Celebrando la victoria de Bidzina Ivanishvili. Georgia, 1 de octubre de 2012.

La UE defrauda a Georgia

La inesperada victoria del multimillonario Bidzina Ivanishvili en las elecciones parlamentarias de Georgia, el 1 de octubre, ha llamado poco la atención en Europa Occidental. Un columnista polaco expone que se trata de un error, ya que la UE está dando así la espalda a un país que constituye uno de sus partidarios más incondicionales.

Publicado en 3 octubre 2012 a las 15:22
Celebrando la victoria de Bidzina Ivanishvili. Georgia, 1 de octubre de 2012.

La derrota del Movimiento Nacional Unido en las elecciones generales del lunes probablemente signifique el fin del mandato de nueve años del presidente Mijaíl Saakashvili. Pero al mismo tiempo, también se considera su gran victoria.

Durante la presidencia de Saakashvili (¡por primera vez en la historia del Cáucaso!) se produjo un cambio democrático de Gobierno. Saakashvili podría haber amañado las elecciones, encarcelado a sus oponentes políticos o amordazado a un medio de comunicación hostil (que son cosas que realmente intentó hacer antes), pero en lugar de ello, ha optado por aceptar la aplastante opinión de sus ciudadanos. Y por ello precisamente pasará a la historia.

“Hemos perdido las elecciones y pasaremos a la oposición... Debemos aprender a trabajar juntos”, decía Saakashvili en su comparecencia en la televisión el martes.

Este hecho marca un precedente a una escala aún mayor. Son pocos los países al este de la frontera de la UE en los que podría suceder algo así. De momento, la democracia ha funcionado en Moldavia y pronto sabremos si Ucrania ha seguido siendo fiel a ella cuando el país celebre elecciones parlamentarias el 28 de octubre.

Recibe lo mejor del periodismo europeo en tu correo electrónico todos los jueves

Banderas de la UE en los edificios estatales

Todos los demás países exsoviéticos son Estados autoritarios que sólo se distinguen entre sí por el nivel de opresión de sus regímenes. Digamos que en Rusia, a diferencia de Azerbaiyán, la policía no dispara a los trabajadores en huelga. O que Gurbanguly Berdimuhamedow, el dictador de Turkmenistán, es responsable de más muertes que su homólogo bielorruso, Alexander Lukashenko. En este contexto, Georgia es todo un ejemplo.

En la Unión Europea, donde se rinde culto a la democracia y la libertad, debería señalarse y elogiarse. Pero no ha sucedido nada así. La única autoridad que hizo un comentario al respecto fue el portavoz de la Alta Representante Catherine Ashton. Los diplomáticos de Berlín, París o Londres se han mantenido en silencio. Ha habido muy poca cobertura también por parte de los medios de comunicación.

Y sin embargo, Georgia ha realizado grandes progresos bajo la administración de Saakashvili y su pasado soviético es cada vez menos visible. Saakashvili construyó edificios públicos enormes, abrió el país a la inversión extranjera, luchó con éxito contra la corrupción. Por ello le odian las élites rusas y las encuestas demuestran que Georgia se percibe como un país más hostil hacia Rusia que incluso Estados Unidos. El pequeño país caucásico ha triunfado donde ha fracasado la poderosa Rusia: ha enseñado con éxito a sus policías a no aceptar sobornos; ahora se pueden hacer negocios con seguridad en Georgia, sin miedo a acabar en la cárcel.

El mandato de Saakashvili también tuvo su parte oscura, con sus reformas económicas liberales que acabaron con una mayor tasa de desempleo y más gente viviendo en la pobreza. Las grandes obras públicas se financiaron a crédito, lo que significa que tendrán que pagarse y las empresas siguen ofreciendo sobornos para ganar lucrativos contratos gubernamentales.

Pero cuando se conduce por Tiflis, lo que más llama la atención son las banderas de la UE. Se encuentran en cada edificio del Gobierno. Saakashvili, a quien los líderes europeos occidentales por lo general tratan de lunático, ha logrado inspirar en sus conciudadanos un entusiasmo por Europa que hace tiempo desapareció en Alemania o Francia. Los georgianos creen que la UE y la OTAN garantizarán la seguridad y la estabilidad de su país.

