El presidente francés François Hollande, caracterizado como soldado.

La Europa de la defensa está en juego

La intervención de Francia en Malí es una guerra emprendida en solitario a pesar de que representa a los intereses europeos. Los escasos medios que le han ofrecido sus socios no son únicamente una muestra más de dejadez, sino que además marcan el final de la Europa de la defensa.

Publicado en 16 enero 2013 a las 17:09
El presidente francés François Hollande, caracterizado como soldado.

Si en Malí lo que estuviera en juego fuera únicamente Malí, los militares franceses sin duda no se habrían implicado en la guerra contra las milicias islamistas. Y los intereses de la antigua potencial colonial en el continente africano no explican por sí solos una intervención tan arriesgada.

Si Francia interviene, es porque el Estado saheliano amenaza con convertirse en un peligro para Europa. Y si se ha implicado sola, es porque los demás países europeos han escurrido el bulto. Esto dice mucho sobre el estado de la política de seguridad y de defensa común. Y no dice nada bueno.

El hecho de que París reciba como ayuda de sus socios únicamente unas felicitaciones cordiales y un puñado de aviones de transporte demuestra que algo no marcha bien en la Unión Europea. Detener a los islamistas y a los terroristas en su conquista de Malí sin duda interesa a la Unión Europea. La UE es consciente de esta amenaza desde hace más de un año. En manos de Al Qaeda y de sus simpatizantes, Malí se transformaría en un segundo Afganistán a las puertas de Europa, que serviría tanto de punto de salida, como de zona de entrenamiento y de lugar de retiro para el terrorismo internacional.

Superados por la situación

Si bien ha logrado reconocer este peligro, la UE jamás ha logrado dar una respuesta común al problema. Lo único en lo que ha sido capaz de ponerse de acuerdo es en el envío de una pequeña misión de formación para ayudar al ejército maliense. El límite de la voluntad común europea ha llegado hasta ahí y la UE no ha sido capaz de elaborar un plan de acción preventivo en caso de tener que reaccionar ante una urgencia militar, como a la que ha reaccionado Francia hoy.

Recibe lo mejor del periodismo europeo en tu correo electrónico todos los jueves

La decisión de acelerar ahora el calendario de la misión de formación raya en lo ridículo. En primer lugar, porque esta misión no cambia nada el hecho de que los demás países europeos sigan de brazos cruzados, viendo cómo los franceses se mojan para defender los intereses europeos. En segundo lugar, porque los soldados malienses sin duda apenas tendrán tiempo que dedicar a sus formadores europeos, puesto que estarán más que ocupados en los combates contra las milicias en el centro y el norte del país. La situación ha acabado superando a la Unión Europea.

Llegados a este punto, la UE más bien debería plantearse si realmente piensa en dotarse de una política de seguridad común. Una política que implicaría no dejar que Francia se las arreglara sola militarmente en Malí. El exministro de Exteriores francés Hubert Védrine recientemente pronunció una sentencia lapidaria sobre la política de seguridad y de defensa común, en la que trabaja con tanto esfuerzo la UE desde hace veinte años.

La guerra es una opción

Si los responsables políticos de los países miembros de la UE no son capaces de encontrar rápidamente un acuerdo sobre los fundamentos de su cooperación, la aspiración europea de convertirse en una potencia mundial no tendrá ninguna posibilidad de hacerse realidad. Hubert Védrine sin duda no se había imaginado que se pondría a prueba a Europa tan rápido y que la prueba decisiva se desarrollaría en la región del Sahel.

Todo hace pensar en Europa fracasará en este asunto. Porque, en materia de política exterior y de seguridad, los intereses de los países miembros de la UE aún son demasiado discordantes. Malí es la prueba de ello: los europeos están de acuerdo a la hora de reconocer la amenaza, pero no lo están sobre los medios de combatirla. Ni sobre el hecho de que, ante este supuesto, hay que prepararse para cualquier cosa, incluida la guerra. La política de seguridad de la UE carece de unidad, de aptitud y de voluntad. Unas carencias que no desparecerán rápido.

