Con el anuncio realizado el 4 de enero de que la ley sobre el pago de las deudas del país sería sometida a referéndum, el presidente islandés Ólafur Grimsson ha abierto una agria polémica con el Reino Unido y Holanda, que siguen esperando el pago de los 3.800 millones de euros perdidos por sus ahorristas tras la quiebra del banco Icesave en 2009. “Hasta que el presidente dejara caer su bomba esta semana, Islandia se encontraba en el buen camino para la recuperación, tras su terrible descenso a la debacle económica”,constata The Independent. Con la perspectiva de este pago, “los signos económicos eran positivos por primera vez en mucho tiempo”. Pero este escenario se ha torcido, con la aparición en escena de “un presidente egoísta y enfrentado con la voluntad de su propio Parlamento, un ministro de Asuntos Exteriores consternado por la respuesta británica y una clara falta de comunicación en el seno del gobierno islandés”.
“Pero tal vez la situación tenga una lectura más sencilla”, matiza el periódico londinense: “Se trata de un país que está harto de que le digan lo que debe hacer”. Tal como [observa](http:// http://www.independent.ie/opinion/columnists/david-mcwilliams/david-mcwilliams-iceland-shows-importance-of-putting-people-before-banks-2000578.html) el economista y periodista David McWilliams en el Irish Independent, “la UE reclama que el islandés medio desembolse 12.000 euros para saldar la deuda. La UE y el FMI lo han convertido además en condición para la concesión de ayudas a Islandia. El presidente ha considerado que si el precio de esta ayuda penaliza al ciudadano, entonces es preciso que éste lo apruebe por referéndum. En resumen, los agentes externos (los ciudadanos) no deberían verse forzados a sacar las castañas del fuego a los agentes internos (los bancos)”.
¿Cómo ayudar a Islandia?
“La historia islandesa es un reflejo de la historia irlandesa”, adelanta McWilliams, cuyo país ha sufrido también gravemente las consecuencias de la crisis financiera. “Pero mientras que en Irlanda se exige al individuo medio que pague a los portadores de títulos, los islandeses han escogido una vía distinta”. “Islandia es un país dotado de un sistema bancario. Irlanda, un sistema bancario dotado de un país”, estima el economista. “Durante estos últimos cinco años, los bancos islandeses han actuado exactamente igual que los nuestros. Han prestado lo que fuera a quien fuera, sobre todo si eran sus amigos. Cuando los depósitos de los islandeses se les quedaron cortos, tomaron dinero prestado en el extranjero para financiar su crecimiento. Cuando el sistema colapsó, los depositantes extranjeros y los portadores de títulos quedaron atrapados. Cabe preguntarse también en qué estaban pensando los depositantes ingleses cuando depositaban sus ahorros en bancos islandeses de los que nunca habían oído hablar”.
En Amsterdam, el [Volkskrant denuncia](http:// http://www.volkskrant.nl/action?action=login&autoInlog=true&goto=http%3A%2F%2Fwww.volkskrant.nl%3A80%2Fvk-online%2FVK%2F20100107___%2F1_011%2Farticle4.html) la actitud “intimidante” de los dirigentes holandeses y británicos. “Lo único que falta es que las marinas británica y holandesa sean llamadas a servicio en Reykiavik”, ironiza el periódico, para el que “la situación exige cierta dosis de compasión”. “La quiebra de Islandia no beneficiaría ni a Gran Bretaña ni a Los Países Bajos, previene el periódico. Una deuda demasiado elevada podría impedir la recuperación económica del país y forzar la salida al extranjero de los habitantes más cualificados. El día que sólo queden en Islandia cuatro pescadores, Los Países Bajos y Gran Bretaña podrán esperar sentados” a cobrar su dinero.Para Volkskrant, Londres y Amsterdam deberían “estudiar la posibilidad de realizar un gesto, como por ejemplo anular una parte de la deuda [islandesa] o de sus intereses”. Sin embargo, parece poco probable que eso suceda, tal como afirma Jyllands-Posten). El periódico danés explica que este asunto permite comprobar la medida de la solidaridad internacional con Islandia, en un momento en que países como Letonia, Grecia y Hungría corren el riesgo de encontrarse en la misma situación. Un economista citado por el periódico, sin embargo, previene que “la ayuda tiene un límite, y ahora vemos que la comunidad internacional no perdona deudas”.