En autobús, en Tallin, en enero de 2013. Únicamente para residentes, el pase verde permite circular gratuitamente en cualquier transporte público de la capital.

Un viaje gratis que no lleva al paraíso

El 1 de enero se hizo realidad el sueño de los habitantes de Tallin: utilizar los transportes públicos de forma gratuita. Sin embargo, la iniciativa no es del agrado de todos y algunos incluso hablan de una crisis de la democracia.

Publicado en 19 febrero 2013 a las 12:44
En autobús, en Tallin, en enero de 2013. Únicamente para residentes, el pase verde permite circular gratuitamente en cualquier transporte público de la capital.

A los lituanos les gusta repetir hasta la saciedad que “a caballo regalado, no le mires el diente” [es decir, si se recibe un regalo, hay que contentarse]. Sin embargo, los habitantes de Tallin, que desde el 1 de enero utilizan los transportes públicos gratuitamente, repiten el refrán preferido de los estadounidenses: “there ain't no such thing as a free lunch” [todo tiene un precio]. Théa, empleada en el sector de los servicios, se alegra por ahorrarse alrededor de 20 euros al mes, que es el coste medio del billete mensual para un habitante de Tallin.

Sin embargo, esta joven puntualiza enseguida que el nuevo sistema tiene también inconvenientes. “El número de sin techo y borrachos ha aumentado en los transportes públicos. Antes, sólo cogían el autobús procedente de Kopli, un barrio de mala fama, pero hoy están por todos lados. Además, ahora están llenos a reventar y a menudo es necesario esperar al siguiente autobús, que viene un poco más vacío”, comenta esta joven estonia de 22 años.

¿Un cálculo electoralista?

“Hay que pagar por los aparcamientos, que hasta ahora eran gratuitos. Se han extendido las zonas de tarifas más caras. Puede que algunos afirmen que se trata de desarrollo sostenible. Pero la gente tiene la impresión de que el Ayuntamiento se comporta así porque necesita dinero para que funcione el sistema de transporte gratuito”, explica Andres Kasekamp, profesor de la Universidad de Tartu.
Para utilizar los transportes públicos, los habitantes de Tallin tienen que estar registrados como residentes. También están obligados a viajar con su documento de identidad y la tarjeta verde de viajero, que cuesta dos euros y tiene una validez de cuatro años.
Según Taavi Aas, alcalde adjunto de Tallin y miembro del partido del Centro [el partido preferido de los rusófonos de Estonia], los habitantes deben validar las tarjetas verdes cada vez que se suban a los transportes públicos para que los especialistas puedan analizar los trayectos que realizan los usuarios.
Son muchos los habitantes de Tallin que se sorprenden por la rapidez con la que se ha puesto en marcha el sistema de transportes gratuitos en la ciudad.

¿Quizás esta novedad tiene alguna relación con las elecciones locales que tendrán lugar el próximo otoño y la victoria pronosticada del partido del centro?

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Empezar la casa por el tejado

Aunque Tallin afirma que quiere convertirse en una ciudad ecológica, Andrea Veidenmman, del Partido Socialdemócrata,está convencida de que se encuentran en circulación los autobuses viejos y, por lo tanto, contaminantes.
“Afirmaron que a partir del 1 de enero, todos los habitantes de Tallin se podrían beneficiar del transporte gratuito. Preguntamos entonces cuáles serían las consecuencias para los que utilizan su vehículo a diario. Nos dijeron que había que esperar, que se facilitaría la información a tiempo. Pero no recibimos ninguna información".
Durante la introducción de los transportes gratuitos, todo se ha hecho al revés, en opinión de la arquitecta y urbanista I. Skudraite. Compara los transportes gratuitos de la capital estonia con una casa en construcción, que aún no tiene cimientos, pero cuyas ventanas ya están listas.
“En términos generales, beneficiarse de unos transportes gratuitos evidentemente es positivo, pero se han saltado ciertas etapas fundamentales. En invierno, las aceras de Tallin no se limpian, es difícil caminar por ellas. Los medios de transporte son obsoletos. Los tranvías, por ejemplo, son viejos, no se puede acceder a ellos en silla de ruedas, ni siquiera con un carrito. El corazón de la ciudad es el puerto, pero no está conectado a ningún eje que lleve fuera de la ciudad y sólo está comunicado con callejones estrechos. Se ha inyectado dinero para que la gente se desplace con más facilidad, pero ¿realmente es así?”, se pregunta I. Skudraite.

Visto desde Polonia

El Tigre Báltico ha vuelto

Dos décadas después de recuperar su independencia, Estonia se ha asegurado una posición estable en el mundo globalizado, con soberanía energética y billetes de autobús gratuitos, señala el semanario Uwazam Rze en Varsovia. Y a continuación enumera una larga lista de los logros del pequeño país báltico:

La tasa de desempleo está por debajo del 10% y el salario medio es de 839 euros. [...] El país se presenta como digitalmente avanzado y próximo a los ciudadanos. [...] Los estonios rara vez están desconectados. Hay más de 1.100 lugares para conectarse gratuitamente en todo el país. Se puede usar Internet para votar y para pagar impuestos, y montar un negocio online solo cuesta 18 minutos.

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