Miembros de un conjunto musical bávaro votando en Bayrischzell, el 7 de junio de 2009 (AFP)

Un voto demasiado local en un mundo global

Ni candidatos ni electores han sabido aprovechar la oportunidad que suponían las más grandes elecciones transnacionales de la historia. Ocasión perdida, según El País, puesto que, cada vez más, los problemas mundiales exigen respuestas más allá de las fronteras nacionales.

Publicado en 8 junio 2009 a las 14:45
Miembros de un conjunto musical bávaro votando en Bayrischzell, el 7 de junio de 2009 (AFP)

La cita electoral del 7 de junio se ha jugado en términos locales, pues locales han sido los debates y propuestas de los partidos en concurrencia en los 27 países de la Unión Europea. Desmintiendo el contenido del eslogan utilizado por los socialistas en España ["El partido se juega en Europa"], Basterra afirma que "se han jugado 27 partidos nacionales en una estrategia mezquina que no hace sino empeorar la posición de la UE en el tablero mundial".

El desapego provocado por unas elecciones vistas como lejanas y la alta tasa de abstención registrada vendrían a confirmar que "el 7-J se convierte en el triunfo de lo local". Sin embargo, en opinión de Basterra, "no hay soluciones nacionales a los problemas globales", a cuestiones como el cambio climático, la inmigración o la energía.

Pero Europa no puede dejar de aprovechar la ocasión que ha supuesto "la mayor elección transnacional de la historia" en un mundo global, en el que otras potencias, como China, India o Brasil pisan fuerte: "Europa se hace querer. Pero no podemos seguir perdiendo protagonismo", concluye.

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El peso de los estados-nación

Las elecciones europeas han demostrado de forma clara que lo que cuenta no es una Europa común o una solidaridad continental, sino la nación, el Estado, la tribu, afirma Andrezej Talaga en el diario polaco Dziennik. Parece claro que una Europa federal no existirá nunca, "ni hoy ni mañana", porque los Estados-nación permanecerán como los principales actores de la escena política europea. Lo que quiere decir que una identidad europea tiene pocas oportunidades para remplazar la idea de nación.La UE debe decidir en serio lo que quiere llegar a ser. Y reflexionar sobre cómo conciliar los intereses nacionales de los estados miembros con los de la comunidad en su conjunto, añade el editorialista. "Las elecciones europeas cambiarán pocas cosas pero son un barómetro importante. Una señal de alarma. Europa, levántate.Es el momento de tomar decisiones".

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