¿Quién saldrá vencedor? El liberal Mark Rutte, el populista Geert Wilders, el laborista Job Cohen y el primer ministro saliente Jan Peter Balkenende.

La crisis hará cambiar el paisaje político

Tras el éxito de Geert Wilders en las elecciones municipales del pasado marzo todo el mundo esperaba que el líder populista hiciese una escalada similar en las legislativas del 9 de junio. Pero la crisis económica ha hecho cambiar las previsiones.

Publicado en 8 junio 2010 a las 14:56
¿Quién saldrá vencedor? El liberal Mark Rutte, el populista Geert Wilders, el laborista Job Cohen y el primer ministro saliente Jan Peter Balkenende.

“Como las famosas palabras de Bill Clinton (“It’s the economy, stupid”), la campaña electoral en los Países Bajos gira especialmente alrededor de la crisis económica, de las restricciones presupuestarias y del empleo”, resume Trouw. Aunque el país registra la tasa de paro más baja de Europa (4,1%), la crisis preocupa a los holandeses. Primera consecuencia: los liberales del VVD, encabezados por Mark Rutte, probablemente saldrán vencedores en las urnas el 9 de junio con 36 (de 150) escaños en la Asamblea nacional. “En los periodos de incertidumbre, el electorado se suele mostrar menos progresista”, recuerda de hecho De Volkskrant, y eso, “a pesar de que la crisis se imputa a los excesos del liberalismo”.

Segunda consecuencia: la crisis hace pasar a un segundo plano el debate sobre la integración de los inmigrantes, el caballo de batalla del populista e islamófobo Geert Wilders y de su PVV. “Durante las últimas semanas Wilder ha seguido insistiendo en las consecuencias de la inmigración, pero parece que no le está dando los frutos esperados. Pensaba que conseguiría llamar la atención con su informe sobre los gastos de la inmigración extra europea (7.200 millones de euros al año), pero la presentación del informe se ha visto eclipsada por la polémica falta de democracia en el seno de su propio partido. Además, el resto de los partidos ha sabido reaccionar ante las conclusiones simplistas de su informe afirmando que “una estimación de los gastos de los minusválidos o de los ancianos sería igual de inoportuna.

Trouw indica además que, aunque la inmigración no es la estrella de la campaña electoral, tiene sin embargo un papel importante. En sus programas, “el VVD (liberales), el CDA (cristiano-demócratas) y el PvdA (laboristas) se han acercado al PVV” aunque, añade el periódico, “evidentemente existen grandes diferencias entre los partidos”. Así, el PVV es el único que quiere suprimir todas las ayudas sociales a los inmigrantes, instaurar una cuota máxima de 1.000 solicitantes de asilo admitidos al año y un impuesto sobre los velos islámicos. A pesar del “tono intransigente de Wilders, que le impide alcanzar un mayor poder”, su partido puede contar con 17 ó 18 escaños, el doble de los que posee en la actualidad. Dado que el VVD no ha desestimado una coalición con el PVV, existen posibilidades de que Geert Wilders acceda al gobierno.

El PvdA, que pensaba levantar el vuelo con la llegada del tan popular Job Cohen como cabeza de lista tras la dimisión de Wouter Bos, baja en los sondeos, pero a pesar de todo debería terminar segundo con 29 escaños. Al ex alcalde de Ámsterdam, considerado un gran unificador de la sociedad multicultural, se le reprocha su falta de combatividad y de firmeza. Así, en uno de los numerosos debates televisados “no fue realmente convincente” frente a Wilders, especialmente en temas de seguridad, indica De Volkskrant.

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¿Y qué papel tiene en todo esto el CDA del primer ministro saliente, Jan Peter Balkenende? El partido todavía muestra las cicatrices de la caída del gobierno del pasado febrero, de la que se considera responsable en gran medida a Balkenende: los sondeos apenas le otorgan 21 escaños. Pero su declive parece estar relacionado sobre todo con la distancia que mantiene desde hace algún tiempo con su ideología cristiano-demócrata en favor de un programa liberal para combatir la crisis: “El CDA presenta un programa VVD”, considera el NRC Handelsblad. “Para decirlo de una forma polémica: (Balkenende) le otorga más importancia a una simplificación de las leyes sobre el despido y a una reducción de la duración de la prestación por desempleo que a la afinidad con el ChristenUnie” (pequeño partido cristiano-demócrata cercano tradicionalmente al CDA).

Como consecuencia, “Balkenende alimenta la imagen de un CDA cuya ideología socio-cristiana no es más que una salsa aromática que oculta un plato liberal que no huele tan bien”. Si se cumplen los sondeos, “Balkenende abandonará” la presidencia del CDA, concluye Volkstkrant: “alguien que ha sido primer ministro durante ocho años no se conformará con un puesto de vice primer ministro bajo el mandato de Mark Rutte. Además, Balkenende está acostumbrado a ganar, no a perder”.

Retrato

Un país, dos rostros

"Por la prensa internacional circulan dos imágenes contradictorias de Países Bajos: una es de un entorno salvaje, sin normas, donde los policías fuman porros, los gays bailan por la calle y la eutanasia se regula en un abrir y cerrar de ojos; una sociedad multicultural tan tolerante que incluso los islamistas reciben subvenciones del Estado", afirma Ian Buruma en la edición inglesa de Der Spiegel. "La otra", prosigue el orientalista y ensayista neerlandés, "que surge tras la repentina aparición de demagogos populistas como Pim Fortuyn y Geert Wilders, que sacan partido de la ’’islamización’ de Europa", es bien distinta y muestra "un país de reaccionarios y racistas que lleva a Europa hacia un nuevo resurgir del fascismo". Si las dos imágenes se exageran, "existe una forma de histeria con respecto al nuevo populismo que encarna Wilders, al igual que existió un entusiasmo excesivo por los cambios sociales de los años sesenta, con el lema 'sexo, drogas y rock’n’roll' como reacción a siglos de austeridad calvinista". De hecho, como señala Buruma, "la situación en Países Bajos no es tan negativa como da a entender la retórica violenta de los populistas. Es cierto que Wilders es popular, pero bastante menos que el antiguo alcalde de Ámsterdam Job Cohen". El líder laborista, partidario del diálogo con los musulmanes, representa ante sus adversarios el elitismo liberal y la tolerancia blanda que la gente considera como las causas de todos los males". Su partido "difícilmente podrá llegar a formar un gobierno, a pesar de su popularidad". Y aunque lo lograra, "los problemas del terrorismo, de la delincuencia o de la inseguridad económica no desaparecerán. Pero los Países Bajos tienen la posibilidad de restablecer un cierto nivel de sentido común y llegar a ser un país que no sea ni salvaje, ni limitado, sino el entorno burgués y tranquilo que debería ser".

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