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Siempre nos quedará Deauville. Nicolas Sarkozy con Angela Merkel en el enclave de la costa normanda, 18 de octubre de 2010.

El complot Merkel-Sarkozy

Antes de la cumbre de la UE para estabilizar el agitado euro, el presidente francés y la canciller alemana no sólo han acordado nuevas normas presupuestarias, sino que además han hecho un llamamiento a la reapertura del Tratado de Lisboa. Las autoridades de la Comisión murmuran que es un complot.

Publicado en 20 octubre 2010 a las 14:57
Siempre nos quedará Deauville. Nicolas Sarkozy con Angela Merkel en el enclave de la costa normanda, 18 de octubre de 2010.

Alemania y Francia han acordado suavizar el nuevo y rígido régimen de multas a los países que infrinjan las normas presupuestarias de la eurozona, una semana antes de que en una cumbre crucial para la UE se vaya a ratificar un sistema punitivo cuyo fin es apuntalar la moneda única.

Las autoridades de la UE que preparan las nuevas normas concebidas para inmunizar al euro contra una quiebra similar a la que se ha enfrentado como consecuencia de la crisis de la deuda griega, intentan poner al mal tiempo buena cara ante la súbita maniobra franco-alemana. Pero las autoridades de la Comisión Europea han admitido que ha existido un arreglo franco-alemán para debilitar el modo con el que se gestionaría el régimen del euro y para dejarlo más expuesto al regateo político.

En otro movimiento de gran polémica, Angela Merkel, la canciller alemana y Nicolas Sarkozy, el presidente francés, también acordaron la reapertura del Tratado de Lisboa, la cuasi-constitución de la UE, para obligar a los países que sufran crisis como la de Grecia a que declaren su insolvencia y pierdan sus derechos de voto en los consejos de la UE.

Una costosa reapertura del Tratado de Lisboa

En un encuentro celebrado en la costa de Normandía el lunes por la tarde, Sarkozy cedió ante las presiones alemanas para reabrir el tratado a cambio de que Berlín dejara de insistir en que las sanciones de los infractores fiscales en la eurozona fueran automáticas.

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Al planteamiento de la reapertura del tratado se pondrá una gran resistencia, pues los líderes europeos están cansados tras los nueve difíciles años que se tardaron en finalizar el pacto de Lisboa, que entró en vigor el año pasado.

También podría plantear problemas al primer ministro David Cameron, que se opuso al tratado y tendrá que soportar las presiones para que se celebre un referéndum en Gran Bretaña si se renegocia. "Si los políticos de la UE quieren un nuevo tratado, primero tendrán que plantear a los ciudadanos un referéndum. El férreo Dave ahora tiene la oportunidad de cumplir su promesa incumplida de celebrar un referéndum sobre la UE. Pero hasta que no lo vea, no me lo creo", comentaba Marta Andreasen, eurodiputada de Ukip. Cameron expondrá que aunque el tratado se reabra, los cambios sólo afectarán a los países de la eurozona y no a Gran Bretaña, por lo que no será necesario el voto británico.

La esperada nueva disciplina presupuestaria

En los últimos seis meses, los líderes de la UE han estado preparando planes para el "gobierno económico europeo", como respuesta a la crisis de deuda soberana en Grecia que casi destruyó al euro e hizo que se constituyera un fondo de crisis sin precedentes de 750.000 millones de euros (658.000 millones de libras). Al insistir en que no debe permitirse que se repita el desastre griego, destacaron que se impondrían nuevas normas en los 16 países del euro, que implicarían multas para los que superaran el nivel de deudas y déficits.

Herman Van Rompuy, presidente del Consejo de la UE, se puso al frente de un "grupo de trabajo" integrado por autoridades financieras de toda la UE para elaborar el nuevo régimen. Este grupo se reunió por última vez el lunes y sus propuestas se presentarán en una cumbre de la UE la semana que viene. En paralelo, la Comisión Europea ha elaborado las propuestas legislativas.

Según los anteproyectos de ley presentados el mes pasado por Olli Rehn, comisario de Asuntos Monetarios, los países se enfrentarían a multas de un 0,2% del PIB por desobedecer el pacto de estabilidad y crecimiento, el reglamento del euro que limita los déficits presupuestarios al 3% del PIB y los niveles de deuda nacional al 60%. Las multas se aplicarían casi de forma automática, las decidiría la Comisión y sólo podrían paralizarse con la mayoría cualificada de los gobiernos de la UE.

Francia y Alemania debilitan el pacto

El sistema se ha ideado para intentar evitar el tipo de cambalaches políticos que son inevitables si las decisiones las tienen que tomar los gobiernos de la UE. Alemania, partidaria de la disciplina fiscal en la UE, fue la máxima defensora de las multas automáticas y de la Comisión. Sarkozy lideró la oposición, exponiendo la primacía de la política y los gobiernos electos sobre los presupuestos nacionales.

El acuerdo franco-alemán determinaba que cualquier sanción aplicada sería "automática", pero dejaba claro que cualquier decisión de multar la tomarían los ministros de Finanzas de la UE y no la Comisión, por lo que aumenta así la posibilidad de que se realicen acuerdos políticos.

"En 2004, Francia y Alemania eran los que debilitaban el pacto de estabilidad. Ahora lo vuelven a hacer", comentaba un funcionario de la Comisión. Los medios de comunicación lamentaban las concesiones que ha hecho Merkel. "El gobierno ha fracasado estrepitosamente", afirmaba FT Deutschland, "en su campaña para hacer del nuevo pacto de estabilidad un auténtico instrumento de disciplina presupuestaria".

Reacciones

Una oportunidad perdida

“Europa ha perdido la oportunidad de sancionar a las economías irresponsables que no respetan los acuerdos comunes”, se lamenta Hospodárske noviny, precisando que Eslovaquia, el último Estado que ha adoptado el euro y al que se ha criticado recientemente por no contribuir al plan de rescate de Grecia, se ha pronunciado a favor de las sanciones automáticas contra los países que despilfarren excesivamente. “Todo seguirá igual: las sanciones dependerán del poder político y no de los resultados económicos", se indigna el diario de Bratislava.

Por su parte, La Vanguardia hablade una "reforma menos ambiciosa de lo previsto" y apunta que "el pulso final sobre la reforma del pacto de estabilidad de la Unión Europea no se libró en Luxemburgo" "sino en la ciudad normanda de Deauville", entre Nicolas Sarkozy y Angela Merkel, que se han puesto de acuerdo en "la creación de un fondo de rescate permanente " para mantener la estabilidad de la zona euro. En el diario belga De Tijd, el economista estadounidense Melvyn Krauss opina al respecto que "a los alemanes les encanta compadecerse al afirmar que son los salvadores financieros de Europa. Pero su operación de rescate para los países del sur de Europa tan sólo es un rescate indirecto de los bancos alemanes (y franceses). No son en absoluto 'víctimas del euro'". Expone que es lo contrario y que "es más bien el euro quien ha salvado a Alemania y no a la inversa".

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