Sin embargo, es necesario que los demás europeos respalden militarmente hoy a Francia. Se trata de una cuestión de solidaridad, pero también de sensatez a largo plazo: si queremos dejar la puerta abierta a una política de seguridad europea digna de tal nombre, hay que evitar que París se vea obligado a recurrir a la OTAN en caso de bloqueo de la situación militar. Sin duda sería la prueba definitiva de que los europeos sencillamente no están a la altura.

Desde París y Berlín

Francia lucha en solitario en Malí

Cuando lanzó la operación militar en Malí, el presidente francés François Hollande esperaba que, como en el caso de Libia, sus socios europeos acudiesen a echarle una mano. Pero cinco días después del comienzo de la guerra, no ha sido el caso. “Miren donde miren en Europa, la diplomacia francesa y el Estado Mayor[francés] únicamente encuentran buenas excusas”, sintetiza Le Figaro. “Alemania, la última potencia europea en incrementar su presupuesto militar, no puede mover un soldado o un vehículo blindado sin someterlo a votación en el Bundestag, escenario en el que Angela Merkel se enfrenta a un período electoral”, aunque muestra su “apoyo” a Hollande.

En Berlín, Die Tagesspiegel critica la actitud alemana de esta manera:

Los alemanes quieren hacer creer a los franceses, e incluso a sí mismos, que están junto a su aliado europeo más próximo. Sin embargo, excluyen enviar tropas de combate y se contentan con mandar apoyo logístico. Si Hollande, en lugar de andarse por las ramas, se tomase esta afrenta en serio, el eje franco-alemán encararía una dura prueba. Pero hoy en día todo el mundo mira a otro lado. Excepto los grupos yihadistas.

Respecto a otros socios europeos, no se puede esperar mucho de ellos, prosigue Le Figaro:

Italia, que también se encuentra en plena campaña para las elecciones legislativas, y España, económicamente dañada por la crisis, no muestran ningún entusiasmo. En el norte, a unos curtidos contribuyentes de la OTAN como Países Bajos y Dinamarca les interesa más bien poco África. En el este, Polonia recuerda que ya está comprometida con Afganistán…
Ni el debate abierto el martes en el Parlamento Europeo, ni la reunión de los 27 ministros de Asuntos Exteriores de la UE convocada el jueves en Bruselas cambiarán la situación en el frente de Malí. Como mucho los jefes de la diplomacia podrán hacer un decepcionante balance sobre la “Iniciativa para el Sahel”, que se lanzó a bombo y platillo en marzo de 2011 para ayudar a países como Malí. Aunque Bruselas ha concedido créditos, el capítulo militar y de seguridad no se ha llevado a cabo.
La ausencia de refuerzos de la UE sirve en todo caso para complicar los cálculos del Estado Mayor francés en lo que se refiere a la “segunda fase”, tras varios días de bombardeos que han conseguido frenar el avance yihadista.

Tags
¿Te ha gustado este artículo? Nos alegra mucho. Se encuentra disponible para todos nuestros lectores, ya que consideramos que el derecho a la información libre e independiente es esencial para la democracia. No obstante, este derecho no está garantizado para siempre, y la independencia tiene su precio. Necesitamos tu apoyo para seguir publicando nuestras noticias independientes y multilingües para todos los europeos. ¡Descubre nuestras ofertas de suscripción y sus ventajas exclusivas y hazte miembro de nuestra comunidad desde ahora!

¿Eres un medio de comunicación, una empresa o una organización? Consulta nuestros servicios editoriales y de traducción multilingüe.

Apoya el periodismo europeo independiente

La democracia europea necesita prensa independiente. Voxeurop te necesita a ti. ¡Únete a nosotros!

Sobre el mismo tema