El principal periódico conservador del país destituyó a su editor jefe, al parecer con la esperanza de congraciarse con el nuevo Gobierno. Una revista cultural también contrató a una nueva editora y eligió a la pareja de un recién nombrado ministro del Gobierno. El hombre al que sustituyó pasó a trabajar para el nuevo presidente. La elección primaveral de François Hollande, el primer presidente francés de la izquierda en 17 años, causó una reorganización en las filas de los medios de comunicación, además de una serie de posibles conflictos de interés.
La cobertura también ha cambiado. Gran parte de los medios de comunicación, que en su mayoría eran de tendencias de izquierda, solían deleitarse criticando al predecesor de Hollande, Nicolas Sarkozy, pero ahora muchos periodistas se sienten desprovistos de material, por el estilo de gobierno mucho menos dramático del nuevo presidente. Hollande ha demostrado ser condenadamente aburrido, afirman, sobre todo para los medios informativos que a veces cubren la actualidad del Gobierno como si no hubiera nada más importante y se basan en la política de París como eje de las noticias.
La línea que divide a los políticos y a los medios de comunicación en Francia puede ser muy sutil, ya que el destino de algunos periodistas ha estado vinculado durante mucho tiempo a los gobernantes a los que dan la lata o complacen. Los estrechos vínculos de Sarkozy con los ejecutivos de los medios de comunicación se consideraban un tanto escandalosos, y su presidencia generó un mayor escrutinio sobre las relaciones incestuosas.
Los estrechos vínculos continúan
Hollande prometió en su campaña ser “ejemplar”. Pero en un país en el que gran parte de la élite de París comparte antecedentes comunes, ha ido a los mismos colegios y suele acudir a las mismas fiestas, ha perdurado la mezcla de periodistas y políticos. Daniel Carton, antiguo reportero en Francia, culpaba a los medios de comunicación por no hacer más para evitar esos estrechos vínculos.“Saben exactamente qué deben hacer para que las cosas no se descontrolen, pero no lo harán”, comentaba Carton, que criticaba abiertamente los conflictos de interés en el periodismo francés.
Durante décadas, los periódicos han dependido en gran medida de los subsidios estatales. Los medios de comunicación públicos, que representan quizás la mitad de las cadenas de televisión y radio mayoritarias, siguen bajo la dirección de personas nombradas por políticos. Los medios privados pertenecen a empresas o a inversores con tendencias políticas demostradas o con conexiones empresariales con el Estado, lo que socava la imparcialidad periodística.
Quizás el caso más llamativo en este ciclo de elecciones fue la situación de Etienne Mougeotte, cuya carrera como editor jefe en el diario de derecha Le Figaro comenzó y finalizó con la presidencia de Sarkozy, el político al que defendió y al que se dice que asesoraba.
“Somos un periódico del centro y de la derecha y apoyamos a Nicolas Sarkozy”, dijo Mougeotte al diario de centro-izquierda Le Monde el año pasado. Bajo la dirección de Mougeotte, Le Figaro recibió constantes críticas, a veces de sus propios reporteros, por ser el portavoz del Gobierno. Según los medios de comunicación franceses, Hollande solicitó el despido de Mougeotte, que se produjo en julio.
El editor, Serge Dassault, es senador del partido de Sarkozy. Pero Dassault también lidera una gran empresa de suministros militares y se especulaba que la destitución de Mougeotte tenía como fin situar al grupo de Dassault en un buen lugar con el nuevo presidente.
Trabajos para las esposas y las novias
La revista de actualidad y cultura Les inRockuptibles contrató como nueva editora jefe a Audrey Pulvar [puesto del que dimitió el 21 de diciembre], personaje destacado de la radio y la televisión que además era pareja de Arnaud Montebourg, un ministro del Gobierno y un miembro destacado del Partido Socialista.
