Carbón para los que se porten mal

Por todas partes en Europa, el Papá Noel tiene su doble negativo. Qué esté vestido de negro, ataviado con cuernos, con vestidos rasgados o qué aparezca como una bruja, sólo tiene una obsesión: aterrorizar a los niños maleducados.

Publicado en 4 diciembre 2009 a las 17:06

“¿Traes contigo el palo?”. “Yo dije: La vara, que tengo aquí es solo para los niños que han sido malos”. Así presenta el niño Jesús a la figura maléfica de la Navidad por excelencia en Europa en el poema de Theodor Storm llamado Knecht Ruprecht (el Ayudante de Santa Claus). De hecho, según una tradición bajomedieval, el 6 de diciembre no solo viene San Nicolás, para llenar de caramelos los calcetines de los niños. Le acompaña también su alter ego negativo, cuyo objetivo es enseñar las buenas maneras a los mimados niños europeos. Esta también es la misión sus colegas de regiones vecinas como Hans Trapp en Alsacia, el Zwarte Piet (‘Pedro el negro’) en los Países Bajos y la versión de tapa dura, el Père Fouettard (‘el Coco’) en el noroeste de Francia. El ayudante de Santa Claus surte un efecto terrorífico en los distintos rincones de Europa. Bélgica y Holanda se representa como un esclavo de piel morena con ropa multicolor. En Suiza, quizás por eso, lleva por nombre Schmutzli (el sucio) para poderlo entremezclar con su oscura figura, que en lugar de carbón de caramelo, a veces reparte también remolachas.

En el centro de Europa católico, como, por ejemplo, en Austria, Hungría o República Checa, es el Krampus, la astada figura del diablo de la tradición pagana, la que no duda en secuestrar a los niños que han sido traviesos. ¡Cuidado! A veces actúan en grupo. Incluso hoy en día se celebran en muchas ciudades unos desfiles en su honor, donde pasean estas tenebrosas figuras enmascaradas. Mientras que San Nicolás, en particular en las religiones protestantes de Europa, recula poco a poco a favor del niño Jesús, su malintencionado ayudante resiste valientemente. Solo ha dejado escapar de su vara al sur de Europa católica. Aquí ya había desde épocas precristianas otros malhechores como por ejemplo la Befana italiana, esa fea anciana que comete atrocidades con su escoba. En la época fascista, las befanas tuvieron un lavado de imagen, convirtiendo a estas brujas sombrías en agradables personajes de cuentos de hadas que colman a los niños con regalos. Aún así, el carbón de azúcar, o carbone dolce sigue siendo parte de su cesta de presentes para los maleducados. Sin embargo, es el personaje maléfico más rezagado de los que recorren Europa, y solo aparece un mes después del resto de sus compañeros de fechorías, coincidiendo con la visita de los Reyes Magos el 6 de enero.

Katharina Kloss, traducción de Pedro Picón

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