La Galería Georges-Philippe & Nathalie Vallois en la feria Art Brussels de 2012.

Bruselas, lugar de moda para las galerías

Parece que Bruselas se está convirtiendo en el lugar de predilección de los galeristas de arte contemporáneo. La ciudad, más barata, menos saturada y dotada de un dinamismo cultural sin rival, está viviendo un auge artístico. Sin embargo, no todo el mundo está seguro de que este esplendor dure.

Publicado en 18 abril 2013 a las 15:32
Art Brussels  | La Galería Georges-Philippe & Nathalie Vallois en la feria Art Brussels de 2012.

Puede que "no sea precisamente" el paraíso para los propietarios de galerías de arte, pero el francés Sébastien Ricou (1984), el galerista más joven de Bruselas no puede evitar sonreír al hablar de su nueva ciudad de residencia. Durante su periodo como becario en la Almine Rech Gallery hace unos años, Ricou se dio cuenta de lo inteligente que fue el galerista al trasladarse de París a la capital belga. "En París, habría conseguido la mitad de espacio por el mismo dinero”, comenta.
Ricou no es el único encantado con este auge artístico, porque las galerías de arte contemporáneo crecen como champiñones en Bruselas. Si a esta tendencia se añade un nuevo director creativo en la feria de arte contemporáneo Art Brussels, que se celebrará esta semana [del 18 al 21 de abril], con su estela de ferias de arte de menor tamaño y el festival de performances del Kunstencentrum Wiels, no es de extrañar que algunos medios de comunicación como el New York Times estén hablando de un “renacimiento creativo” en Bruselas.

Más espacio para la experimentación

En 2006, la galerista Almine Rech, casada con el nieto de Picasso, se trasladó a Bélgica. Nathalie Obadia le siguió dos años después. Según Constance Dumas, directora de la galería de Obadia, abrir una segunda galería en Bruselas ofrece mucho más espacio para la experimentación: "En Francia resulta difícil mantener en funcionamiento una galería con artistas cuyas obras no son aún tan caras".

Alrededor de ese periodo, Barbara Gladstone, de Nueva York, estableció su oficina central europea en la capital belga. Señalando de paso una obra de Sol LeWitt en el jardín, Maxime De La Brousse, de Gladstone Galery, explica: "Barbara reflexiona mucho antes de abrir una galería. Artitas como Anish Kapoor ya estaban representados en Londres y París, pero ese mercado estaba saturado”.

La aparición de una serie de galerías de primer nivel en combinación con la apertura del Centro de Arte Contemporáneo Wiels en 2008 constituyeron el pistoletazo de salida; de repente, muchos propietarios empezaron a considerar la ciudad de Bruselas como el lugar indispensable en el que estar. En función de su público objetivo, abrieron establecimientos alrededor de Louizalaan, los "Campos Elíseos" de Bruselas, con sus grandes tiendas de moda y su ajetreo de tráfico, o alrededor de Dansaertstraat, en medio de tiendas y oficinas de diseñadores y arquitectos de vanguardia.

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La “cultura del coleccionismo” belga

Llama la atención sobre todo el gran número de galerías francesas, entre las que se incluyen Obadia y Rech, pero también VidalCuglietta, por nombrar algunos ejemplos. El bajo impuesto sobre el patrimonio en Bélgica ha instado a muchos franceses acomodados, incluida Almine Rech, a fijar su residencia en la parte norte de la frontera. Al igual que otros galeristas, alaba la ‘cultura de coleccionismo’ belga y el hecho de que los coleccionistas de arte belgas sean fieles a sus artistas predilectos, en lugar de seguir a ciegas las últimas tendencias pasajeras.

Los primeros holandeses que han cambiado su galería de Ámsterdam por el distrito de Dansaert son Chris Bestebreurtje y Petra Kuipers de Motive Gallery. Según Bestebreurtje, Bruselas no sólo ofrece acceso al atractivo mercado belga, sino que además la ciudad se encuentra mejor situada para los coleccionistas internacionales. Sobre todo con la llegada del enlace del tren de alta velocidad, que ha reducido el tiempo del trayecto a Londres, Colonia o Ámsterdam a unas dos horas.

"En Ámsterdam nos dimos cuenta de que llegaban muy pocos visitantes internacionales”, comenta. "El hecho de que el Museo 'Stedelijk', el Rijks Museum y el Appel estuvieran cerrados obviamente no contribuyó a atraer a marchantes y coleccionistas extranjeros a Países Bajos”. Bestebreurtje añade: "Y Bruselas, a diferencia de Berlín, es un lugar en el que una galería extranjera aún puede ocupar fácilmente una cuota del mercado”.

Caos administrativo en Bruselas

Aún así, ¿Bruselas reúne todas las condiciones necesarias para convertirse en algo más que una parada provisional para los coleccionistas? ¿Realmente puede llegar a ser un centro vibrante en la escena del arte no comercial? "Si bien existe un gran número de atractivas iniciativas, la administración necesita simplificarse urgentemente”, se queja el director artístico de Wiels, Dirk Snauwaert.

Cuestiona la actitud positiva de personas como Bestebreurtje hacia el caos administrativo en la capital belga. Por ejemplo, el propietario de la galería holandesa tiene la impresión de que se pueden lograr permisos con más facilidad que en Países Bajos, algo positivo para las iniciativas creativas. Snauwaert también estima que se están estableciendo artistas más jóvenes en Bruselas, pero cree que, aunque es más asequible que Londres o París, la ciudad belga sigue siendo demasiado cara para los que están dando sus primeros pasos en el mundo del arte.

Por ese mismo motivo, Sonia Dermience, originaria de Bruselas y miembro de la cooperativa de marchantes Komplot tiene dudas sobre el futuro de las galerías abiertas recientemente. "Berlín es considerablemente más barato, la gente que está estableciendo galerías aquí ya cuentan con un gran capital inicial y ponen por las nubes al 'excelente coleccionista belga', pero creo que se hacen ilusiones. La pregunta es si seguirán aquí dentro de cinco años”.

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