Casas intermedias en Scheepstimmermanstraat, Amsterdam (1999).

Cura de humildad para los arquitectos-estrella

La arquitectura de ostentación ha pasado a mejor vida: con la crisis, los presupuestos se han revisado a la baja y los proyectos faraónicos han dado paso a edificios más modestos. En opinión de Ole Bouman, director del Instituto Neerlandés de Arquitectura (NAi), se trata de un cambio positivo que impulsará a los arquitectos a buscar soluciones a problemas que ellos mismos han contribuido a crear.

Publicado en 6 abril 2010 a las 15:12
Steve Cadman  | Casas intermedias en Scheepstimmermanstraat, Amsterdam (1999).

La crisis ha afectado al mundo de la arquitectura con una magnitud sin precedentes. Decenas de estudios se han hundido. Hasta hace poco, muchos estudiantes de arquitectura soñaban con recorrer todos los rincones del mundo para construir iconos únicos siguiendo la estela de arquitectos famosos como Rem Koolhaas y Ben van Berkel. Pero hoy pueden considerarse afortunados si tienen trabajo. Ole Bouman, director del lnstituto Neerlandés de Arquitectura (NAi) en Rotterdam, señala al mundo de la arquitectura por haber contribuido a la crisis mundial actual, al construir "edificios sin preocuparse por cuestiones como la accesibilidad, la rentabilidad social, el consumo energético y su gestión futura".

Los arquitectos, también responsables de la crisis

Bouman expone esta tesis en su libro Architectuur als noodzaak ("La arquitectura como necesidad", publicado por NAi Uitgevers y del que existe la edición en inglés, Architecture of Consequence), que constituye además el catálogo de la exposición que lleva el mismo nombre y que se puede visitar actualmente en el NAi. Según constata, es evidente que la arquitectura es en gran parte responsable de la acumulación de crisis. Tanto si se trata de atascos en las carreteras, como de aeropuertos sobrecargados, establos o pocilgas gigantes, zonas sin ley o pueblos fantasmas. Lo que es contradictorio es que estos reflejos de crisis no hace tanto tiempo se consideraban síntomas del éxito sin precedente de la globalización.

Y aunque en opinión de Bouman la arquitectura tiene mucho que ver en la crisis mundial actual, son precisamente los arquitectos quienes pueden aportar soluciones. Pero para ello, es necesario que algo cambie en la profesión. En primer lugar, los arquitectos deben dejar a un lado la pelea entre la arquitectura moderna y la tradición, algo que perdura desde hace un siglo. En segundo lugar, en vez de inventar "conceptos ingeniosos", algo que les encanta a muchos arquitectos, deberían dedicarse a aquello que la sociedad realmente necesita.

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Encontrar soluciones a los problemas que los arquitectos han creado

El NAi organizó una exposición de 25 estudios de arquitectos, convencidos desde hace tiempo de que la arquitectura puede y debe desempeñar una función social más amplia. La arquitectura puede contribuir a paliar las crisis en el ámbito de la alimentación, la salud, la energía, el espacio, el tiempo, la cohesión social y el sistema económico actual.La mayoría de los estudios seleccionados por Bouman tienen en común que no se concentran en la creación de edificios con fachadas imponentes ni en la arquitectura como ‘espectáculo’. Su denominador común es buscar soluciones a los problemas sociales. Así, el estudio Kempe Thillquiere acabar con la idea de que la construcción de viviendas sociales tenga que ser aburrida, simplista y estéril.

Otro estudio, 2by4-architects, está especializado en la construcción de viviendas de bajo coste sobre naves industriales, con lo que se rompe la espiral negativa de despoblación, empobrecimiento e inseguridad social. Estas propuestas pueden hacer pensar que la arquitectura se impregna de un sentido de durabilidad y se despoja de cualquier aspecto lúdico o frívolo. Nada más lejos de la realidad. La exposición del NAi incluye numerosas signos prometedores de una arquitectura neerlandesa que sigue siendo ingeniosa, al menos en lo que respecta a esta muestra, a pesar de los tiempos difíciles. Los diseñadores no renuncian a nada: desde edificios que no generan emisiones de CO2 a construcciones que producen energía, de la arquitectura de calidad superior para las clases menos favorecidas hasta una villa construida a partir de residuos y el ambicioso proyecto Park Supermarkt, donde los pólders holandeses se adaptan a las actividades de ocio y a la producción de productos alimenticios.

Otro proyecto visionario consiste en crear dunas complementarias con hoteles subterráneos cerca de IJmuiden y utilizar el calor residual de los altos hornos para diseñar instalaciones de baños calientes al aire libre. A juzgar por la visión de futuro y la fuerza de persuasión de estos arquitectos, la arquitectura neerlandesa sin duda tiene aún mucho futuro. Y de todos modos, siempre se necesitarán arquitectos para encontrar soluciones a los problemas que ellos mismos han provocado antes.

Países Bajos

Maravillas en las afueras

Quien se aventure a alejarse de los centros de ciudades como Ámsterdam, Rotterdam o Utrecht quedará maravillado, relata algo celoso el diario Welt am Sonntag: la nueva arquitectura holandesa brilla con luz propia, "con fantasía, vitalidad y sentido de experimentación", sobre todo en un tipo de hábitat al que temen los estetas alemanes: la casa adosada. En este símbolo pasado de moda de la pequeña burguesía alemana, los holandeses han logrado el ideal "de la pequeña granja en la ciudad", se maravilla el semanario del domingo. Tras complejos "con aires de castillo barroco" o de barrios "al estilo de las estaciones balnearias de comienzos del siglo XX" arquitectos como Rob Krier o Christoph Kohl crean un entorno único con viviendas dispuestas en planos diferentes, patios traseros o azoteas. La clave del "modelo neerlandés", que aúna la explosión demográfica con el boom de la construcción, se encuentra en el Estado: después de haber subvencionado alrededor del 95 % de las nuevas construcciones durante casi un siglo, redujo la ayuda a un 30 % a partir de 1994. Con esta liberalización se fomentó de forma masiva la construcción de calidad y aumentaron los arquitectos: "Incluso en 2009, el año de la crisis, solo el Fondo para la Arquitectura ascendía a 4,5 millones de euros".

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