Mario Monti, el último comodín

Con vistas a la cumbre de la UE de esta semana, el columnista Wolfgang Münchau plantea que sólo una unión política puede salvar a la UE y que únicamente el primer ministro italiano puede exponerlo con claridad y convencer a Alemania. Pero ¿lo hará?

Publicado en 25 junio 2012 a las 16:05

Imaginemos que este jueves por la tarde, en la reunión del Consejo Europeo de los jefes de Estado, el primer ministro italiano se levanta y dice lo siguiente: “Señor Presidente, estimados compañeros. Estamos ante una elección sencilla: podemos salvar el euro hoy y crear las bases de una futura unión política, o bien dejamos que fracase y no conseguiremos nada. Todos sabemos qué se necesita para salvar el euro. Necesitamos una unión bancaria para España, una unión fiscal para Italia y una unión política para Alemania.

“Podemos discrepar en cuanto a los detalles, por supuesto. Pero tenemos que resolver algunas de estas diferencias este fin de semana y tomar una decisión sobre los pasos necesarios en este momento. Nuestras políticas para resolver la crisis han fracasado una y otra vez. Ahora necesitamos algo que funcione rápido. Si no lo hacemos, les aseguro que dejaré de pertenecer a este grupo y que mi país ya no será parte de este proyecto”.

Permítanme decir ante todo que no espero realmente que Mario Monti pronuncie estas palabras, ni siquiera una versión más críptica. Es líder de un Gobierno técnico. Su tarea consiste en arreglar cosas. Enfrentarse a la canciller alemana, o pavonearse, como podrían describirlo algunas personas, no es parte de sus atribuciones y mucho menos hacer apuestas sobre el futuro de Italia. Los partidos políticos italianos le designaron porque necesitaban un fontanero para que sustituyera al playboy, no un jugador de apuestas. Lo último que querían era un líder.

Poner en evidencia a Alemania es equivocado

Creo que existen razones para realizar una apuesta calculada. Pero deben comprenderse a la perfección sus riesgos y sus ventajas. La clave no es tanto poner en evidencia a Angela Merkel, como han estado instando algunos de mis amigos italianos y españoles. No está tirándose un farol, a pesar de que la ruptura de la eurozona claramente sería algo desastroso para Alemania. Joschka Fischer, el exministro de Exteriores, afirmó recientemente que si se permite que la eurozona fracase, Alemania provocaría por tercera vez en un siglo la destrucción total de Europa y de sí misma.

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Los que abogan por la estrategia de poner en evidencia a Alemania a menudo asumen un grado de racionalidad que sencillamente no existe. Los alemanes han desarrollado un extraño discurso sobre la crisis. Al seguir el debate allí, como suelo hacer, percibo un cierto universo paralelo. Por ejemplo, se niega que los actuales superávits de cuenta corriente constituyan remotamente un factor. En el discurso alemán, la economía es como un partido fútbol que está ganando Alemania. Y la tarea de la canciller es animar al equipo contra el otro, como hizo en Gdansk el pasado viernes, cuando Alemania derrotó a Grecia. Alemania, al igual que Merkel, parece imparable.

El reducido número de autoridades inteligentes y la élite económica comprenden lo que está en juego, pero están dispuestos a asumir el riesgo de un accidente. El mantenimiento del euro no es su principal objetivo.

Analfabetismo económico y financiero

Cuando Otmar Issing, antiguo economista jefe del Banco Central Europeo, rechaza categóricamente cualquier forma de mutualización de la deuda, tal y como hizo en un reciente artículo en un periódico, no menciona qué ocurriría si el Gobierno siguiera su consejo. La eurozona se disolvería.

