Las banderas macedonia, búlgara y de la UE ondean en el puesto fronterizo de Gjuesevo (Bulgaria).

Búlgaros y macedonios a la gresca

Después de Atenas, ahora es Sofía quien frena el inicio de las negociaciones de la adhesión de Macedonia a la UE. Una postura que fomenta las tensiones nacionalistas entre los dos países y los clichés de sus socios sobre las rencillas balcánicas, lamenta un periodista búlgaro.

Publicado en 19 diciembre 2012 a las 16:31
Vassil Donev / EPA  | Las banderas macedonia, búlgara y de la UE ondean en el puesto fronterizo de Gjuesevo (Bulgaria).

La decisión de Bulgaria de oponerse el 11 de diciembre, durante un consejo de ministros de Exteriores de la UE a cualquier decisión para establecer una fecha de inicio de las negociaciones de la adhesión de Macedonia a la Unión Europea, es una buena noticia para los medios de Skopie en contra de los búlgaros. Hasta ahora, éstos aprovechaban hasta la más mínima ocasión para soltar su propaganda nacionalista, pero hoy, por fin tienen un argumento de peso para proseguir con su política: en las más altas esferas, Sofía ha declarado que no apoya la propuesta de que sus vecinos macedonios den un importante paso hacia su adhesión a la familia europea.

Resulta bastante irrealista esperar que esta oposición férrea tenga el efecto inverso, es decir, una flexibilización de la postura de los que se oponen en Skopie a mantener relaciones de buena vecindad. De hecho, muchos consideran que el objetivo del Gobierno macedonio actual no es tanto la fijación de esa fecha, sino más bien su empeño en señalar a los responsables de su fracaso, es decir, los "malvados vecinos" que son Bulgaria y Grecia.

Estancamiento de las relaciones económicas

Pero ¿realmente las autoridades de Sofía tenían otra alternativa? A pesar de las provocaciones macedonias, ¿podían apoyar, e incluso presionar, para que Skopie se adhiera a la UE, siguiendo el ejemplo de lo que ha hecho Polonia por los países bálticos, Grecia por Chipre y hoy Rumanía por Moldavia? Por desgracia, la respuesta es que no. Porque entonces serían el objetivo legítimo de nuestros propios nacionalistas, que no dejan de exigir la dimisión del ministro de Exteriores Nikolai Mladenov por su "benevolencia" hacia países como Macedonia, Serbia y Turquía.

En su voluntad por desviar la atención de la opinión pública de los auténticos problemas, centrándose en las relaciones con los países vecinos, los nacionalistas-populistas de Skopie han encontrado, por paradójico que pueda parecer, unos excelentes aliados en Bulgaria. Se trata de los que podríamos denominar como "comentaristas de servicio" sobre las cuestiones macedonias, un puñado de personalidades públicas que se han erigido como especialistas y a los que suelen recurrir los medios de comunicación para comentar las relaciones entre los dos países. No me gustan las teorías de complot, pero al parecer, aparte de su interés por Macedonia, todas estas personas son conocidas por haber pertenecido también a los servicios secretos de la Bulgaria comunista.

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Al igual que los responsables de Skopie han logrado hacer que gran parte de la población esté en contra de Bulgaria, estos últimos también han hecho que la mayoría de los búlgaros consideren con burla, incluso con animadversión, las aspiraciones europeas de los macedonios. Y eso es lo peor. Porque los que más sufren estas malas relaciones son los propios búlgaros y los macedonios. Estas rencillas estúpidas producen un estancamiento en las relaciones económicas y la congelación de importantes proyectos comunes que realmente podrían cambiar la vida de las personas, como la construcción de una línea de ferrocarril que conecte Sofía y Skopie.

Rencillas "típicamente balcánicas"

Por ello, si Macedonia y Bulgaria realmente aspiran a que mejoren sus relaciones, los dos países deben concentrarse en esos proyectos comunes, que permitirán a los que viven a ambos lados de la frontera disfrutar de "los frutos de su trabajo" y "amarse de nuevo como hermanos", como expresó el poeta Nikola Vaptzarov [1909-1942, uno de los héroes de la lucha antifascista en Bulgaria] cuya herencia debería servir más bien como punto de acercamiento y no de división como sigue siendo [al igual que ocurre con otras figuras históricas y literarias, Skopie reivindica los "orígenes macedonios" de Vaptzarov].

Y para terminar, en lugar de dirigirse acusaciones recíprocas, convendría que macedonios y búlgaros intentaran imaginarse, aunque fuera por un instante, cómo ven los europeos la polémica que les enfrenta. Para ellos, se trata de rencillas "típicamente balcánicas", y por desgracia es una calificación cargada de reproches, porque todo el mundo piensa en las guerras fraticidas que han asolado nuestra península.

A largo plazo, a ninguno de los dos países le interesa que perdure esta situación. Y cuanto antes se den cuenta los búlgaros y los macedonios de que se están estancando en un callejón sin salida, mejor será para su futuro europeo. Presionemos entonces para que se solucionen las cuestiones conflictivas antes de marzo de 2013, con el fin de que Macedonia pueda finalmente fijar la fecha del inicio de las negociaciones con Bruselas y que Bulgaria se convierta en un aliado sincero en su camino europeo.

Contexto

Disputas por el patrimonio histórico

Bulgaria "cava la tumba de Macedonia", o así lo defiende la fórmula empleada por la televisión macedonia Kanal 5. "Los búlgaros han hecho el trabajo de los griegos", protesta el diario Vecer, haciendo referencia al enfrentamiento histórico con Atenas en relación al reconocimiento del país bajo el nombre de "Macedonia", pues los helenos reivindican el origen geográfico y cultural de dicho término. De ahora en adelante, a ojos del diario, Sofía se pone a la cabeza de quienes, en el seno de la UE, no quieren que Macedonia avance en su proceso de adhesión y se incorpore a la antesala de Bruselas, a pesar de que está a la espera desde 2005. "Se trata de una puñalada por la espalda", sintetiza gráficamente el diario progubernamental Nova Makedonia.

Bulgaria, que fue el primer país en reconocer la independencia de Macedonia en 1992, justifica su rechazo por el regreso de la "retórica nacionalista" a Skopie. Denuncia una "actitud discriminatoria" hacia sus ciudadanos, especialmente hacia los hombres de negocios. A su juicio, la tensión entre los dos países responde eminentemente a la política populista del Gobierno de Nikola Gruevski, que pretende demostrar los "orígenes remotos" de Macedonia apropiándose por completo de la historia de sus vecinos, más concretamente, de la paternidad del alfabeto cirílico.

Las autoridades búlgaras citan a menudo el ejemplo del polémico proyecto "Skopie 2014", por el que se han erigido en la capital macedonia decenas de monumentos (entre ellos una estatua ecuestre gigante de Alejandro Magno, pero también del emperador Justiniano y del rey Samuel de Bulgaria). Una película, Tercer medio-tiempo, que se produjo con el apoyo del Gobierno macedonio en 2012, también ha despertado la ira de los eurodiputados búlgaros que ven en ella una flagrante manifestación de la "campaña antibúlgara" que desarrolla Skopie.

Pero el veto búlgaro también genera decepción e incluso incomprensión en de los ámbitos eurófilos de Macedonia. "Bulgaria es el mejor amigo y aliado que Macedonia puede tener en la esfera internacional. Más que imponer condiciones, Sofía debería comportarse como nuestro hermano mayor, ser capaz de ayudarnos y de orientarnos", considera el politólogo Zhidas Daskalovski en declaraciones a la radio pública búlgara.

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