Publicidad de una línea aérea húngara en el aeropuerto de Budapest.

La nube que dividió a Europa en dos

De jefes de Estado a ciudadanos de a pie, los viajeros de todo el continente sufren las consecuencias de la nube que emana del volcán Eyjafjalla. La UE debe aprovechar esta oportunidad para mejorar su política en materia de transporte.

Publicado en 19 abril 2010 a las 14:59
Publicidad de una línea aérea húngara en el aeropuerto de Budapest.

Todo un símbolo. "Tras la extraña confusión en torno al bosque de Katyn, aparece una nube volcánica todavía más insólita”, observa el Lidové Noviny. Y durante los funerales en honor del presidente polaco Lech Kaczynski y su esposa, celebrados el 18 de abril en Cracovia, "la lista de los jefes de Estado que deberían haber asistido se ha transformado en la de los ausentes", apunta Luboš Palata, editorialista del diario checo. Así, la ceremonia que debería haber reunido a los jefes de Estado de toda Europa se ha visto convertida en un “entierro de Europa del Este donde sólo brilló una estrella: el presidente ruso, Dimitri Medvédev”.

“Una vez más, la nube islandesa ha dividido de nuevo el continente en dos. Y esta vez, no ha sido sólo una señal del cielo”, se lamenta Palata. Mientras que el presidente austríaco, Heinz Fischer, “al que sólo separaba de Cracovia unas horas de viaje por carretera", declinó desplazarse, el presidente rumano, Traian Basescu cruzó Europa entera en coche y su homólogo georgiano, Mijaíl Saakashvili, alquiló un pequeño avión en Estados Unidos para rodear la nube volcánica.

Esta división entre responsables políticos no es más que el reflejo de un problema más concreto que plantea el jefe del gabinete del comisario europeo de Transportes, Siim Kallas, en el diario estonio Posttimees. “La interrupción del transporte aéreo ha puesto de manifiesto el problema de la insuficiencia de los transportes terrestres en el interior de Europa”, explica Hendrik Hololei, quien constata que “en la actualidad, no es fácil acceder a Europa occidental por tierra desde el este, lo que restringe la libre circulación de bienes y personas. La prueba: Estonia —miembro de la OTAN y de la Unión Europea, perteneciente al espacio de Schengen y que próximamente debería ingresar en la zona euro— siempre ha estado ligada al ferrocarril ruso y al sistema energético de dicho país”.

Refiriéndose al hecho de que algunos de los anteriores comisarios europeos de Transportes gestionaron la mejora de la conexión de los medios europeos con países de otros continentes como África, Hololei apunta que habría que empezar a solucionar los problemas “en casa”.A corto plazo, sin embargo, la nube islandesa separa el norte y el sur de Europa.

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Y le corresponde a la UE movilizarse para ayudar a sus ciudadanos, opina Denis McShane en The Independent. El antiguo secretario de Estado de Asuntos Europeos de Tony Blair ha hecho un llamamiento a que "los representantes de la UE salgan de sus cómodos despachos de la capital y vayan allí donde los ciudadanos europeos les necesiten. Los estudiantes locales que hablan varios idiomas pueden viajar para ayudar a quienes sólo hablan uno. Debe destacarse a los ejércitos de tierra y a las armadas en zonas recónditas de la UE como las Islas Canarias, donde permanecen aislados millares de turistas alemanes, británicos, neerlandeses o escandinavos".

“Si los vuelos continúan suspendidos, la UE debería requisar trenes y autocares para garantizar la conexión entre el norte y el sur del continente —añade McShane—. Los vuelos procedentes de América del Norte y del Sur deberían desviarse hacia Barcelona y Milán, se deberían disponer trenes especiales para suplir el transporte hacia el norte tanto de personas como de bienes y de correo y las autopistas tendrían que estar despejadas, para que los convoyes especiales pudieran mantener el contacto.”

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