En Europa eliminan a los viejos decrépitos, los capitanes son los primeros que abandonan un crucero a punto de hundirse, el vacilante euro sigue siendo un peligroso foco de infección para el resto del mundo, los Estados del bienestar, gravosos y prohibitivos, asfixian la dinámica económica y los jóvenes pagan la factura de la crisis.
A pesar de los 65 años más o menos de fiel servicio, durante las elecciones primarias estadounidenses los antiguos aliados europeos no salen nada bien parados y sirven de cabeza de turco a la que golpean con placer los candidatos republicanos a la presidencia.
El hecho de que en las campañas electorales los políticos se rebelen unos contra otros forma parte del juego. Rick Santorum no es el primer conservador que afirma, ateniéndose poco a la realidad, que en Países Bajos ya no está seguro ningún anciano, después de que se legalizara la eutanasia. Pero en la campaña actual, las cosas han llegado a un nivel nunca visto. Y se añade algo que es aún más penoso para los europeos: una cierta lástima. Como si Europa ya no tuviera ninguna importancia.
Obama, un "socialista europeo"
En las reuniones de campaña republicanas se habla de China, de India y de Brasil. Los candidatos aún no saben realmente si estas potencias emergentes constituyen un peligro o una oportunidad. Pero en cualquier caso se les considera el futuro. Europa representa el pasado. Apenas se hace mención a ella y si se hace es como ejemplo de lo que hay que evitar. “Europa no funciona, ni en Europa ni aquí”, le gusta repetir a Mitt Romney.
Utiliza el Estado del bienestar europeo como una vara para golpear a Obama. Según los republicanos, el presidente demócrata “se inspira en las capitales europeas”. Es partidario de una política con la que el ciudadano ávido de libertad no puede disfrutar personalmente del dinero que ha ganado con tanto esfuerzo, sino que debe cederlo en gran parte a un Estado todopoderoso que lo distribuye a los demás.
Un Estado del bienestar al estilo europeo va en contra del “alma de Estados Unidos”, proclama Romney periódicamente en su campaña y cada vez que lo enuncia le llueven los aplausos. El que se considere proestadounidense debe estar en contra de Europa y por lo tanto, en contra de Obama. Esta lógica poco matizada de la retórica electoral de Romney funciona.
Newt Gingrich va un poco más lejos. Describe a Obama como un “socialista europeo” que intenta imponer una ideología hostil y extranjera a los estadounidenses.
Mayor movilidad social en Europa que en EE.UU.
La realidad es una noción muy elástica en periodo electoral. Países Bajos no es un “campo de exterminio” ("killing field") para las personas de edad avanzada. Europa no es el paraíso social ni Obama es socialista. Ni tampoco los republicanos son darwinistas enmascarados. Aunque en teoría llevan a cabo una campaña contra los poderes públicos, los sondeos de opinión revelan siempre que el elector republicano en realidad no desea que se modifiquen los programas sociales a favor de las personas de edad avanzada y de los enfermos, ya que “han pagado por ellos toda su vida”. Pero este tipo de matices tiende a difuminarse durante las campañas electorales. En ellas se destacan los contrastes. Por lo tanto, las elecciones deforman rápidamente la realidad.
“La única forma que tienen de mantener sus costosos Estados del bienestar es imponer a los jóvenes contratos de trabajo temporales a cambio de sueldos bajos”,escribía en enero en elNewYorkTimes el cronista Adam Davidson. Según Davidson, los dirigentes europeos pueden seguir burlándose de Estados Unidos en lo que respecta a las desigualdades y la ausencia de un régimen de protección social, pero Europa deja que los jóvenes paguen la factura de las personas mayores. Estados Unidos también registra una deuda enorme, pero su competitividad sigue intacta. “Nuestro crecimiento se reactivará”, señalaba.
En este sentido también se pueden plantear objeciones. La movilidad social es más importante en Europa que en Estados Unidos. Pero domina la imagen negativa de anquilosamiento. El paro juvenil constituye uno de los barómetros. En España es casi del 50%, en Grecia llega al 48%. Estados Unidos se encuentra muy por debajo, con un 18%. Pero un cronista delWall Street Journal cree que es relativamente elevado y teme que la “lasitud” europea amenace a Estados Unidos. Volvemos a lo mismo. Europa es un coco.
De vez en cuando, aunque es algo inusual, se escucha algo positivo. Durante la fiesta para celebrar la victoria de Romney en New Hampshire, Richard Breeden irradiaba satisfacción. Su candidato había ganado. Tiene 62 años y trabajó en la Casa Blanca durante la presidencia de George Bush padre. “Debemos estabilizar Europa, es algo de vital importancia para nosotros”. Unas palabras que sonaban como una voz del pasado.