Pulvar recientemente anunció el fin de su relación con Montebourg, pero han continuado otras relaciones de este tipo. Valérie Trierweiler, la actual pareja de Hollande, comenzó su relación con el presidente mientras informaba sobre él a comienzos de 2000, cuando era miembro de la Asamblea Nacional. Este otoño pasó a ocupar a regañadientes un puesto en una cadena de noticias y se mantuvo como crítica en la revista Paris Match.
Pulvar sustituyó a David Kessler, que se marchó para trabajar como asesor de Hollande. Además, un reportero de asuntos jurídicos de la emisora Europe 1 se convirtió en el portavoz del ministerio de Justicia. Un reportero político de Les Échos, un importante periódico financiero francés, pasó a trabajar para la oficina de prensa del primer ministro.
Los medios de comunicación públicos también han sufrido cambios tras las elecciones. En octubre, Hollande nombró un nuevo director para las cadenas de radio y televisión internacionales del país, RFI y France 24. Prometió reformar la ley que le permitía realizar este nombramiento, pero no hasta el año que viene. Se espera que se sustituyan a los directores de Radio France y France Télévisions, ambos nombrados por Sarkozy. La ley actual, que establece que el nombramiento de los directores de los medios de comunicación pública es una prerrogativa presidencial, la introdujo Sarkozy en 2009. En ese momento, los comentaristas calificaron la medida de usurpación de poder. Sarkozy dijo que la finalidad era eliminar una capa de “hipocresía” del proceso de designación, que estaba controlado por un consejo del Gobierno elegido a dedo.
Llevando las riendas
Los medios de comunicación públicos ya no sirven de propagandistas del Estado, como lo fueron efectivamente hasta finales de los años sesenta, pero siguen estando bajo la “supervisión” del Gobierno, afirmaba Jean-Marie Charon, un sociólogo que estudia los medios de comunicación.
Las publicaciones privadas también están en deuda con el Estado, al menos financieramente. El año pasado, recibieron del Gobierno 1.500 millones de euros en subvenciones.
A las publicaciones de la izquierda les cuesta “establecer la distancia correcta” con respecto al Gobierno, comentaba Charon. El júbilo que dominó la cobertura política del verano pasado en Libération, Le Nouvel Observateur y Le Monde ha dado lugar a la acritud. Sea cual sea la actitud que adopten los medios de comunicación franceses, la marcha de Sarkozy ha dejado a muchos periodistas deseando que haya más emoción.
“Tuvimos cinco años que fueron excepcionales: teníamos a un hombre que era el centro de todo”, afirmaba Pierre Haski, cofundador y editor de Rue89, un sitio web de noticias. “De repente, hemos pasado de tener una saturación de noticias a no tener suficientes”. “Sarkozy era bueno para vender”, añadía Haski. “Hollande no es bueno para vender”.
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Prensa regional
Los periódicos como trampolín político
Bernard Tapie “mete mano a la prensa”, así muestra su preocupación Libération. El 19 de diciembre, este hombre de negocios compró el Groupe Hersant Media, que edita numerosos diarios regionales en el sur de Francia, especialmente en Niza y Marsella, la segunda ciudad más importante de Francia, y en los departamentos franceses de Ultramar.
Tapie es un personaje polémico. Fue ministro de François Mitterrand y cuando ejerció como presidente del club de fútbol Olympique de Marsella le condenaron por amañar partidos. También fue propietario de Adidas y la reventa de equipación deportiva en los años noventa le generó un enfrentamiento con el banco Crédit Lyonnais, que le arruinó. Pero el Gobierno de Nicolas Sarkozy facilitó un arreglo que obliga a la entidad a pagarle 300 millones de euros.
Libération, que “recuerda que la emprendió a golpes con un periodista que había escrito un artículo que no le gustó”, considera que
evidentemente, no había que haber hecho caso a Bernard Tapie cuando juró que no volvería nunca a la política. Desde hace casi quince años, sueña con tomarse la revancha. Hoy revela una parte de su máscara con una estrategia en dos tiempos: primero compra un periódico, para conquistar la ciudad prometida [Marsella]... [...] Pero el universo político y mediático ha cambiado. Y él no se ha dado cuenta.