En el aeropuerto de Vilnius.

“Lituania no es un buen sitio para vivir”

Los jóvenes lituanos emprenden el mismo camino que sus antepasados, el de la emigración. Empujados por la crisis y el paro, decenas de miles abandonan el país en busca de una vida mejor. Sus principales destinos son las islas británicas y Escandinavia, precisa el semanario Veidas.

Publicado en 10 febrero 2012 a las 16:18
En el aeropuerto de Vilnius.

Entre 1990 y 2011, alrededor de 670.000 lituanos emigraron, y únicamente 110.000 han regresado. En dos décadas, Lituania, un país de 3,5 millones de habitantes, perdió medio millón de personas, según los datos de las estadísticas oficiales.

Esto convierte a los lituanos en uno de los pueblos que más emigran de toda Europa, aunque dicha tendencia masiva no se trate de un fenómeno nuevo. En los últimos siglos, olas más o menos numerosas de emigrantes lituanos han abandonado el país. Ya en los siglos XVIII y XIX, los lituanos, agricultores en su mayoría, empacaban lo imprescindible y emprendían el camino de Estados Unidos.

Hoy, una vez que han alquilado sus casas, parten hacia Reino Unido, Irlanda y Noruega, acompañados o no de sus familias, puesto que Internet ha acortado las distancias. Los tiempos cambian, por supuesto, pero persiste una constante. Hoy, al igual que hace un siglo, a los lituanos, sean agricultores o urbanitas cultos, les atraen los lugares en los que puedan ganarse mejor la vida y en las mejores condiciones.

Sin billete de vuelta

Ignas y Rimante Mockai, ambos de treinta y pocos años, también hicieron las maletas con lo justo. Dejaron a su perro en el pueblo, colocaron sus plantas en casa de amigos, sacaron a sus dos hijos de la guardería y se fueron a Londres sin tener un billete de vuelta. De eso hace ya año y medio.

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Por aquel entonces, tal y como recuerda Rimante, hacía ya dos años que su marido, un mecánico electricista, no encontraba un trabajo en el que cobrase más que el salario mínimo. “Como a todo el mundo, los vencimientos de nuestro préstamo nos estaban ahogando, y en ese momento a mi marido le ofrecieron un trabajo en Londres. Nos decidimos rápidamente, ya teníamos familia y muchos amigos en Inglaterra”, cuenta Rimante.

La joven añade que ni siquiera se plantearon dejar a sus dos hijos con los abuelos mientras se hacían un hueco en el extranjero. El matrimonio estaba tan decidido a llevárselos consigo que sus amigos ya les habían encontrado una plaza en la guardería.

El único inconveniente es que durante meses solo un miembro de la pareja tuvo trabajo. Reino Unido tiene hoy en día una tasa de paro del 8,4%, el nivel más alto desde 1996. Durante cuatro meses, Rimante llamaba a las puertas de las agencias de colocación o hacía entrevistas de empleo, hasta que al final le llamaron para ser una empleada de embalaje en una fábrica.

A pesar de todo, la pareja no se arrepiente de haber emigrado. En un año y medio, los Mockai han saldado todas sus deudas, han comprado un coche de segunda mano y viven bien. Lo único que a Rimante le plantea algunos remordimientos es ver cómo su título universitario coge polvo en algún cajón olvidado. Le costó muchos esfuerzos estudiar geografía para dedicarse ahora a meter dulces en cajas.

Si fuese necesario dibujar un breve perfil del emigrante tipo lituano que se marcha a Inglaterra o a Irlanda, podría decirse que es un joven de menos de 34 años, titulado superior o con formación profesional, que lleva varios años en paro en Lituania y que es soltero o con familia que le acompaña en su aventura en el país de su elección.

Irse para ganar entre 8 y 12 veces el salario mínimo

Ya no abandonan a sus hijos en Lituania, ésa es la nueva tendencia que impera en los últimos años, en concreto, es el caso de quienes emigran a Reino Unido o Irlanda. Noruega es el tercer destino favorito de los lituanos. ¿Por qué? “Los salarios son de los mas altos”, explica I. Malkinas, encargado de una agencia de colocación.

Allí los lituanos ganan entre 8.000 y 12.000 litas mensuales (es decir, entre 2.300 y 3.500 euros, en torno a 8 y 12 veces el salario mínimo lituano). Por este motivo los empleadores noruegos no suelen contratar a jóvenes extranjeros. Con los bolsillos llenos de dinero, los más jóvenes se relajan y se descontrolan y acaban llenando las cárceles noruegas.

Históricamente, los lituanos siempre han emigrado masivamente y el flujo únicamente se reducía cuando quienes estaban en el poder imponían severas restricciones a la libertad de movimiento, como sucedió durante los años de ocupación soviética.

Según los datos de Alfonsas Eidintas, historiador y diplomático experto en migraciones, entre finales del siglo XIX y la Primera Guerra Mundial 400.000 lituanos emigraron a Estados Unidos, Rusia e Inglaterra. Un 13% de ellos eran judíos.

El sociólogo Vladas Gaidys considera que la emigración no se terminará hasta que no se erradiquen las causas que la propician, que son muy numerosas. En primer lugar, la situación social es tensa: no hay trabajo, con lo que no se pueden amortizar los préstamos. ¿De qué se vive normalmente, si una vez que se paga la calefacción apenas queda dinero para nada más?, plantea el sociólogo.

Crear una pequeña empresa de carácter familiar es una manera de anclarse al país, pero supone un arduo y costoso proceso. “Si no se erradican sus causas, la emigración irá en aumento, porque hoy, Lituania no es un país que sea un buen sitio para vivir”, concluye.

Inmigración

La inversión de la tendencia, más preocupación que alegría

“Los emigrantes regresan: ¿debemos alegrarnos?” plantea Veidas, que apunta la reciente inversión de la tendencia emigratoria que ha marcado los últimos veinte años. De hecho, en 2011, 14.000 lituanos regresaron al país, tres veces más que en 2010. Si a esto le sumamos el millar de extranjeros que residen en Lituania, “el futuro demográfico del país no es tan trágico como nos lo habían pintado”, indica la revista.

Ésta última atribuye este fenómeno en gran parte a “la sabia política económica del primer ministro Andrius Kubilius, responsable del mayor crecimiento económico de la UE”. Aunque ello no es necesariamente algo de lo que puedan alegrarse, dado que, tal y como puntualiza Veidas, el Gobierno se pregunta si “esas 14.000 personas van a impulsar la economía lituana o, por el contrario, supondrán una carga suplementaria sobre un sistema social que ya es débil”.

Para Lituania, la emigración ha sido “un regalo del cielo y de la Unión Europea”, recuerda Veidas. Únicamente en 2010, los lituanos en el extranjero enviaron 1.000 millones de euros en remesas, es decir, el equivalente al 4% del PIB. Sin contar los subsidios de desempleo y las ayudas sociales que dichas personas no percibieron. Quienes regresan son desde luego los más trabajadores, pero no tienen, ni de lejos, un espíritu emprendedor, y eso es precisamente lo que más falta le hace a la economía lituana, lamenta Veidas.

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