El Partenariado Oriental ha encallado

El problema es que Europa tiene poco que ofrecer a Georgia. Aunque a los georgianos les dijeron en la cumbre de la OTAN de 2008 en Bucarest que con el tiempo les ofrecerían formar parte de la organización, todo se ha quedado en una vaga promesa. La pertenencia a la UE o incluso la afiliación es algo impensable. Europa ya tiene demasiados problemas como para estar pensando en sus vecinos.

Georgia, que durante siglos se ha considerado a sí mismo un país europeo, es una nación periférica y lejos de la Europa actual. Y a pesar de sus grandes esfuerzos, Varsovia, Praga y Estocolmo no han logrado cambiar este aspecto. Porque después de todo, apoyar a Georgia también significa exasperar a Rusia, que en 2008 emprendió una guerra contra su vecino, despojándole de las provincias de Osetia del Sur y Abjasia. Entrometerse en esta disputa no tiene ningún sentido político para París o Berlín.

Lo único con lo que pueden contar los georgianos es el programa del Partenariado Oriental, en el que se han incluido junto a la dictadura de Azerbaiyán, por ejemplo. El objetivo del programa era acercar más a las repúblicas postsoviéticas a la UE, pero ahora que la atención de Europa se centra en los Estados árabes, el proyecto ha encallado.

Al hacer oídos sordos a las elecciones georgianas, Europa no sólo da la espalda a sus partidarios más incondicionales, sino que también da a entender que le preocupa poco la democracia en el Este.

Visto desde Georgia

Una situación inédita

El presidente de Georgia, Mijaíl Saakashvili, “no se lo esperaba, pero el pueblo ha echado a quien nos ha llevado durante nueve años por los nueve círculos del infierno” se alegra el diario georgiano Sakartvelo da Msoplio, más próximo al multimillonario independiente Bidzina Ivanishvili, al día siguiente de que el Movimiento Nacional Unido (MNU) de Saakashvili perdiese las elecciones legislativas, celebradas el uno de octubre. Sueño Georgiano, el partido de Ivanishvili obtuvo cerca del 55% de los votos, frente al 40% del MNU.

La importante hoy en día es saber a quien “debe Ivanishvili su legitimidad: al pueblo georgiano o al embajador de Estados Unidos”, según plantea Sakartvelo da Msoplio, que también quiere que Saakashvili rinda cuentas “por la guerra perdida [en agosto de 2008 contre Rusia], por los territorios ocupados [las regiones separatistas georgianas de Abjasia y Osetia del Sur, reconocida por Rusia en 2008] y por las decenas de miles de refugiados”.

Por su parte, Resonansi señala una situación inédita en Georgia: la cohabitación entre Saakashvili y su archienemigo Ivanishvili hasta el final del segundo mandato del primero, es decir, un año. Aunque ambos manifiestan estar dispuestos a trabajar conjuntamente durante el tiempo de transición, el primer ministro ya ha anunciado que ninguno de los antiguos miembros del Gobierno formará parte del suyo.

Tags
¿Te ha gustado este artículo? Nos alegra mucho. Se encuentra disponible para todos nuestros lectores, ya que consideramos que el derecho a la información libre e independiente es esencial para la democracia. No obstante, este derecho no está garantizado para siempre, y la independencia tiene su precio. Necesitamos tu apoyo para seguir publicando nuestras noticias independientes y multilingües para todos los europeos. ¡Descubre nuestras ofertas de suscripción y sus ventajas exclusivas y hazte miembro de nuestra comunidad desde ahora!

¿Eres un medio de comunicación, una empresa o una organización? Consulta nuestros servicios editoriales y de traducción multilingüe.

Apoya el periodismo europeo independiente

La democracia europea necesita prensa independiente. Voxeurop te necesita a ti. ¡Únete a nosotros!

Sobre el mismo tema