¿Qué efecto tiene la crisis de la eurozona en Europa del Este? En pocas palabras, no muy positivo. Las leyes húngaras y los decretos rumanos han logrado enfadar recientemente a Bruselas. Muchos comentaristas lo han atribuido a los efectos políticos de la recesión: estos Gobiernos, enfrentados a la desconfianza popular, el aumento del populismo y los graves conflictos políticos, se han propuesto adoptar políticas que Bruselas tilda de no liberales y que considera que van en contra de la democracia.
Pero esta interpretación no tiene en cuenta un efecto importante de la crisis de la eurozona: el cambio en los incentivos con los que actúan estos Gobiernos.
Todo el mundo es consciente de que la crisis amenaza directamente la supervivencia de la UE y que sólo podrá superarse poniendo en común más soberanía en una unión política. Y está claro que no todos los Estados miembros de la UE serán parte de esa unión política. La alternativa es clara: o ninguna UE en absoluto o una UE de dos niveles. El núcleo, supuestamente la actual eurozona, permanecería abierto a los demás, pero el cambio de una unión de 27 miembros a una de 17+10 alterará su política porque los que no se encuentran en el núcleo perderán influencia y estatus.
En un segundo nivel o fuera de la UE
Por lo tanto, el problema no se limita a Hungría y a Rumanía y de hecho, un reciente informe realizado por Freedom House determina que "el estancamiento y el retroceso es evidente en ciertos indicadores de gobierno clave en los nuevos Estados miembros de la UE y en países de los Balcanes"; este fenómeno se observa incluso en el casi-protectorado de la UE, Kosovo, que se empeña en seguir siendo un "régimen autoritario semi-consolidado". Para estos países, la alternativa es o bien una pertenencia al segundo nivel, o bien nada de UE.
El caso húngaro y el rumano son distintos, ya que la acciones de Rumanía son reversibles y ha respondido positivamente a la UE, pero se les acusa de lo mismo: Bruselas se queja de que estos Gobiernos están desmontando o amenazando el Estado de derecho, así como los sistemas de control constitucionales que adoptaron antes de entrar en la UE. Esto es algo que ha alarmado a muchos comentaristas, ya que se pensaba que la transición a la democracia liberal era irreversible una vez que los países de Europa del Este accedieran a la UE.
Lo que ha cambiado radicalmente entre el proceso de adhesión y esta crisis son los incentivos de estos Gobiernos. Mientras se construían, esas instituciones liberales entonces eran la clave para acceder a la tierra prometida a la que tanto deseaban entrar los ciudadanos, pero ahora se han convertido en camisas de fuerza que limitan a estos Gobiernos a la hora de responder a los efectos políticos de la crisis, ante un electorado desorientado y cada vez más euroescéptico. Por lo tanto, el auténtico guardián de esas instituciones es la UE. ¿Pero con qué sanciones puede amenazar de forma creíble a los Gobiernos que ven en su futuro una UE disuelta o una pertenencia de segunda clase?
Incentivos positivos para la periferia
Por este motivo, Budapest y Bucarest no temían la ira de Bruselas: si actuando de forma oportunista obtenían más beneficios políticos internos que perjuicios, el riesgo de que les sancionara la UE no alteraría sus cálculos. Y el motivo por el que otros países no han seguido la misma senda puede que se deba simplemente a que sus condiciones internas (aún) no lo han necesitado.
La recesión, el desempleo y el populismo también han afectado a otros países, como España e Italia (que también tiene graves problemas de gobierno: su nivel de corrupción es inferior al de Hungría pero sólo algo superior al de Rumanía). Pero estos países no han desobedecido a la UE, sino que más bien apuestan por "más Europa": una diferencia importante es que ellos se ven a sí mismos en el núcleo de una posible UE de dos niveles.
Por ello, en el diseño de la futura unión política, la relación entre el núcleo y la periferia debería organizarse de modo que se restablezcan los incentivos positivos que impulsaron la transición de Europa del Este. Y los Gobiernos que duden sobre si ceder o no soberanía a una unión política podrían reflexionar sobre el hecho de que con la andadura autoritaria y a menudo nacionalista del Este puede que estemos viendo un avance del abismo de una Europa que ha abandonado la idea europea.