Al verla tan vivaz, chispeante y encantadora, nadie diría que hace justo un año y medio, Miriam Meckel se desmoronaba, física y sicológicamente agotada. Hasta los 42 años, Meckel había vivido siempre a cien por hora y había recorrido el mundo durante aproximadamente quince años. Hasta el día en que se derrumbó. En septiembre de 2008, al regresar de un viaje de varias semanas, Meckel animó un evento relacionado con las elecciones presidenciales americanas. Al día siguiente, por la mañana, se le hizo imposible levantarse. “Era como si hubiese tomado a la vez una sobredosis de somníferos y estimulantes”, recuerda.
Padeciendo dolores y accesos de fiebre, se quedó allí, sentada, llorando. No estaba nada bien, y sin embargo, se sientó delante de su ordenador para revisar los e-mails. Descubre entonces que tiene alrededor de cincuenta correos sin leer y se derrumba. Es la animadora de televisión, Anne Will, su pareja, quien salvó su vida llevándola al médico. El diagnóstico fue inmediato: Miriam Meckel padece del síndrome de agotamiento profesional.
La dicha de ser incapaz
No fue fácil para esta joven, hija de un teólogo, renunciar al modo de vida que siempre había llevado y que, hasta ese momento, solo había conocido el éxito. “Simplemente, no podía creer que ya no podría seguir llevando ese tren”. A los 31 años, diplomada en ciencias de la comunicación, Meckel era la profesora universitaria más joven en Alemania y portavoz del gobierno de Wolfgang Clement en Düsseldorf [en Renania, Westfalia del Norte]. Una vez en Düsseldorf, comienza a animar emisiones televisivas, escribe ensayos científicos, distintos artículos y también varios libros; en 2005, la prestigiosa universidad suiza de St. Gallen la convoca.
Con la publicación de su biografía, Miriam Meckel no aparece solamente como un ejemplo de éxito profesional. Su historia muestra también la dificultad que implica la aplicación de ciertas reglas conocidas y comprendidas desde hace ya tiempo. En efecto, tres años antes, Meckel había publicado Das Glück der Unerreichbarkeit La dicha de ser ilocalizable], un libro que aborda el tema de los riesgos relacionados con el exceso de comunicación.
Una olla sobrecalentada con una sopa de ranas en su interior
La autora rechazaba el término “burnout”, ya que consideraba que “correspondía a un esquema en el cual, quienes logran triunfar en la vida, terminan padeciendo el síndrome de agotamiento, mientras que los otros, los que no alcanzaron el éxito, los perdedores, padecen depresión”. Se sensibilizó con este tema después de haber estudiado la percepción en los medios de comunicación de dicho fenómeno. También descubrió que no fue hasta el 1974, que el sicoanalista Herbert Freudenberger logró identificar esta enfermedad, aunque los síntomas se habían estado manifestando desde hacía ya tiempo. Se estima que Thomas Buddenbrook habría padecido este mal. A imagen y semejanza del antihéroe de Thomas Mann, Miriam Meckel nunca se dio cuenta hasta qué punto sobreestimaba sus fuerzas en los momentos de debilidad. Agotaba hasta sus últimas fuerzas para responder a sus propias expectativas y a las de los demás. Seguía soportando todas las presiones ya que el síndrome “no es algo bien visto” en nuestra sociedad. Al menos, eso es lo que siempre le enseñaron. “La generación de mis padres tenía la costumbre de recobrar la calma diciendo que en la vida había otros problemas”.
Con su libro, la escritora tocó una fibra sensible. Ya que, si bien en los países industrializados la cantidad de accidentes de trabajo disminuye de manera regular desde hace años, las enfermedades síquicas aumentan constantemente. Causa de ello es la vida moderna, en la cual la individualización y la flexibilización llevaron a una mayor responsabilidad de cada uno. Meckel cree que el individuo se siente excedido ya que tiene que tomar decisiones sin cesar. Antes, el mundo del trabajo y el mundo familiar estaban claramente separados. Actualmente, cada miembro de la familia tiene un ordenador portátil y un Blackberry en casa: “Somos como las ranas, que están siempre alegres porque su estanque es agradable y tibio sin darse cuenta de que, hace tiempo que, ese estanque se transformó en una olla sobrecalentada que contiene una sopa de ranas en su interior – estamos cocidos por el estrés y el burnout”, dice Meckel.