Nick Griffin, jefe del BNP elegido en el Parlamento europeo el 7 de de junio de 2009 (AFP)

El BNP: no hay que alarmarse

La elección de dos diputados de extrema derecha en el Parlamento europeo hace temer una vuelta del fascismo en el Reino Unido. Pero Sunny Handal, en The Guardian, cree que los laboristas y los medios de comunicación deben relativizar este hecho.

Publicado en 9 junio 2009 a las 15:18
Nick Griffin, jefe del BNP elegido en el Parlamento europeo el 7 de de junio de 2009 (AFP)

El Reino Unido por fin ha votado a un líder fascista. No es que menosprecie la amenaza que representa la ultraderecha, pero espero que nos haga empezar a cambiar nuestra postura ante este partido.

  1. El BNP no ha conseguido más votos: el recuento total ha disminuido desde 2004. Esto no quiere decir que la propaganda del BNP haya seducido a más gente, sino que el electorado laborista se ha derrumbado y ha optado por otros partidos. Si el laborismo consigue recuperarse, no hay motivos para pensar que el BNP pueda volver a salir elegido.

  2. Puede que así los laboristas recuerden que tienen sus raíces tradicionales en la clase obrera, una clase tan maltrecha que está emigrando a otros partidos. No se trata aquí de una invectiva contra una inmigración y un multiculturalismo elevados, sino contra un partido centralizado que hace caso omiso de las inquietudes locales. Nuestros medios se pasan el día diciendo que su infraestructura se está viniendo abajo por culpa de los solicitantes de asilo y no de la falta de inversión. La inmigración no tendría tanto protagonismo si las administraciones locales concedieran o retiraran recursos en función de los movimientos de la población, para asegurarse así la salvaguarda de los servicios públicos. Esto se debe asimismo a la falta de inversión en viviendas sociales.

  3. Espero también que los resultados pongan fin a las alharacas de gestos políticos en contra del BNP con los que todos los partidos piden al unísono que la gente “vote por cualquiera menos por el Partido Nacional Británico”. Si nos dieran una razón para votarles sin sonar como robots idiotas y vacuos en la televisión, puede que incluso lograran convencer a muchos más de nosotros para que acudiéramos a las urnas. Lo único que consiguen estos gestos es potenciar la imagen antisistema del BNP, con lo que garantizan que aquellos que no quieran votar a “ninguno de los anteriores”, voten a ellos.

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  4. Así se demuestra que copiar el lenguaje del BNP no funciona. El gobierno laborista cuenta entre sus filas con personas que creen que si de vez en cuando deslizan alguno que otro sobreentendido racista, pueden conseguir mantener el voto de la clase obrera. De este modo hacen gala de una actitud paternalista y además cometen un error, al no darse cuenta de que el proletariado está furioso con el partido que lo defraudó y no forzosamente con sus vecinos negros. Los parlamentarios laboristas han hecho declaraciones que sonaban duras respecto a la inmigración con la absurda esperanza de lograr así apuntalar a su electorado. Carecen de un mensaje estimulante que diga, como hizo Obama, “tus sueños no tienen que cumplirse a expensas de los míos”.

  5. Puede que así se obligue a los medios a replantearse la asistencia que el churnalism, el periodismo rápido y barato, presta al BNP. En lugar de hacerles preguntas bobas como si son un partido racista, resultaría útil que los periodistas situaran las actividades del partido en el punto de mira. Gran parte del establishment se toma el BNP a broma, pero debemos tomárnoslo en serio, porque nos ha demostrado que puede hacerse con más de 100.000 votos en una región. Deberíamos mostrarlos como el hatajo de charlatanes que son, sin omitir las anécdotas racistas. La elección de los dos eurodiputados puede que ahora obligue a los periodistas a no tomarse al BNP más en serio, en lugar de tratarlo con un desdén que sólo contribuye a aumentar el odio antisistema.

  6. ¿Se encuentra el país a las puertas de una guerra racial? Lo dudo. El propio BNP ha ido moderando su mensaje cuanto más cerca se ha visto del poder (por lo que parece, ya no es un partido racista, imagino que para gran desencanto de muchos de esos seguidores suyos que afirman estar orgullosos de ser racistas). La mayor parte de la gente tiene el suficiente contacto con personas de una minoría étnica como para saber lo estúpido que resulta el racismo. Esto tendrá siempre mayor validez que todo lo que diga el BNP.

Con esto no pretendo decir que debamos recibir al BNP con los brazos abiertos. Sólo que un alarmismo exagerado redunda únicamente en su beneficio.

ANALISIS

No ha llegado (todavía) el momento del pánico

El diario británico The Guardian ha preguntado a destacados historiadores británicos si el fascismo está volviendo a conquistar terreno en el Reino Unido y en Europa. Michael Burleigh, el autor de 'El Tercer Reich' [Taurus, 2004], sostiene que la situación no se puede comparar a la de los años 30, y añade que "Hitler no era tan parlanchín". Además, los partidos de extrema derecha han cambiado con el poder. El BNP es hostil a la Unión Europea pero minimiza cada vez más sus ideas racistas. Richard Overy recuerda que el fascismo fue un movimiento revolucionario que prometía un nuevo orden social. Pero la extrema derecha actual no tiene esas intenciones.

David Stevenson, profesor en la London School of Economics de Londres, no ve tanto paralelo con los años 30 como con el éxito de Jean-Marie Le Pen en Francia en los años 80. De la misma manera que Le Pen se benefició del desencanto del voto comunista, el BNP se ha beneficiado del hundimiento del voto laborista.

Norman Davies de la Universidad de Oxford cree que aunque el BNP pueda tener aliados en la extrema derecha europea, no se trata de un movimiento europeo de masas,
y añade: "Los partidos de extrema derecha terminarán por enemistarse unos con otros". Eric Hobsbawan, el más conocido de los historiadores británicos, considera que la característica más llamativa de estas elecciones es la crisis en la que está sumida la izquierda. "La izquierda se ha apoyado en una clase obrera que ya no existe en su forma tradicional, y para volver a encontrar su base electoral, debe buscar un nuevo electorado". Lo que resalta de estas elecciones, como concluye Burleigh, es que "el centro derecha ha salido muy bien parado".

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