El presidente portugués Aníbal Cavaco Silva, con unas flechas que evocan el logotipo de su partido, el Partido Social Demócrata (PSD).

El Gobierno se acerca al final del trayecto

El presidente Cavaco Silva corre el riesgo de hundir al país en una crisis política por haber recurrido al Tribunal Constitucional para que vuelva a examinar el presupuesto de 2013, advierte un politólogo. Pero es posible que acabe recayendo en el pueblo la responsabilidad de elegir la solución a la crisis económica.

Publicado en 10 enero 2013 a las 16:43
El presidente portugués Aníbal Cavaco Silva, con unas flechas que evocan el logotipo de su partido, el Partido Social Demócrata (PSD).

Tal y como prevé el dispositivo legal y con las diversas implicaciones en el presupuesto del Estado que le ha presentado el Gobierno, el presidente Anibal Cavaco Silva podría reaccionar de tres modos distintos.

Al optar por la solución intermedia, que consistía en promulgar el presupuesto y solicitar su examen a posteriori al Tribunal Constitucional, el presidente quizás no se haya dado cuenta de que su decisión, en la que ha visto una sentencia digna de Salomón, podría significar “Fin de trayecto, que se baje todo el mundo” para el Gobierno de Pedro Passos Coelho, incluso provocar simple y llanamente un descarrilamiento.

Las ojeras del ministro de Finanzas

Si el Tribunal Constitucional declara la inconstitucionalidad de tres artículos puestos en tela de juicio por el presidente de la República, el Ejecutivo tendrá que encontrar otra forma de recaudar la suma de 1.700 millones de dólares [1.300 millones de euros] que supuestamente se obtendrían con estas medidas. Sin esta compensación, el Gobierno correría el riesgo de no poder cumplir su programa, que es también la condición sine qua non de la financiación del país prevista por el memorando firmado con la troika [FMI-BCE-UE]. Dicho de otro modo, la condición para desbloquear los famosos tramos por los que languidecen las finanzas portuguesas y basta con observar las ojeras del ministro para convencerse de ello.
Pero ahí es donde está el problema. Cuando se es consciente del peso insoportable de la carga fiscal que ya recae sobre los contribuyentes, y puesto que las medidas aplicadas (con razón, en mi opinión) para luchar contra la economía paralela no se traducirán en resultados inmediatos, ni, algo que habría sido incluso mejor, en resultados retroactivos, ¿dónde espera encontrar el Gobierno esa cantidad?
Por desgracia, la respuesta a esta pregunta se acerca a aquella que no quiere ni oír Passos Coelho, que tanto ha luchado para llegar al poder: el tren se quedará en punto muerto y el Gobierno no encontrará otro medio de obtener ingresos.

La solución en manos del pueblo

Ante esta situación a Pedro no lo quedará otra opción que irse con [su mujer] Laura (es el precio que hay que pagar por la familiaridad de su mensaje de Navidad[disponible en Facebook]), tras haber presentado su dimisión a Cavaco Silva, dejándole así la tarea de resolver el problema.
La solución podría pasar por una mayor implicación por parte del presidente, por ejemplo, con el nombramiento de un Gobierno de iniciativa presidencial, como hiciera en su época [el primer presidente tras la dictadura] Ramalho Eanes, o con la convocatoria de elecciones anticipadas, una forma de confiar al pueblo, lo quiera o no, la responsabilidad de encontrar la solución.
Sin embargo, no se garantiza que los electores llamados a ejercer prematuramente su derecho al voto se pongan de acuerdo en las urnas con una mayoría para un solo partido y sabiendo que la inestabilidad gubernamental no es precisamente compatible con el pago de los tramos necesarios para que el Estado cumpla sus obligaciones, Pedro Passos Coelho no será la única víctima de esta crisis. Porque Cavaco Silva, tan desacreditado por sus silencios, acabó manifestándose demasiado tarde con un discurso en el que, además, no faltó la ambigüedad. En cuanto a la oposición, que ve más cerca el poder, ha dado prioridad a sus intereses en detrimento del interés nacional.
Por ello, el país ha comprendido, con los ojos puestos en la realidad griega, que lo que está en juego más allá de la condena de la política del Gobierno actual, es nada menos que el fin del modelo político portugués, o en todo caso de esa manera de hacer política en Portugal.
La persistencia, en los salones y en los pasillos del poder, de una clase política menor y sin visión sobre el interés nacional, así como la escasez de voces dotadas de una fuerza convincente, ha dejado que el derecho colonice a la política. Portugal no tiene nada que agradecerles.

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Debate

¿Son constitucionales las propuestas del FMI?

"El FMI echa más leña al fuego de la Constitución" sintetiza Público al día siguiente de que Jornal de Negócios publicase algunos detalles del informe de 80 páginas que el FMI envió al Gobierno portugués y en el que el Fondo sugiere una lista de recortes permanentes en sueldos, pensiones y despidos dentro del sector público.

Estas recomendaciones sirven para avivar aún más el debate constitucional en el país, indica el diario, que consulta al respecto con dos expertos en la materia. Ambos opinan que las propuestas “probablemente sean inconstitucionales”: un recorte permanente del 15% en las pensiones, que las dos pagas extras queden vinculadas al crecimiento del PIB, el retraso de la edad de jubilación de los 65 a los 66 años, una nueva fórmula para el cálculo presente y futuro de las pensiones o los recortes salariales permanentes a los funcionarios.

En su editorial el diario Público recoge que:

El documento del FMI señala dos direcciones contradictorias. Por un lado, sugiere que los grupos de interés son los responsables de que el gasto público haya generado desigualdad y muestra cómo la ineficiencia del Estado penaliza al ciudadano. Pero, por otra parte, el núcleo de las propuestas del FMI se centra en los despidos y en el recorte de sueldos en el sector público, así como de las pensiones. Así que el debate vuelve sobre un punto que ya se había tratado: ¿De qué estamos verdaderamente hablando cuando se hace referencia a los “excesos” del Estado? Se trata de un debate serio e inevitable.

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