Clima, uno de los autores del estudio. "Se han realizado grandes progresos y la UE es la única que puede producir tantos datos sobre esta maquinaria extremadamente compleja". La construcción de una densa red de estaciones meteorológicas y de centros de medición de los flujos permitirá reducir los interrogantes en las diferentes regiones de Europa.

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