Si llega la presión de la disolución, vendrá de Italia. Silvio Berlusconi dijo de modo alarmante la semana pasada que la salida del euro no sería ninguna blasfemia. Expuso una serie sencilla de opciones: o Italia es rescatada, o Alemania sale de la eurozona, o Italia sale de la eurozona. Me da la impresión de que Berlusconi está preparando a su partido para ganarse el voto de los euroescépticos en las próximas elecciones y retar al Movimiento Cinco Estrellas en contra del euro, así como a su líder Beppe Grillo. Al parecer, Berlusconi ha estudiado sus discursos y sus escritos en detalle. Lo que estamos viendo en este caso es el proceso de cómo la postura en contra del euro se puede volver la corriente mayoritaria.

Y si sucede algo así, puede que ya sea demasiado tarde para salvar al euro. Los líderes de la eurozona han tenido más de tres años para actuar. Y los han desaprovechado. Puede que individualmente sean personas inteligentes, pero como grupo, han demostrado un extraordinario nivel de analfabetismo económico y financiero. ¿Recuerdan la noción de la contracción fiscal expansiva? ¿O la idea absurda de ampliar el fondo de rescate? ¿O la idea de que los inversores privados asumieran voluntariamente los costes de la estabilización? ¿Realmente creemos que estas son las personas que harán lo correcto en un solo día, cuando han cometido todos los errores posibles en tres años?

Retar a Merkel desde el interior

La única esperanza sería que alguien desde el interior retara a Merkel.

Esa persona debería vetar la chapuza que probablemente se proponga el jueves. ¿Qué nivel de credibilidad tiene una unión política en el futuro si no podemos salvar la eurozona hoy? Nos encontramos en un momento crucial.

Nadie ocupa una mejor posición para hacer frente a Merkel que el primer ministro italiano. Cuenta con información privilegiada sobre Europa. Es inteligente y elocuente. Su país es el siguiente al que atacarán los mercados. La Unión Europea carece de plan B.

Una amenaza de dimisión sería creíble y asustaría a muchas personas. No tiene nada que perder. Sus resultados en las encuestas de votos se han derrumbado y también está perdiendo apoyo dentro de su coalición. Monti sólo podrá salvar a su país y al euro hablando claramente ante la clase dirigente.

Consejo Europeo

Frenéticos preparativos para la "cumbre de la última oportunidad"

A pocos días del Consejo Europeo de Bruselas del 28 y 29 de junio, descrito por los observadores como "decisivo" para el futuro del euro, los preparativos están en marcha y las reuniones entre los protagonistas se multiplican. Después de participar en la "minicumbre" de Roma celebrada entre Italia, Alemania, España y Francia el 22 de junio, François Hollande se reunió en París con Mario Draghi el día 25 de junio. El presidente del Banco Central Europeo tuvo como misión abogar frente al presidente francés en favor de la unión bancaria y una mayor integración política. Según explica La Stampa, hay mucho en juego para Draghi,

Si los líderes de la UE no logran tomar decisiones eficaces en la cumbre del 28 al 29 de junio, es Mario Draghi quien tendrá que pagar los platos rotos.

E incluso aunque los mercados confíen en que Draghi pueda encontrar una solución,

en el seno del BCE es cada vez más difícil adoptar nuevas medidas sin que los alemanes -que sistemáticamente han ido quedando en minoría a lo largo de los últimos meses- no den a conocer su descontento en el exterior, causando una pérdida de prestigio para todos.

El miércoles 27, Hollande recibirá a Angela Merkel en París. Con la canciller alemana, "las diferencias son mayores que nunca", indica Les Echos.

El diario económico francés recuerda que "es en el ámbito de la solidaridad en el que Hollande intentará ganar concesiones por parte de Angela Merkel", que sigue "renuente a dar un gran salto adelante institucional".

El presidente francés ha renunciado a poner a los eurobonos sobre la mesa de negociaciones, pero espera que la canciller acepte otras formas de mutualización como las obligaciones a corto plazo, un fondo de amortización de la deuda europea o la posibilidad de que los fondos de rescate europeos compren la deuda de los países en dificultades dentro de la eurozona, para contrarrestar a los tipos de interés disparados en la deuda soberana.

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