El 87% de los griegos quieren que su país siga en la eurozona. La mayoría de partidos comparten la misma postura. Pero cuanto más se acerca el domingo, más sube el termómetro, aumenta la incertidumbre y muchas personas en Grecia, y en otros lugares, temen que, en este país, el euro se declinará en pasado. Así lo demuestran libros y artículos, las declaraciones de políticos o economistas y las estimaciones de los analistas. Podríamos pensar que es paradójico. Pero ¿lo es realmente? En absoluto, porque los expertos no están locos. Algunos sirven a sus propios intereses [se sospecha que algunos analistas y políticos especulan sobre el regreso al dracma], pero no todos pertenecen a la categoría de los que querrían que Grecia saliera del euro.
¿Qué está ocurriendo entonces? ¿Qué finalidad tiene todo esto? Sin tener ninguna idea preconcebida, la razón visible y profunda es el doble lenguaje de Syriza. Mientras la Coalición de la Izquierda Radical [que agrupa a 13 pequeños partidos] lucha por asumir el poder, sus miembros no dicen ni directa ni indirectamente que si llegan al poder quieren que el país permanezca dentro de la zona euro. En sus declaraciones, dejan vía libre a las interpretaciones lógicas, que no excluyen la posibilidad de una salida del euro.
Si esta postura resulta ser una táctica de negociación para estar posteriormente en una posición dominante, se trata de un grave error. Con ella aumenta la incertidumbre, la fuga [hacia otros partidos] y la inseguridad de los ciudadanos que, ante el estado actual de las cosas, reaccionan inmediatamente. Esto perjudica a la economía del país. Las elecciones son cruciales y no tolerarán ninguna ambigüedad.