Un esfuerzo más para garantizar la paz

El 10 de diciembre, la Unión Europea será premiada por el resultado de sesenta años de una construcción política que la ha mantenido alejada de conflictos. Pero este logro podría ponerse en tela de juicio con la crisis y el desencanto que genera, como advierte el historiador holandés Dirk-Jan van Baar.

Publicado en 7 diciembre 2012 a las 12:40

En nuestra región del mundo, la "paz eterna" no está garantizada de ninguna manera. Sólo podremos decir que la UE es un triunfo como proyecto de pacificación si no se producen guerras en los próximos cien años. El hecho de recibir el premio Nobel de la Paz en 2012, es tentar a los dioses. Pero también podemos ver en esta distinción el punto de partida de todas las discusiones que pronto tendrán lugar con la conmemoración del "big-bang del siglo XX" [la Primera Guerra Mundial]. Teniendo esto en cuenta, el Comité del Nobel se ha adelantado a todo el mundo.

Cualquier festividad es idónea para iniciar un debate sobre Europa, cuyo credo, "nunca más", según algunos observadores críticos se ha vuelto hueco y desgastado. Cuando se tienen ciertas nociones de historia europea, un desconocimiento así de la Historia llega a sorprender. Aunque esto no quiere decir que la UE sea indispensable para la paz en Europa. Estamos en nuestro derecho de ponerlo en duda. Por algo unos países pacíficos como Noruega y Suiza siguen manteniéndose fuera de la UE y Europa, incapaz de garantizar ella misma su seguridad, recurre a Estados Unidos.

No despertar a los osos dormidos

La idea de que una potencia extranjera le desee el mal está lejos de ser una simple imaginación. La Rusia actual ya no es el Imperio del mal de antaño, pero bajo el poder de Vladimir Putin, pretende reparar su honor y ya ejerce presiones sobre sus "vecinos cercanos" en Bielorrusia, Georgia y Ucrania, repúblicas que, al igual que otros Estados bálticos que ahora son miembros de la UE, formaban parte de la Unión Soviética. ¿Creen de verdad que Tallin, Riga y Vilna están a salvo de las artimañas rusas? En Europa Occidental, nadie piensa en estas cosas, pero en Europa Oriental, están más alerta. Aunque quizás sea mejor para nuestra tranquilidad no despertar a los osos que están dormidos. Esa es más o menos la "estrategia" de Europa ante todos los peligros del exterior.

Esta actitud puede parecer más cínica de lo que es en realidad. Aquel que crea que Europa debe poder poner fin a cada amenaza exterior presupone la existencia de una demarcación que en realidad no existe. La delimitación de las fronteras exteriores de Europa, sobre todo en el Este, se ha dejado caer conscientemente en la imprecisión. El Telón de Acero, que durante la Guerra Fría permitía hacerse una idea clara del mundo, desapareció y la UE, al ampliarse hacia el Este, sirvió de estabilización al llenar un peligroso vacío de poder.

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Es cierto que la ampliación de la UE hacia el Este sigue abierta, pero el Bósforo, con un Gobierno en Ankara "pro-islámico", en realidad es un puente demasiado lejano. Mientras, vemos desde el lado occidental a los británicos, defensores solitarios de nuestras libertades democráticas en 1940, que siguen distanciándose de la UE. Esto tiene consecuencias en la política exterior y de la defensa común de Europa. Sin los británicos, que junto a los franceses disponen de un derecho de veto en las Naciones Unidas, de entrada esta política no tiene ninguna posibilidad de triunfar.

Un proyecto de "pacifismo práctico"

En Bruselas, tendemos a dar por sentado el desvío de los británicos, por hastío ante su euroescepticismo. Pero si Londres se retirara oficialmente de la UE, se esfumaría al instante cualquier esperanza de ver un día a Europa mantenerse en pie con sus propias piernas, cuando esta esperanza ha sido hasta ahora lo que ha engatusado a los estadounidenses. Estados Unidos no quiere garantizar de por vida la seguridad de Europa, sobre todo si los europeos le piden que lo haga gratuitamente.

En el exterior de Europa se encuentran zonas de conflicto con las que Europa ha mantenido vínculos desde siempre. Es curioso que el desmantelamiento de los imperios coloniales y las sucias guerras que acarrearon no tuviera repercusiones negativas en la integración europea, que comenzó en la misma época. En mi opinión, esto se debe al carácter único de la aspiración europea a la pacificación, que, a partir de los años 50, se centró por completo en una reconciliación interna y permitió confiar a nuevas fuerzas emergentes los imperios coloniales que se habían sumido en el caos.

La Comunidad Europea del Carbón y del Acero,fundada en 1951, era un proyecto de pacificación dirigido hacia el interior, que ponía bajo administración europea la industria pesada de Alemania y Francia. Un proyecto brillante, que sentó las bases de su reconciliación histórica.

Este "pacifismo práctico", surgido de la necesidad y de una feliz coincidencia, obliga a adoptar una posición que busca evitar conflictos ante el mundo exterior, así como un progresismo tecnocrático estéril dirigido hacia el interior. Un concepto que se encuentra también en nuestros Estados del bienestar nacionales, con el orgullo del modelo europeo. En este caso también se pacifica, aplazando indefinidamente los problemas o redefiniendo sin cesar los aspectos técnicos. Una politización liberaría demasiadas emociones.

Modernizar, integrar y esterilizar

Europa tiene la impresión de que no existe si no moderniza, integra y esteriliza. Es lo que nos demuestra la crisis del euro: genera divergencias que el euro debía eliminar y obliga a la UE a huir sin mirar atrás. Esto hace más frágil el proyecto de pacificación europea. Si el euro se hunde, como es evidente volveremos al "cada uno a lo suyo" y al proteccionismo de los años 30. Por ejemplo, podemos imaginarnos que España, cuya integración en Europa sin embargo fue un éxito, cae de nuevo en la guerra civil por las desavenencias regionales que nunca han desaparecido por completo.

El mismo descontento tiene raíces más profundas. La parte protestante de Europa se queja de los vicios de la parte católica, como si hubiéramos vuelto a los días de la reforma. No hay que creer que en Europa la paz es evidente, porque a la juventud solo le interesan los viajes baratos y los iPhones y porque la guerra no compensa. Este último punto de vista también estaba de moda hace cien años. En el fondo, es totalmente lógico que el Comité del Nobel distinga a la UE precisamente en este momento. En Escandinavia saben apreciar lo políticamente correcto, aunque pueda generar algunas contrariedades.

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