Trabajadores inmigrantes en un barracón improvisado de Nea Manolada, Grecia, el 18 de abril.

Es hora de poner fin a la barbarie

Los ataques perpetrados el 17 de abril contra los temporeros sin papeles que reclamaban su sueldo recuerdan a las luchas de los campesinos del siglo pasado y empañan aún más la imagen de un país ya conocido por la impunidad de los autores de actos violentos y xenófobos.

Publicado en 19 abril 2013 a las 15:41
Trabajadores inmigrantes en un barracón improvisado de Nea Manolada, Grecia, el 18 de abril.

La noticia de que unos capataces en los campos de fresas de Manolada dispararon a trabajadores inmigrantes y las imágenes de las víctimas yaciendo heridas en el barro se han sentido como una puñalada, como algo de otro tiempo, de otro lugar. Esta situación ha confirmado que, en muchos aspectos, Grecia se encuentra en regresión y se observa un comportamiento recurrente y típico.
La explotación de trabajadores indefensos por parte de terratenientes siempre ha sido parte de la aventura humana, al igual que los esclavizados han realizado esfuerzos heroicos por mejorar su destino. Los trabajadores y los campesinos griegos desempeñaron una importante función en estas luchas durante el siglo pasado y por ello es una tragedia ver cómo hoy los griegos pisotean los derechos de los trabajadores extranjeros, ensuciando el nombre del país y socavando sus luchas pasadas.

Injusticia y explotación

El crimen cometido en Manolada, en el Peloponeso occidental, no ha sido el primero en el área, ni tampoco el primero en Grecia. Desde 2006 sabíamos que en Manolada, los recolectores inmigrantes de frutas, sobre todo de Bangladés, trabajaban en condiciones lamentables por un sueldo irrisorio, sin derechos, sin protección. También sabíamos que los terratenientes no dudaban en ejercer la violencia a través de sus capataces. La situación se repetía en muchos otros lugares y afectaba a inmigrantes no documentados, así como a muchos que ya llevaban años en la zona. Por lo general, sabíamos que la explotación y la injusticia eran la norma.

Hace 100 años (en 1907 para ser exactos), los terratenientes griegos ordenaron el asesinato de Marinos Antypas, un activista que estaba organizando a los campesinos sin tierra de Tesalia. Tres años después, la batalla entre los campesinos y las autoridades de Kileler en Tesalia se convirtió en el gran hito de la emancipación de los campesinos griegos.

Pero las luchas de los trabajadores griegos no se limitaban a Grecia. Ilias Spantidakis, originario de Creta, conocido como Louis Tikas en Estados Unidos, se hizo un hueco en la historia del movimiento obrero estadounidense, al dirigir una gran huelga entre los mineros de carbón de Colorado. El 20 de abril de 1914, fue asesinado junto a unos 18 trabajadores en huelga, a manos de la milicia que servía los intereses de los propietarios de las minas. Los griegos han luchado en todo el mundo por los derechos humanos. En Sudáfrica, el abogado George Bizos sigue estando al frente de la lucha ante la justicia: defendió a Nelson Mandela en su juicio de 1963 a 1964 y también ha representado a las familias de los mineros asesinados por la policía en una protesta el año pasado.

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Grandes carencias

En los últimos años, los trabajadores extranjeros han mantenido activa la producción griega, a menudo sufriendo grandes carencias. Tienen derecho a unas condiciones laborales humanas y a recibir un sueldo digno, en lugar de estar a merced de patronos brutales y un Estado indiferente, que ni les protege ni castiga a los que cometen crímenes contra ellos.
Para honrar aquello de lo que nos hemos enorgullecido en el pasado, todos, desde los agricultores, hasta la policía, los jueces y especialmente nosotros, los ciudadanos, debemos recuperar el país de las manos de bárbaros que viven impunemente entre nosotros.

Reacciones

Contra la “mafia de la fresa”

Ta Nea informa de que la policía griega detuvo a tres capataces de una explotación de fresas de Manolada, en el Peloponeso, acusados de herir de bala el 17 de abril a una treintena de inmigrantes temporeros que reclamaban seis meses de retraso en el pago de salarios.

El tiroteo provocó un “clamor de protesta contra la mafia de la fresa”, tal y como lo titula Ta Nea: los llamamientos al boicot de las “fresas ensangrentadas” comenzaron a circular por Internet, una vez que se tuvo noticia de los métodos que emplean las empresas agrícolas de la región: explotación y violencia psicológica y física contra los temporeros sin papeles, la mayoría de Bangladés, que se encuentran alojados en barracones improvisados por 20 euros al día, si es que los capataces no los entregan a la policía para ahorrarse el salario.

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