Gdansk, 30 de agosto de 1980. El líder de Solidaridad Lech Walesa (en el centro) en la víspera de los históricos Acuerdos de Agosto.

El disperso legado de Solidaridad

Solidaridad, el movimiento apoyado por casi 10 millones de seguidores en 1981 y con menos de 600.000 miembros en la actualidad, celebrará el 30 aniversario de los “Acuerdos de Agosto” de 1980, que desembocaron en la creación de la primera representación independiente de los trabajadores en el bloque dominado por los soviéticos. El aniversario ha suscitado un acalorado debate en la prensa polaca.

Publicado en 30 agosto 2010 a las 14:46
Gdansk, 30 de agosto de 1980. El líder de Solidaridad Lech Walesa (en el centro) en la víspera de los históricos Acuerdos de Agosto.

“El 31 de agosto, el ambiente se impregnará de libertad”, augura en las páginas del semanario Wprost Robert Wilson, el director teatral de renombre internacional. El 31 de agosto, su espectáculo “Solidarity – Your Angel Is Called Freedom” (“Solidaridad: tu ángel se llama libertad”) será el evento más destacado de las celebraciones del 30 aniversario de la firma de los “Acuerdos de Agosto” de 1980 en Gdańsk. Estos acuerdos allanaron el camino para la fundación de Solidaridad, el primer sindicato independiente del bloque comunista. El aniversario de este año tiene como trasfondo un acalorado debate sobre el legado de Solidaridad como movimiento popular y su función actual como sindicato.

El diario de Varsovia Gazeta Wyborcza ha preguntado a cuatro jóvenes sociólogos qué es lo que queda actualmente del legendario sindicato y si sigue siendo importante. Para Agata Szczęśniak, de 30 años, lo que queda es el aspecto utópico, “la creencia en la posibilidad de un cambio social radical y repentino”, mientras que Michał Łuczewski, un año mayor, destaca que el legado de Solidaridad es “la idea de una revolución moral, que se redescubre y se olvida con frecuencia en la historia de Polonia”. Karolina Wigura distingue dos interpretaciones excluyentes entre sí del mito de Solidaridad. “Según la primera, [el movimiento de Solidaridad de comienzos de los ochenta] era una época de júbilo en la que los polacos consiguieron unirse a pesar de las divisiones”. La otra interpretación antepone el pluralismo a la unidad y destaca la lucha por la libertad de expresión y el derecho a discrepar.

En una entrevista a Józef Pinior, destacado activista de Solidaridad en la década de los ochenta, Newsweek le preguntapor qué se desperdició el potencial de Solidaridad y qué es lo que convirtió el símbolo nacional en un complemento político del partido de derecha Ley y Justicia (PiS). “El motivo fundamental”, afirma Pinior, “es que Solidaridad no pudo responder a la pregunta de qué era realmente ni comprender su propia identidad. Cayó en una gran desorganización tras la revolución de 1989 y no fue capaz de crear un partido político que expresara los intereses de los grupos sociales a los que representaba”.

Fundamental para la creación del Estado moderno

Según Tomasz Lis, editor jefe de Wprost, la paradoja de Solidaridad estriba en el hecho de que los que contribuyeron a crear el sindicato, es decir, los trabajadores de empresas de propiedad estatal, la élite intelectual o intelligentsia del momento, y la iglesia, fueron los que perdieron más a largo plazo debido al cambio iniciado por Solidaridad. Pero fue el mismo movimiento de Solidaridad el mayor perdedor.

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El movimiento recibió los golpes más dolorosos de sus propios fundadores: Lech Wałęsa, que identificó el sindicato consigo mismo; los “auténticos patriotas” que identificaron a Wałęsa como agente de la policía secreta; el antiguo presidente Lech Kaczyński y el antiguo parlamentario Jarosław Kaczyński, que aseguraron ser los mejores representantes de la tradición de Solidaridad, aunque su idea de una Polonia unida intensificó las divisiones sociales.

En Gazeta Wyborcza, Mirosław Czech adoptaun tono más positivo. En su opinión, la generación de Solidaridad superó la prueba del liderar la nación en el periodo de creación de un nuevo Estado y fue la primera generación victoriosa en la historia contemporánea de Polonia. “No tuvieron que presenciar el aplastamiento de los levantamientos. Pudieron adoptar una política de pequeños pasos, con la que mejoraron el bienestar nacional y reforzaron la posición de Polonia en la UE. Quizás no se hayan cumplido todos nuestros sueños, pero ¿quién habría imaginado algo así hace 30 años?”, concluye.

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