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Aquí llegan los Estados Unidos de Europa

Si Alemania acaba pagando la crisis de la eurozona, el precio más probable será la unión política y fiscal. Ya se están elaborando planes antes de lo que podría ser una cumbre trascendental de la UE los días 28 y 29 de junio.

Publicado en 5 junio 2012 a las 15:34

Eso da una idea de a la velocidad a la que cambia la política en la crisis del euro. Hace sólo quince días, toda la atención se centraba en el nuevo presidente de Francia, François Hollande, mientras se erigía en París como el Señor del Crecimiento y se apresuraba a retar a la Señora Austeridad de Europa, la canciller Angela Merkel.

"Necesitamos nuevas soluciones. Todo está sobre la mesa", prometía Hollande, con lo que quería decir que obligaría a Merkel a quitarse la pinza de la nariz y pensara en los aspectos que desprenden un olor nauseabundo en Berlín, sobre todo los eurobonos, para que Alemania resuelva la crisis de un plumazo al aceptar la financiación de la deuda de España, Grecia, Italia y el resto. Pero de eso ni hablar.

El sábado, la lucha del crecimiento contra la austeridad ya había pasado, ya que Merkel dio la vuelta a la situación en detrimento de Hollande. La canciller declaró que no debía haber tabúes a la hora de lidiar con las opciones difíciles a las que se enfrentan los líderes de Europa mientras esperan a ver qué ocurre en Grecia y España y trazan sus próximas acciones en lo que parece estar convirtiéndose en una cumbre trascendental a finales de mes.

Medidas federalistas draconianas

Merkel parecía estar refiriéndose no sólo al farol de Hollande, sino al de Francia. Al anunciar que no podía haber censura alguna en la lista de tareas pendientes de la eurozona, se refería a plantear pasos radicales y federalistas que impliquen una pérdida gradual de soberanía nacional sobre las políticas presupuestarias, fiscales, sociales, de pensiones y del mercado laboral, con el objetivo de crear una nueva unión política europea en cinco o diez años.

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Vuelve la noción de los EUE, los Estados Unidos de Europa. Al menos para la eurozona. Esa "unión política", que cedería los poderes fundamentales a Bruselas, Luxemburgo y Estrasburgo, siempre ha sido excesiva como para que los franceses consideraran este concepto.

Pero Berlín está dando a entender que si tiene que pagar el pato por lo que considera los errores de los demás, tendrán que producirse cambios progresivos y en cuestión de integración hacia una unión en la eurozona del sistema bancario, fiscal y en última instancia, político. Se trata de una noción divisora y refutada con la que Merkel no siempre ha estado de acuerdo. Sin embargo, en medio de la crisis, ahora parece que no queda otra alternativa.

En las próximas tres semanas podremos ver una actividad frenética en este sentido, ya que un cuarteto de influyentes dirigentes de la UE recorrerán las capitales europeas para tantear el alcance de lo que puede ocurrir. Herman Van Rompuy, presidente del Consejo Europeo, Mario Draghi, director del Banco Central Europeo, Jean-Claude Juncker, líder de Luxemburgo y jefe del eurogrupo de los países de la moneda única y José Manuel Barroso, presidente de la Comisión Europea, tendrán que presentar un plan de integración de la eurozona en una cumbre de la UE que se celebrará los días 28 y 29 de junio. Los cuatro son federalistas europeos convencidos.

Agotando las reservas

Antes de la cumbre se celebrarán unas proféticas elecciones griegas [el 17 de junio] y parlamentarias francesas [el 10 y el 17 de junio] y mientras, parece que al sector bancario español se le acaba el tiempo. El ministro de Economía en Madrid, Luis de Guindos, afirma que el destino del euro se decidirá en estas semanas en España e Italia.

La reflexión sobre el salto cualitativo en la integración no salvará a Grecia, ni rescatará los bancos españoles, ni pondrá orden en Italia, ni solucionará la crisis del euro a corto plazo. A los líderes también se les puede acabar el tiempo, al agotar las reservas de políticas arriesgadas y las llamadas de última hora que han caracterizado a la "gestión" de la crisis de los últimos 30 meses.

Pero esperan que al revelar una estrategia a medio plazo para una unión fiscal y política en la eurozona, convencerán a los mercados financieros de que su determinación de salvar el euro es irreversible y de que ha pasado lo peor.

El impacto del proyecto será enorme, si llega a iniciarse. Como es lógico, se necesitaría un nuevo tratado europeo. Será un proceso tortuoso. Probablemente se necesitaría también una nueva Constitución alemana, lo que podría significar ir demasiado lejos.

Muerte del euro o federación

El actual "déficit democrático" citado hasta la saciedad al referirse al modo con el que se dirige la UE aumentaría exponencialmente sin una puesta a punto radical del apuntalamiento electoral del gobierno de la eurozona. ¿Qué sentido tendría elegir un Gobierno por ejemplo, en Eslovenia, cuando en una unión política de la eurozona los impuestos, los gastos, las pensiones o las políticas laborales se deciden en Bruselas? Surgiría una Europa de dos velocidades mucho más arraigada y la toma de decisiones clave se centraría en la eurozona y no en una UE de 27 o 28 miembros.

El abismo entre Gran Bretaña y Europa central podría ser insalvable, lo que generaría sólo rencor mutuo y finalmente acabaría con los infelices escarceos del Reino Unido con la UE, aunque la "unión política" es precisamente lo que están recomendando David Cameron y George Osborne como la "lógica aplastante" de compartir una moneda.

Después de tres años intentando arreglárselas, las opciones a las que se enfrentan los líderes europeos cada vez son más crudas: la muerte del euro o el nacimiento de una nueva federación europea.

Instituciones

Las cuatro prioridades de Bruselas

“Plan secreto para una nueva Europa”, así titulaba Die Welt en su edición dominical la información detallada sobre el programa en el que ahora están trabajando los líderes de las instituciones europeas. Según fuentes del diario de Berlín, el presidente del Consejo Europeo, Herman van Rompuy, el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, y el presidente del Eurogrupo, Jean-Claude Juncker, están esbozando una propuesta que podría someterse a discusión en la reunión del Consejo Europeo del 28 y 29 de junio. El plan se centrará en cuatro temas principales:

... reforma estructural, unión bancaria, unión fiscal y unión política. (...) Si los 27 Estados miembros consiguen alcanzar un acuerdo, el resultado será una Europa totalmente nueva.

El asunto de la "unión fiscal" es ante el que el Gobierno alemán plantea más reparos, subraya Die Welt. Para Berlín, el mandato denota una severa política de austeridad, lo que supone el desarrollo del pacto fiscal. Por el contrario, la unión fiscal que se plantea en la agenda para debatirse incluye la responsabilidad compartida por los déficits nacionales articulada a través de eurobonos, una medida a la que Alemania ha rechazado sistemáticamente.

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