El futuro se escribe en mandarín

Uno de cada cuatro jóvenes portugueses está en paro. Para encontrar trabajo, ya no dudan en emigrar. Alemán, ruso, chino o árabe: los idiomas que aprenden antes de marcharse marcan el mapa de sus nuevas tierras prometidas.

Publicado en 29 enero 2013 a las 13:16

Últimamente, no hay ni una sola empresa portuguesa que contrate a especialistas en programación robótica. Y los temores de Gonçalo Gomes, de 30 años, se han ido transformando en una certeza dolorosa con cada currículum que envía y que queda sin respuesta. Por si fuera poco, su mujer Marta, una enfermera de 25 años, tan sólo ha conseguido contratos precarios y a media jornada, yendo de clínica en clínica.

“Por eso decidimos ampliar nuestros horizontes y enviamos nuestros currículums al extranjero. Y en junio recibimos respuestas muy alentadoras de empresas alemanas. El único inconveniente es que exigían que habláramos alemán”. En septiembre, Gonçalo y Marta se apuntaron a un curso intensivo en el DUAL, el departamento de formación profesional de la Cámara Luso-Alemana de Comercio e Industria, en Lisboa.

“Nos llegan muchas solicitudes de empresas alemanas que buscan profesionales en diferentes sectores”, confirma Elísio Silva, director de DUAL. “En la mayoría de las profesiones, es indispensable conocer el idioma: por ello, aprender alemán no le viene mal a nadie”. Lo que no quiere decir que se haya reducido el aprendizaje del inglés. Pero hablar con fluidez la lengua franca actual ya no es un elemento de distinción con respecto a los demás candidatos. Y en la mayoría de las profesiones, el dominio del idioma nacional es obligatorio.

Países en posición ascendente

Mientras el país atraviesa una profunda crisis y registra un índice de desempleo récord (en especial entre los jóvenes roza el 40 % entre los menores de 25 años, muchos portugueses han comprendido la posición ascendente que ocupan ciertos países en la economía internacional. Es el caso de Europa Central, como Alemania, que sigue registrando un crecimiento positivo a pesar de todos los obstáculos, pero también en otros lugares más lejanos. En los últimos años, el aumento de la demanda de cursos de ruso, de árabe y de mandarín demuestra dónde se encuentra actualmente la potencia económica.

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Dado el continuo crecimiento de China, a nadie le sorprenderá que el mandarín sea el idioma más codiciado. Por ello han surgido distintos programas de estudios en los últimos años. Entre los más demandados figuran los dirigidos a niños, elegidos por padres especialmente inquietos por el futuro de sus hijos.

China no sólo representa el futuro: su vigor en todos los sectores de la economía es ya una realidad. Y aunque en los colegios del Imperio del Medio se enseña inglés, la falta de práctica de los chinos y sobre todo, las diferencias culturales son tales, que los extranjeros se ven obligados a poseer al menos nociones rudimentarias de mandarín. “A los chinos les sigue agradando que hablemos mandarín”, confirma Sara Veiga Silva, de 21 años, que posee un título de Estudios asiáticos, así como un certificado de mandarín que obtuvo en el Instituto Confucio.

Si bien China es la gran potencia económica del momento, no es la única. En los últimos años, las empresas portuguesas, enfrentadas a una economía nacional a media asta, se han marchado a buscar el dinero donde se encontraba, sobre todo en los países árabes, que reciben con los brazos abiertos nuestro saber hacer en los sectores más variados.

La emigración en el punto de mira

“Un centenar de empresas nacionales y entre 6.000 y 7.000 trabajadores portugueses están ya presentes en el conjunto de los países árabes, que actualmente constituyen los mercados más dinámicos”, explica Alua Karim Buabdelah, secretario general de la Cámara Árabe-Portuguesa de Comercio e Industria.

“Pero no basta con saber inglés o francés. Muchos directores de empresa árabes apenas dominan su propio idioma y siempre es mucho más fácil hacer negocios cuando nos expresamos en el mismo idioma que el cliente”. Mientras su país está hundido en el letargo, los portugueses parecen estar más que dispuestos a aprender este idioma, explica António Dias Farinha, profesor y director del Instituto de Estudios Árabes e Islámicos en la Facultad de Letras de Lisboa. “Sólo en mi universidad, tenemos más de un centenar de alumnos que aprenden árabe y existen numerosos programas de estudios, tanto aquí como en otras ciudades”.

La lengua de Tolstoi y de Dostoyevski, olvidada durante muchos años, también gana cada vez más adeptos. Y con razón: Rusia se encuentra en pleno ascenso económico, sustentado por las reservas energéticas de las que dependen Europa Central y del Norte.

“Hace tres años que notamos un mayor interés por el idioma. Actualmente, contamos con más de 200 inscripciones en los dos semestres de clases de ruso”, destaca Rita Marnoto, directora del departamento de lenguas, literaturas y cultura en la Facultad de Letras de la Universidad de Coimbra. El principal objetivo de los alumnos es encontrar trabajo en la traducción o en empresas rusas implantadas en Portugal. Pero la emigración también está en el punto de mira de muchos de ellos.

Un destino habitual

Entre las clases más adineradas de Rusia, Portugal es un destino muy habitual. Muchos moscovitas con la cartera bien llena vienen de vacaciones a nuestro país, que prefieren a otros destinos de playa (como Grecia, Egipto, España), precisamente porque es más caro y de ese modo pueden mostrar a sus amigos el buen estado de sus finanzas personales.
Por otro lado, las comunidades procedentes del Este rusófonas e instaladas en Portugal constituyen un importante mercado para ciertos sectores, aunque estos inmigrantes hablen en su mayoría portugués.

Pero no siempre es necesario buscar una solución en el otro extremo del planeta, ni siquiera de Europa. Justo detrás de España, que está sumida en una crisis casi tan profunda como la nuestra, se encuentra un país con unas finanzas aparentemente sanas. Es la apuesta que hizo Joana Rodrigues, de 23 años, diplomada en ingeniería biomédica: “Como quiero trabajar en el extranjero y con el inglés ya no es suficiente, decidí mejorar mi francés”. También porque Francia no es el único país donde el francés es el idioma oficial: “También está Bélgica, Luxemburgo y Suiza”, recuerda Joana. Si bien Francia no goza del dinamismo económico de Rusia, del Golfo Pérsico o de China, presenta una cierta ventaja: no está demasiado lejos de casa.

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