Pristina, capital de Kosovo. 10 de abril de 2010.

La bomba de relojería demográfica de Europa

El Estado más joven del continente registra la mayor tasa de desempleo. Sin posibilidades de viajar al extranjero y con muy pocas oportunidades en el país, ¿está a punto de estallar una revolución entre la floreciente generación de jóvenes de Kosovo?

Publicado en 11 abril 2012 a las 10:49
Astrit Ismaili  | Pristina, capital de Kosovo. 10 de abril de 2010.

A cualquier hora del día, se reúnen artistas, escritores y soñadores de Pristina en el limitado espacio de Dit e Nat, un café repleto de libros cuyo nombre significa Día y Noche en albanés. Entre ellos se encuentra Astrit Ismaili, un artista conceptual de 20 años que volvió hace poco de una estancia de seis meses en Nueva York. “Yo tuve suerte. Gané un premio para ir a Estados Unidos”, comenta. “La mayoría de personas en Kosovo nunca tienen la oportunidad de marcharse, porque es muy difícil obtener los visados. Es muy triste que el talento y las ambiciones de la juventud de aquí sean mucho mayores de lo que nos permite nuestra realidad”.

El trabajo de Ismaili explora temas de identidad y sexualidad a través del prisma de una sociedad que aún está asumiendo las consecuencias de la guerra que ayudó a Kosovo a surgir como un Estado independiente. Puede resultar provocador (en uno de sus proyectos Ismaili posa casi desnudo con el horizonte de Pristina de fondo) y sabe que está sobrepasando los límites en un lugar que sigue siendo mayoritariamente conservador. “Si no tienes la oportunidad de experimentar las cosas fuera de Kosovo, la vida aquí puede resultar asfixiante”.

El término asfixiante también lo emplea un licenciado en paro que dice llamarse Dren. Mientras sostiene un café en un local atestado de gente, con vistas al icónico monumento amarillo intenso Newborn (Recién nacido) inaugurado cuando Kosovo declaró unilateralmente su independencia en 2008, Dren señala a su alrededor. “Pristina está llena de cafés como este. . . repletos de jóvenes como yo, sin nada más que hacer durante todo el día que tomar café”, comenta con amargura. “No tenemos trabajo, ni perspectivas de futuro, ni salidas. No es un país para los jóvenes”.

Un país de gente joven

Sin embargo, Kosovo es un país de gente joven. Sus dos millones de habitantes constituyen la población más joven de Europa: una de cada dos personas es menor de 25 años. Más de la mitad de los ministros del Gobierno de Kosovo tiene menos de 40 años. La presidenta del país, una excomandante de policía llamada Atifete Jahjaga, sólo tenía 36 años cuando fue elegida el año pasado. Y, tal y como les gusta señalar a las autoridades cuando hablan sobre los retos a los que se enfrenta Kosovo, el Estado, que celebró su cuarto aniversario en febrero, es el más joven del mundo después de Sudán del Sur.

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Al Gobierno, que pagó a Saatchi Saatchi cerca de 5 millones de euros para que creara una llamativa campaña publicitaria internacional que presumía de los “jóvenes europeos” de Kosovo, se le acusa de que no se está tomando muy en serio los problemas de la juventud. Hace dos años, el grupo de expertos Kosovo Stability Initiative, con sede en Pristina, publicó en colaboración con Unicef un informe en el que se calculaba que el desempleo juvenil llegaba al 73 por ciento.

“El desempleo en Kosovo está destruyendo a la juventud” afirmó un joven llamado Milot que fue encuestado por los investigadores; otros comentaban cómo el nepotismo y el clientelismo complican aún más la vida a los jóvenes sin empleo. Posiblemente la situación empeorará antes de que pueda mejorar: se prevé que alrededor de 200.000 personas llegarán a la edad de trabajar en los próximos cinco años. La prestación por desempleo no existe en Kosovo. La única red de seguridad es la familia. Muchos encuentran un escape de otros modos: el consumo de alcohol y drogas ha aumentado, según las personas que trabajan con la juventud kosovar.

Una moribunda economía que depende de la ayuda internacional

La tasa de desempleo de Kosovo llega al 45 por ciento, la más alta en los Balcanes Occidentales. La moribunda economía depende del sector de los servicios, de la ayuda internacional y de los envíos de dinero de la diáspora de Kosovo, aunque esta última fuente de ingresos se ha visto perjudicada por la crisis financiera global. A las frustraciones de la juventud se añade el hecho de que Kosovo es el último país en los Balcanes cuyos ciudadanos no pueden viajar libremente a los países de la UE.

Un expatriado que lleva años trabajando con agencias internacionales en Kosovo establece comparaciones con las injusticias que provocaron las protestas por todo Oriente Próximo y el norte de África el año pasado: “Una población joven, un alto índice de desempleo juvenil y un creciente desencanto con respecto al status quo: aquí están presentes los mismos ingredientes”.

En opinión de algunos, gran parte del ascenso del movimiento nacionalista impulsado por la juventud Vetevendosje (Autodeterminación), que pasó de ser un grupo agitador a convertirse en el tercer partido parlamentario de Kosovo, se debe a su capacidad de canalizar el creciente desencanto por el aislamiento y el estancamiento del país.

"Nada de negociaciones, ¡autodeterminación!"

Vetevendosje rechaza cualquier contacto con Serbia, se rebela contra lo que considera el paternalismo de las misiones internacionales en Kosovo, incluida la operación de la UE conocida como Eulex, e insiste en la unificación con la vecina Albania. Las calles de Pristina están repletas de sus grafitis, incluido el fulminante “Eulexperiment” y “Jo Negociata – Vetevendosje!” (Nada de negociaciones, ¡autodeterminación!).

El líder de Vetevendosje, Albin Kurti, habla de un movimiento popular pacífico contra lo que considera la élite política corrupta de Kosovo, aunque las protestas callejeras del movimiento en varias ocasiones han acabado en enfrentamientos con la policía.

Las autoridades de Kosovo, algunas de las cuales califican a Kurti y a su movimiento de extremistas, restan importancia a la posibilidad de se produzcan disturbios generalizados. “No existe ningún riesgo”, afirma la presidenta Jahjaga.

Shem Aliu, un activista de 28 años que trabaja con proyectos financiados por la UE y relacionados con el desarrollo económico y la reconciliación, expone que Kosovo tiene mucho que ofrecer.

“Queremos ser parte de la UE, queremos participar en los Juegos Olímpicos, queremos pertenecer a federaciones como la Fifa. . . Queremos mostrar al mundo nuestra faceta más brillante: una juventud de gran talento”, afirma. “El aislamiento que sufrimos está reforzando nuestras aspiraciones. Creemos que nos esperan tiempos mejores”.

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