- Les esperábamos. - Nosotros también. El presidente de Rusia Dmitri Medvédev y su homólogo de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso.

Una cita aplazada durante mucho tiempo

La cumbre UE-Rusia comienza en Rostov con el trasfondo del acercamiento prudente entre los dos bloques y la crisis económica. Europa pretende que Moscú adopte su modelo económico, social y político, mientras que el Kremlin cuenta ante todo con la cooperación europea para modernizar su economía.

Publicado en 31 mayo 2010 a las 14:49
- Les esperábamos. - Nosotros también. El presidente de Rusia Dmitri Medvédev y su homólogo de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso.

"Solo George W. Bush ha dividido tanto a la Unión Europea como lo ha hecho Rusia", afirma José Ignacio Torreblanca en El País, ahora que comienza en Rostov-del-Don la XXVª cumbre UE-Rusia. Con las divisiones entre los Veintisiete, Moscú ha logrado manejar a los países europeos, "premiando a unos, ignorando a otros, incluso coaccionando descaradamente a algunos", gracias a una diplomacia que ha aplicado la vieja regla de "divide y vencerás".

Los europeos han creído que "con el tiempo, Rusia se iría acercando a los parámetros occidentales, hasta convertirse en una democracia representativa con una economía abierta al exterior y una política alineada con la UE. Pero esto no ha sucedido", observa el diario español, citando al analista Gleb Pavlosky. Tal y como destaca Frankfurter Allgemeine Zeitung, mientras los europeos contaban con esta "modernización generalizada", "los líderes rusos, por su parte, siguen un enfoque selectivo que se limita a una modernización de la economía rusa. Su objetivo no es la democratización, sino la conservación del sistema y del poder", concluye "FAZ".

Para modernizar su economía, Rusia necesita una inyección tecnológica, escribe Dziennik Gazeta Prawna, para lo cual, es indispensable la ayuda de la UE. El nuevo enfoque pragmático de la diplomacia rusa establece acuerdos bilaterales con sus vecinos europeos, pero sin modificar los objetivos estratégicos de Moscú, advierte el diario polaco: "unas mejores relaciones con la UE deberían facilitar la adquisición de las compañías energéticas europeas por parte de los gigantes rusos del sector, en especial en las repúblicas bálticas".

Para el diario Gazeta Wyborcza, la "cooperación para la modernización" entre la UE y Rusia que debería firmarse en Rostov "no funcionará si la Unión se limita a ofrecer tecnología a Rusia, sin obtener reformas a cambio". "Los rusos imponen con habilidad un programa de cooperación a la carta: quieren tecnología, pero guardan silencio con respecto a los demás problemas, como la seguridad energética o la implantación de una sociedad civil", explica a este respecto un diplomático polaco. El diario de Varsovia destaca que algunos observadores señalan que el Kremlin realmente necesita a Europa en este momento.

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En su opinión, para ello la Unión puede presentar a Rusia peticiones firmes. El problema, concluye Gazeta, es que la necesidad de acercamiento es mutua: los europeos también desean obtener un mejor acceso al mercado ruso y que Rusia se una al "nuevo occidente", ofreciéndole su apoyo en la competencia con China. "Pero este concepto de modernización mínima y el apoyo a un modelo que a duras penas se reforma, no llevará a ninguna parte y está destinado al fracaso", explica al diario Katinka Barysh, del Centre for European Reform.

Rusia necesita a la UE para que le ayude en la puesta en marcha de su modernización y la necesita rápido, según el diario Süddeutsche Zeitung. En opinión del diario alemán, "tras haber hecho de la economía una herramienta política durante años, ahora parece hacer lo contrario: adapta su economía a las necesidades políticas. Esta es la buena noticia para Europa". El refuerzo de los vínculos con la Unión es "estratégico y táctico", estima por su parte el politólogo búlgaro Ivan Krastev en Le Monde. Según Krastev, "Rusia ha analizado el vaivén del poder con la crisis económica. Con ella, se ha acabado su sueño deser una potencia emergente. Moscú empieza a sentir lo mismo que los europeos: la marginalización del continente".

Para Krastev, Polonia es la piedra angular de las nuevas relaciones entre Moscú y Europa. El proceso de acercamiento "comenzó con la visita [del primer ministro Vladimir] Putin a Gdansk, en noviembre de 2009, para el aniversario del inicio de la Segunda Guerra Mundial. El accidente aéreo de Smolensk el 10 de abril [con el fallecimiento del presidente polaco Lech Kaczynski y los homenajes rendidos por Rusia] no cambió la estrategia, sino que la aceleró.

El triángulo formado por Polonia, Alemania y Rusia es vital para negociar un nuevo orden europeo", estima Krastev. El diario de Bucarest România Liberă expone que, si bien es necesaria la relación con Polonia, también lo es con Alemania, ya que la crisis griega ha puesto de manifiesto la debilidad de la UE, lo que ha obligado a Berlín a alejarse de París, su socio tradicional, para acercarse a Moscú, "su principal proveedor de gas" y un "suministrador de preferencia de mano de obra cualificada". El acuerdo sobre la abolición de visados para los rusos que se dirijan a Alemania y que debe firmarse el 31 de mayo, "va a modificar el equilibrio regional del Este de Europa a favor de los rusos".

En resumen, y aunque sólo afecte al sector económico, la UE puede tener en cualquier caso "una función importante que desempeñar" en la modernización de Rusia, señala Torreblanca en El País. Pero con la condición de que actúe unida y de que no olvide que el objetivo de Rusia no es integrarse en Europa, sino convertirse en un "polo de poder" en un mundo multipolar. Con Catherine Ashton y Herman Van Rompuy en primera línea de la diplomacia europea, esta cumbre es una "excelente oportunidad" para comprobar hasta qué punto la UE "se ha reinicializado a sí misma y es capaz de coordinar sus divisiones".

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