Polonia tiene nuevo presidente: Bronisław Komorowski, candidato del partido gobernante Plataforma Cívica (PO). El resultado no se ha confirmado hasta la madrugada del 5 de julio, cuando la Comisión Electoral Estatal ha anunciado el escrutinio del 95% de los colegios electorales. Con un 52,6% de los votos, Komorowski ha superado a su rival Jarosław Kaczyński, del partido de derechas Ley y Justicia (PiS), que ha obtenido un 47,4% de las papeletas. Unas pocas horas antes, cuando el recuento de votos solamente cubría la mitad de los colegios electorales, el panorama era distinto y Kaczyński llevaba la delantera. En plenas vacaciones de verano en Polonia, una participación del 54,8% (que en este país suele quedarse en cifras bajas, con un máximo histórico del 68,2%) se considera un buen resultado.
Plataforma Cívica ya no tiene excusa para no emprender reformas
Tal y como se esperaba, las zonas rurales y las más pobres apostaron por el conservador Kaczyński, al igual que los votantes de edad más avanzada, mientras que Komorowski triunfó en las áreas urbanas (consulte aquí el mapa electoral). Rzeczpospolita escribeque, a pesar de la victoria de Komorowski, es Kaczyński quien ha “logrado el éxito, en el sentido político” porque sus buenos resultados y el creciente apoyo al PiS muestran que las dos grandes fuerzas políticas del país guardan un “equilibrio igualado”. Plataforma Cívica “no tiene garantizado para siempre la permanencia en el poder”, escribe el citado diario conservador.
Ahora que Plataforma Cívica ocupa tanto la presidencia como la oficina del primer ministro, esta formación política ha “perdido la coartada para no emprender reformas necesarias”, señala Rzeczpospolitaen su análisis post-electoral. Durante la presidencia del difunto Lech Kaczynski, la renovación del sistema sanitario se mantuvo bloqueada. Nuevas reformas del sistema de atención médica, las finanzas públicas y las prestaciones combinadas de sanidad y pensiones para los agricultores tampoco van a ser populares, apunta el mencionado diario de Varsovia, en una insinuación de que la ajustada derrota de Kaczyński podría vaticinar la victoria de su partido en las elecciones generales de 2011. El periódico liberal Gazeta Wyborcza está de acuerdo en esto, y advierte al partido del primer ministro Tusk que “a menos que muestre que es una formación reformista y abierta a los postulados culturales de la democracia europea, perderá los próximos comicios”.
La Polonia demócrata derrota a la autoritaria
La votación del domingo ha demostrado que Polonia es una sociedad dividida en dos partes iguales, según Adam Michnik, el director de Gazeta. La mitad triunfante de Polonia es la que “ve el futuro del país en la UE como un país demócrata, plural, con economía de libre mercado y Estado de derecho”; la parte perdedora, en cambio, es “una derecha autoritaria representada por Jarosław Kaczyński y los suyos” que “es peligrosa para la democracia en Polonia”. Michnik asevera que la distinción tradicional entre izquierda y derecha ya no refleja lo que sucede en Europa Central, Europa Oriental y algunos países de Europa Occidental, donde una “nueva ola de populismo que enarbola distintos pabellones ideológicos” se está haciendo acreedora de un favor público cada vez mayor.
Así pues, ¿existe alguna posibilidad de unificar las dos Polonias?, se pregunta Tomasz Lis, director del semanario de opinión Wprost, que también se plantea si “dejará de ser políticamente rentable jugar con esta división”. La respuesta, lamenta Lis, es que no a corto plazo, ya que “la campaña presidencial no nos ha hecho avanzar, no ha aportado nada sensato a Polonia ni a los polacos”. Este editorialista apela a sus compatriotas para que de una vez por todas, dejen de desperdiciar “el tiempo: un factor vital en toda democracia”. Es la hora de la verdad para llevar a cabo reformas valerosas en las finanzas públicas, el sistema de salud y las pensiones de los agricultores, y para eliminar la brecha política entre ricos y pobres. Tal y como señala Michnik, el fuerte apoyo a Jarosław Kaczyński muestra que “muchos polacos aún no se sienten a gusto en su propio país”. Este es el mayor desafío para el nuevo Jefe de Estado.