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¿Pero se puede saber qué hace la oposición? Si quisiera, el Partido Republicano del Pueblo [CHP, kemalista] realmente podría dar más de un quebradero de cabeza al AKP [el Partido de la Justicia y el Desarrollo del primer ministro Recep Tayyip Erdogan] dedicándose más a la cuestión de la adhesión de Turquía a la Unión Europea.
Hace cinco años, se iniciaron con cierta euforia una serie de conversaciones cuyo fin era convertir la candidatura de Turquía a la UE en una adhesión completa. De los treinta y cinco capítulos sometidos a debate, apenas trece comenzaron a negociarse y sólo uno llegó a cerrarse. A título comparativo, en el caso de Croacia, que empezó estas negociaciones al mismo tiempo, ya ha concluido veintidós capítulos.
Por supuesto que la responsabilidad de tal retraso recae en parte en los europeos. Debido a los desacuerdos sobre Chipre [cuya mitad está ocupada por el ejército turco], siguen bloqueados ocho capítulos de negociación y los países de la UE que se oponen a la adhesión de Turquía han impuesto un embargo de cinco años.
Miedo a la dictadura y a la democracia europea
Por lo tanto, los europeos no siempre se comportan limpiamente, pero eso no debe impedirnos ver lo esencial. Tanto si nos integramos en la UE como si no, las reformas que se exigen para cumplir las condiciones recogidas en estos treinta y cinco capítulos tendrán repercusiones positivas en la vida diaria de todos los habitantes de este país. Imaginemos que no podemos adherirnos a la UE, ¿vamos ha renunciar a cambios que claramente nos benefician?
Como tienen miedo de un sistema democrático a la europea, los partidos de la oposición [el CHP y el Partido de Acción Nacionalista, MHP, de extrema derecha] se muestran reticentes ante la idea de que Turquía se pueda integrar en Europa. Por otra parte, sus principales figuras no dejan de alzar la voz contra un régimen que estaría transformándose en "dictadura".
Sin embargo, estas personas que tanto temen a la dictadura también temen a la democracia a la europea. Por eso esta oposición no presiona al AKP con respecto a la adhesión a la UE, aunque este asunto sea el punto débil del partido gobernante, que teme perder votos al aplicar las normas europeas en el sistema turco y por ello prefiere no actuar al respecto.
La población, en la ignorancia
Estas nuevas normas son sinónimo de una mejora en la calidad de vida. La disciplina que supone su aplicación corre el riesgo de disgustar a un cierto número de sectores que podrían volverse en contra de un gobierno que prefiere no enemistarse con ellos. Pero ¿por qué este gobierno que tiene tanto miedo de contrariar a estos sectores tan poco respetuosos de las normas no teme la reacción de una población a la que engañan sistemáticamente esos mismos sectores? Sencillamente porque esta población no sabe que la están estafando y porque nadie está ahí para explicárselo.
No hay más que tomar como ejemplo el caso de la salud alimentaria para ver todo lo que el gobierno no ha hecho sobre esta cuestión. Si Turquía hiciera todo lo que debe en este ámbito, la población dejaría de comer carne en mal estado, dejaría de sufrir intoxicaciones y las mujeres embarazadas ya no perderían a sus bebés [Taraf acaba de revelar las negligencias del gobierno en el caso de un gran escándalo de carne en mal estado y que aún así se comercializó]. Pero es evidente que la población ignora todo esto. Ni los medios de comunicación ni la oposición les explican esta triste realidad.
La oposición, porque teme a la democracia, y el gobierno, porque no quiere perder votos, y por ello cierran los ojos ante la intoxicación de la población y no hacen nada para que las normas europeas sobre calidad puedan convertirse en normas en Turquía. Para ello, se necesitan medios de comunicación que informen a una población que reclame sus derechos. Mientras no lo haga, la clase política turca no hará nada para evitar estas intoxicaciones. Y por este mismo motivo las negociaciones decididamente no avanzan.
Adhesión de Turquía
¿Un referéndum europeo para zanjar la cuestión?
Según informa The Guardian, Egemen Bağış, negociador jefe de Turquía con la UE, propuso recientemente la celebración de un referéndum sobre la adhesión de su país, tanto en Turquía como en todos los países miembros de la Unión. "El término ‘referéndum’ se utiliza para atemorizar a los dirigentes de la UE, pero la idea tiene ciertos méritos", opina el diario londinense. Porque "una vez superados los obstáculos de la adhesión, con la propuesta del referéndum se podrá resolver el asunto espinoso de saber si el resultado debe ser una asociación o una unión política". Y porque "lo más importante no es entrar en la Unión, sino adoptar sus normas", como declaró en su día el presidente turco Abdullah Gül, que señaló que una vez finalizado el proceso de adhesión, Turquía, al igual que sucedió con Noruega en 1972, podría perfectamente optar por no acceder a la UE.
