Un empleado de la China Ocean Shipping Company en el puerto del Pireo. Junio de 2010.

Los chinos dan nueva vida al Pireo

Desde que la empresa china Cosco asumió una parte del puerto histórico griego del Pireo, el tráfico de mercancías se ha duplicado en el último año. La otra parte griega del puerto observa con escepticismo, y quizás también algo de envidia, según un reportero del New York Times.

Publicado en 16 octubre 2012 a las 11:21
Un empleado de la China Ocean Shipping Company en el puerto del Pireo. Junio de 2010.

Puerto del Pireo. El capitán observaba desde su elegante oficina con vistas a este puerto en el mar Egeo y sonreía mientras las impresionantes grúas cargaban contenedor tras contenedor desde un barco gigante y unos vehículos de transporte automatizados se desplegaban para transferir la mercancía a embarcaciones más pequeñas con destino al Mediterráneo.

El volumen de mercancías aquí es tres veces superior al nivel de hace dos años, antes de que el capitán Fu Cheng Qiu asumiera la dirección en nombre de la empresa Cosco, un gigante global del transporte marítimo, propiedad del Gobierno chino.

En un acuerdo firmado en 2010 con el que el Gobierno griego se embolsó 500 millones de euros para sus maltrechas arcas, Cosco alquiló la mitad del puerto del Pireo y rápidamente convirtió un negocio marchitado y gestionado por el Estado griego en un hervidero de productividad.

Grecia debe actuar como una empresa

La otra mitad del puerto la sigue dirigiendo Grecia. Y el hecho de que su negocio vaya a la zaga del dirigido por Cosco es un ejemplo de las arraigadas normas laborales y los sueldos relativamente altos (de los que aún tienen la suerte de conservar su trabajo) que han ahogado el crecimiento económico del país. “Aquí todo el mundo sabe que tiene que trabajar duro”, comentaba el capitán Fu, bajo cuya dirección la parte china del puerto ha atraído a nuevos clientes, a un tráfico del alto volumen y a embarcaciones de mayor tamaño.

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El capitán Fu afirma que Grecia tiene mucho que aprender de empresas como la suya. “Los chinos quieren ganar dinero trabajando”, comentaba. En su opinión, muchos europeos han llevado una vida cómoda y protegida desde finales de la Segunda Guerra Mundial. “Querían tener una buena vida, más vacaciones y menos trabajo”, comentaba. “Y se gastaron el dinero antes de tenerlo. Por eso ahora tienen tantas deudas”.

La troika de prestamistas extranjeros de Grecia (el FMI, el BCE y la Comisión Europea) ha planteado argumentos similares. Entre otras cosas, insta al primer ministro Antonis Samaras a que acabe con las protecciones generales para los trabajadores y los sindicatos y a que Grecia actúe más como una empresa moderna y productiva.

Además de los 500 millones de euros con los que la mitad del puerto del Pireo ha pasado a manos chinas, el Gobierno griego recibe más ingresos fiscales, como resultado de la reactivación del negocio en el puerto. Por otro lado, aparte de un puñado de directivos chinos, la operación de Cosco está generando alrededor de 1.000 puestos para trabajadores griegos, en comparación con los alrededor de 800 que trabajan en el muelle bajo dirección griega.

La mitad del puerto es china

En la parte del puerto dirigida por Cosco, el tráfico de mercancías ha sido más del doble con respecto al año pasado, hasta llegar a los 1,05 millones de contenedores. Y aunque los márgenes de beneficios siguen siendo mínimos (4,98 millones de euros el año pasado sobre unas ventas de 72,5 millones), se debe principalmente a que la empresa china está volviendo a invertir gran parte de su dinero en el puerto. Cosco está invirtiendo más de 299 millones de euros en modernizar su muelle para gestionar hasta 3,7 millones de contenedores el año que viene, con lo que se convertiría en uno de los 10 puertos más grandes del mundo. Además de eso, también se están sentado las bases para construir un segundo muelle de Cosco.

Ante la competencia china, la parte del puerto gestionada por los griegos, que soportó una serie de debilitantes huelgas de trabajadores en los tres años anteriores a la llegada de Cosco, se ha visto obligada a buscar su propia vía de modernización. Aún así, sólo alrededor de un tercio de su negocio se basa en la gestión de mercancías. El resto corresponde al tráfico de pasajeros, que resulta más lucrativo.

Durante años, la terminal de contenedores constituyó un negocio rentable. Pero Harilaos N. Psaraftis, catedrático de transporte marítimo de la Escuela de Arquitectura Naval e Ingeniería Marina de Atenas, afirmaba que era ineficaz “porque las relaciones con los trabajadores eran muy complicadas”. Los sueldos de algunos trabajadores llegaban a los 140.000 euros al año con las horas extra; Cosco normalmente no paga más de 18.000 euros. En la parte griega del puerto, las normas sindicales estipulaban que en cada grúa apiladora tenían que trabajar nueve personas; Cosco emplea un equipo de cuatro personas. “Era una locura”, recordaba Psaraftis, que fue director ejecutivo del puerto de 1996 a 2002. “Solía decirles, ‘Si seguís así, esto al final se privatizará’. Pero nadie me escuchó”.

"Estándares laborales del tercer mundo"

Al otro lado del alambrado de tela metálica que separa las partes china y griega del puerto, el capitán Fu comentaba que le encantaría que Cosco llegara a dirigir todo el Pireo si el Gobierno lo pusiera a la venta. Una expansión así asentaría el domino chino en una de las puertas de entrada del transporte marítimo más estratégicas hacia Europa del Sur y los Balcanes. Sin embargo, una acción así se toparía de frente con la férrea oposición de los sindicatos griegos y de los directores de la Autoridad Portuaria del Pireo, que critican el concepto laboral de Cosco. “Es como si fuera otro país distinto”, afirmaba una mañana Thanassis Koinis, director adjunto de la Autoridad Portuaria del Pireo, mientras observaba por la ventana de su desvencijada oficina las grúas que sobresalían en el muelle de Cosco.

Koinis y algunos otros griegos acusan a Cosco de utilizar a subcontratistas que emplean a trabajadores temporales no cualificados y sin afiliación sindical, desesperados por encontrar un trabajo, y que los explotan pagándoles sueldos bajos. Babis Giakoymelos, miembro de la junta directiva del Sindicato de Trabajadores Portuarios, sostenía que Cosco también estaba ahorrando costes al reducir las medidas de seguridad de los trabajadores. “Están implantando los estándares laborales del tercer mundo en Europa”, comentaba.

En las relucientes oficinas ejecutivas contiguas al despacho del capitán Fu, una reciente renovación de 1,29 millones de euros daba fe de los esfuerzos en la diplomacia corporativa entre China y Grecia. Se habían colocado unas imágenes de esculturas de dioses griegos frente a pinturas de dragones chinos, mientras que unas fotografías ampliadas del presidente Hu Jintao estaban dispuestas junto a las de los líderes griegos, adornado una gran sala de reuniones. “Al principio, a los griegos les preocupaba que los chinos llegaran y absorbieran todo”, comentaba el capitán Fu. “Pero en lugar de ello, hemos demostrado a los griegos que queremos ayudarles a desarrollarse; no queremos quitarles trabajos para dárselos a los chinos”.

Ahora que Grecia lucha por poner a punto su economía, afirmaba, Cosco representa una oportunidad para los trabajadores griegos y para el país. “Cosco es su futuro”, decía. “Hemos llegado para quedarnos”.

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