Exposición virtual "Explore Francis Bacon" en la página web de la galería Tate Britain ©Tate 2008

Los museos virtuales tejen su red

El éxito de la página web de la Tate Britain pone de relieve la contribución que puede suponer Internet para revalorizar las colecciones —y los almacenes— de los grandes museos, mejorar su proyección y atraer a nuevos visitantes.

Publicado en 29 enero 2010 a las 15:23
Exposición virtual "Explore Francis Bacon" en la página web de la galería Tate Britain ©Tate 2008

Quienes sufran males de amores, pueden encontrar consuelo en la página de la Tate Britain consultando la exposición “I’ve just split up collection” (Colección acabo de separarme). En la pantalla aparecen cinco cuadros tan melancólicos, románticos y desgarrados como se pueda desear, entre ellos un Waterhouse y un Turner. También hay colecciones de temas más generales: “The Rainy Day Collection” (Colección para días de lluvia), o se pueden realizar búsquedas por palabra clave, como por ejemplo “suffering” (sufrimiento): 84 resultados.

“La Tate cuenta oficialmente con cuatro museos, pero su página web es considerado como el quinto a todos los efectos”, explica Martijn Stevens. Adscrito a la Universidad de Radboud de Nimega, su especialidad es la influencia de la digitalización sobre los museos de arte. En el Instituto V2 de Rotterdam, Stevens observó que las formas digitales de arte son difíciles de conservar: las páginas desaparecen de Internet, el software envejece. Los museos podrían ofrecer a estas obras un pedestal más perdurable.

Los estudios de Stevens muestran que las instituciones artísticas aún no sacan todo el rendimiento a las posibilidades que ofrece la tecnología. En sus páginas web, la mayoría de los museos ofrecen principalmente servicios prácticos: información sobre las exposiciones actuales, horarios de apertura, accesibilidad. “La página web de un museo ofrece como máximo un anticipo de la visita real”, afirma Stevens. “A menudo, el objetivo final es la digitalización de la colección. Pero eso no debería ser más que el comienzo, si el museo desea participar realmente en la dinámica artística de la sociedad.”

Volviendo a la Tate, que sería el ejemplo a seguir: en su página hay una opción que permite localizar a través del callejero virtual de Googleel lugar exacto donde se han pintado los cuadros, y a través de “Art on Demand” los visitantes de la página pueden comprar reproducciones de los cuadros, con los marcos incluidos.

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Interactividad entre colecciones y público

Stevens reconoce que existen instituciones artísticas que experimentan en este terreno, como el Rijksmuseumde Amsterdam y el Museo Kröller-Müller de Otterlo (cerca de Utrecht). “Pero cuando hay que recortar presupuestos, estos experimentos son los primeros que desaparecen de escena. Lo prioritario es siempre la colección.” Stevens no se muestra sorprendido por el hecho de que los museos no den ejemplo: “Durante siglos, la consigna ha sido mostrar, conservar y preservar. Es una tradición que no cambiará fácilmente”. Por otro lado, las iniciativas digitales suponen un coste. “En la Tate ocupan un departamento entero. En otros museos, prácticamente no existen conocimientos en este terreno. Deben recurrir a programadores y diseñadores de páginas web externos.” Por otro lado, existe el miedo a que la divulgación de la colección conlleve una reducción del número de visitantes. Según Stevens, se trata de un miedo infundado: “Siempre habrá un público para la pincelada auténtica.”

¿Pero cuál es la ventaja de una página más dinámica, desde el punto de vista del museo mismo? “Le permitiría atraer a un público más variado. Gracias a la interacción, los espectadores se sienten más implicados con la colección. Se puede ofrecer un contexto más amplio, imaginar toda clase de variantes. En todo caso, la división en función de los dictados de la historia del arte será pronto una concepción superada.”

La exposición de objetos frágiles

Internet ofrece también la posibilidad de mostrar objetos de la colección que son tan vulnerables que raramente salen del almacén. Stevens cita como ejemplo positivo en este sentido la exposición web“Accesorize!” del Rijksmuseum de Amsterdam, que permite observar accesorios de moda hechos con plumas de avestruz o con el caparazón de una tortuga hasta en sus detalles más ínfimos. “En la sala nunca podríamos acercarnos tanto. Serían expuestos en vitrinas.”

Aparte de la venta eventual de reproducciones, Stevens no prevé que se generen ganancias suplementarias para los museos. “Las visitas de pago en la página web no funcionan”. Stevens estima que los poderes públicos tienen un papel que desempeñar en este terreno: “Del mismo modo que contribuyen a la conservación y el mantenimiento de un Rembrandt, cabe imaginar formas de apoyo a las aplicaciones web.”

Por último, los museos también pueden orientar la digitalización a fines de creación artística. “Los museos encuentran cada vez más dificultades para coleccionar obras de arte. Los magnates rusos del petróleo se hacen rápidamente con ellas en las subastas públicas y en las exposiciones. En respuesta a eso, los museos podrían lanzar por ejemplo proyectos artísticos online, en los que puedan participar un gran número de artistas.” Stevens concluye: “Es preciso que los museos se atrevan a abandonar los conceptos tradicionales. Deben ser más abiertos, más flexibles. De este modo lograrán reflejar mejor las nuevas tendencias que surgen en la sociedad”.

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