7 de diciembre de 2009 : la cumbre de Copenhague en las portadas de la prensa europea. © Presseurop

¿Mucho ruido y pocas nueces?

A pesar de las grandes ambiciones con las que se abrió, la cumbre de Copenhague podría terminar sin ningún acuerdo, o peor aún, con un acuerdo sin futuro. Los escépticos, por su parte, ponen en cuestión el asunto mismo del que trata la conferencia. Revista de prensa.

Publicado en 7 diciembre 2009 a las 17:04
7 de diciembre de 2009 : la cumbre de Copenhague en las portadas de la prensa europea. © Presseurop

En un gesto sin precedentes, y a iniciativa del diario The Guardian, "56 periódicos de 45 países han tomado la iniciativa inédita de hablar con una sola voz en un mismo editorial". "Lo hacemos porque la humanidad se enfrenta a una urgencia extrema", explica el texto. "Los políticos reunidos en Copenhague tienen el poder de marcar el juicio que emitirá la Historia sobre nuestra generación". Pero no hay nada menos seguro que la consecución de un acuerdo global sobre la reducción de las emisiones de CO2 entre los 192 países representados en la cumbre. Y en caso de obtenerse, el científico James Hansen advierte en The Guardian de que sería un acuerdo tan imperfecto que tal vez sería mejor comenzar desde cero. "Si terminamos con algo parecido a lo de Kyoto, la gente tardará años en comenzar a determinar lo que significa". Para el director del instituto Goddard de estudios espaciales de la NASA, el calentamiento global es como el nazismo o la esclavitud: "es la clase de cuestión que no admite términos medios".

El periódico Polityka prevé dos escenarios posibles. El escenario más negro, desarrollado por el americano Bruce Bueno de Mesquita en The Predictioneer's Game, recurre a la teoría de juegos para sugerir que los países no buscan más que su propio interés y están cada vez menos inclinados a llegar a un acuerdo. El otro escenario, propuesto por la premio Nobel de Economía Elinor Ostrom en un informe para el Banco Mundial, apuesta por las iniciativas locales y por una cooperación entre los pueblos y las regiones del mundo para combinar un elevado nivel de vida, la protección por el medio ambiente y una reducción de las emisiones de CO2.

Es necesario un guardian mundial del clima

Fuera cual fuera el resultado de la cumbre, sería difícil forzar la aplicación de un eventual acuerdo. Como observa el cronista sueco Martin Adahl en el periódico Fokus, el protocolo de Kyoto, más exigente que el texto que se discute en Copenhague, "no ha sido aplicado por los firmantes". Por ejemplo, "Canadá se había comprometido a disminuir las emisiones un 6% antes de 2012 y las ha aumentado un 28%.". "¿Cuáles serán las sanciones para los países que no respeten sus objetivos de reducción", se pregunta también Libération. "Habrá que inventar a un policía mundial del clima", que se encargue de verificar el cumplimiento de los compromisos. Todo el problema reside según el periódico francés en designar o crear la "superestructura" más adecuada para esta misión. "¿Sociedades privadas? ¿Instituciones vinculadas a la ONU? Los anglosajones militan en favor del Banco Mundial como organismo encargado de ello. Otros en cambio por el Fondo Mundial para el Medio Ambiente."

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Martin Adahl responde en Fokus que "podría crearse un ICF, es decir, un International Carbon Fund [Fondo Internacional de CO2]". Esta institución, basada en el modelo de Bretton Woods en el terreno económico, tendría la misión de "verificar las emisiones, supervisar los mercados regionales y establecer un sistema de sanciones modelado sobre las reglas de libre mercado de la Organización Mundial del Comercio". En todos los casos, añade el periodista sueco, "hay que descartar a los diplomáticos y llamar a economistas. Los diplomáticos sólo piensan en las comas y en los adjetivos, hacen muy pocos diagramas y muy pocas curvas. Dejemos que los políticos fijen los límites y que los economistas se encarguen de hacer el trabajo. "

Los escépticos del clima entran en el debate

A todas estas dudas sobre los cambios reales que pueda introducir Copenhague, se añade una crítica cada vez más extendida a la idea misma del calentamiento global. En Holanda, el escritor Leon de Winter denuncia por extenso en el periódico NRC Handelsblad "la idea mesiánica de que la humanidad deba ser protegida de sí misma". "Desde 1998, la temperatura del planeta ha dejado de aumentar", argumenta de Winter utilizando datos que han sido criticados por la mayoría de los científicos. "Antes de imponer una restricción drástica de la libre circulación de personas y mercancías, debemos llegar al fondo de este asunto […] pero este fondo parece amenazar a personas y organizaciones […] que están interesadas en minimizar el escándalo ", escribe en relación con la polémica sobre los e-mails que demuestran que un equipo de científicos descartó de forma deliberada datos que contradecían la tesis del calentamiento. En lugar de centrar la atención en el CO2, Leon de Winter aconseja interesarse por "otros gases de efecto invernadero […], en el efecto regulador de las nubes […], en las manchas solares, en las corrientes oceánicas y en las variaciones del eje planetario. En otras palabras: un conjunto de factores extremadamente complejos que resulta casi imposible recoger en un modelo informático".

El escéptico danés Bjorn Lomborg apoya esta idea. La propuesta de reducir las emisiones de CO2 mediante la instauración de impuestos sobre el carbono equivale a "atar el caballo detrás del carro"¸ escribe este experto en estadística en el periódico Hospodarske Noviny. En su opinión, sería mejor invertir en la investigación sobre energías alternativas. Los verdaderos desafíos de Copenhague serían entonces: "a) encontrar los medios para trasladar la energía solar desde las regiones con más radiación solar y más viento hacia las regiones donde habita el mayor número de gente, b) inventar un sistema de almacenamiento para que el mundo tenga energía incluso cuando el sol no brille y el viento no sople. "

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