La escalada bélica entre Israel y la franja de Gaza certifica la aparición en escena de nuevos protagonistas para encarrilar una mediación que lleve al cese de la violencia. La iniciativa está en manos de un Egipto que nada tiene que ver con el de Mubarak, una Turquía que sigue afianzándose como poder regional y un Catar recién llegado a la escena internacional, pero con suficientes medios e intereses (políticos, estratégicos y religiosos) como para reclamar un puesto en la negociación. Los cambios aportados por la primavera árabe ahí están.
¿Y Europa? Ni está ni se le espera. Su papel en el conflicto había consistido en pagar la factura que no podían sufragar los palestinos y que en muchos casos hubieran debido pagar los israelís. Era un papel perfectamente asumido y que en el fondo le ahorraba a la UE quebraderos de cabeza. Ahora, no es que Bruselas no esté por la labor de pagar. Es que ni se pone de acuerdo para redactar un comunicado.
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