Los europeos pueden estar tranquilos. Atrás quedan los tiempos de problemas y disputas. La UE contará con el Primer ministro Herman Van Rompuy como presidente y con la Baronesa Catherine Ashton como ministra de Exteriores. Dejemos que esto nos sirva de lección sobre la situación de la Unión Europea.
En primer lugar, dejemos que sea una lección de democracia, porque, sinceramente, no es fácil descifrar con qué derecho se ha asignado a estas dos personas. Lo único que sabemos con seguridad es que no fueron elegidos. Y el resto queda envuelto en misterio. Según los informes de la prensa, al parecer “fueron recomendados”, “se anunciaron”, “se presentaron”, “se acordó su elección”. ¿Quién está bajo este despliegue de pasivas? Sólo Dios podría responder a esta pregunta. Para el resto de mortales, la única conclusión que podemos sacar con seguridad es que la democracia debe ser una cuestión de no saber a quién hay que elegir, con qué derecho y por qué motivo y quién va a ser finalmente el elegido. A menos que me haya perdido algo.
Dejemos que sea una lección también de transparencia. Por mucho que se intente, simplemente resulta muy complicado adivinar exactamente qué poderes tendrá este dúo y si estos poderes serán reales. ¿Qué decisiones podrán tomar y qué podrán acordar? ¿A quién podrán consultar y a quién rendirán cuentas? Sin duda se enfrentarán a momentos de éxito y de fracaso, pero ¿de dónde procederán exactamente estos momentos? ¿Desde qué dirección? Ni idea.
Dejemos también que sea una lección de honestidad. “Un momento histórico. Europa cuenta con un nuevo liderazgo”, exclamaba exultante el primer ministro sueco Frederik Reinfeldt, aclamando la entrada triunfal de Van Rompuy y Catherine Ashton en el escenario mundial. Otros líderes de la UE pronunciaron citas similares. No creo que ninguno de ellos se creyera realmente lo que estaba diciendo oficialmente. Simplemente no me lo creo.
Una lección sobre “competencia”. Durante meses, he estado escuchando cómo la UE necesita una “nueva” dinámica y que debe disponer de un liderazgo “sólido”. Y de repente, dos desconocidos aterrizan en los puestos más importantes. No importa, porque cuando uno lo piensa detenidamente, Van Rompuy es un tipo pintoresco, si se compara con la Baronesa Ashton. Escribe haikus (“El viento agita el cabello. Pasan los años, sigue el viento. Por desgracia, ya no hay cabello”), practica el zen, trabaja realmente duro y cree que para tomar decisiones acertadas es necesario “tener tiempo para descansar”. Después de todo, es el primer ministro belga. ¿Y la señora Ashton? No tiene ni un ápice de experiencia diplomática, algo que, al parecer, no se considera una desventaja. Conclusión: la competencia no es una cuestión de conocimientos y habilidades, sino de satisfacer las expectativas. Unas expectativas que aún siguen siendo un misterio (véase lo expuesto anteriormente).
Una lección de igualdad. ¿Qué igualdad? Bueno, igualdad en el sentido de que si el puesto de presidente se le ha concedido a un “hombre” cristiano-demócrata, entonces una “mujer” asociada a la izquierda debe convertirse en ministra de Exteriores. “Sería positivo que la voz de una mujer respondiera las llamadas telefónicas a Europa”, dijo Jerzy Buzek. Bien por usted, Jerzy, sus sueños se han hecho realidad. Aunque parece que no importa si la voz tiene o no algo interesante que decir. Pero, un momento. Aún podría argumentarse que no es igualdad suficiente, puesto que ¿por qué un “hombre” es Presidente y una mujer tan sólo es ministra? ¿Por qué no al contrario? ¿Y bien? Cierto es que la señora Alta representante tan sólo ha dicho sobre su designación unas palabras elegidas, que vienen a decir que todo esto es síntoma de que por fin se valora a las mujeres. Se las valora, sin duda.
Así que, insisto, dejemos que todo esto nos sirva de lección. Que sea una lección, más allá de toda duda, de que a la Unión Europea le espera un futuro glorioso.
COMISIÓN
Batalla por las carteras
Finalizada la batalla por la presidencia del Consejo y el puesto de Alto Representante, comienza la de los comisarios. "Llegó el momento de cobrarse favores con José Manuel Durão Barroso", el presidente reelegido de la Comisión "gracias al apoyo de gobiernos a priori poco favorables a su continuidad", y que ahora "están haciendo valer sus bazas ante el capitán del nuevo equipo para asegurarse sus carteras más influyentes" anuncia el diario La Vanguardia. Aunque formalmente los comisarios deben seguir exclusivamente los intereses de la Unión, cada país miembro piensa en sus intereses nacionales para negociar las diferentes carteras.
Francia cuenta con el puesto de comisario del Mercado interior para Michel Barnier, cargo “casi cerrado", con el que Nicolás Sarkozy "desea convertir a París en la alternativa financiera a Londres", suficiente motivo para haber aceptado que una británica que no habla francés sea nombrada a la cabeza de la diplomacia europea, estima el diario. El comisario actual de Economía, Joaquín Almunia, podría asumir la "poderosa cartera" de Competencia, sobre todo gracias al "papel fundamental" jugado por José Luis Rodríguez Zapatero "en la reelección de Barroso, votando a su favor y contra de la posición de los socialistas europeos". En cuanto a Berlín, "sorprendió a todos anunciando en octubre que su próximo comisario será el presidente de Baden-Württemberg, Günter Oettinger", "con una carrera en decadencia” en la actualidad. Un nombramiento que "plantea interrogantes sobre el interés de Berlín en las instituciones", concluye el diario.