Berlín, septiembre de 2010. Un pelotón de la guardia de honor de la Bundeswehr.

Adiós a las armas

La crisis obliga a los Estados europeos a realizar recortes sin precedentes en los presupuestos de Defensa. Como resultado, los ejércitos de los diferentes países se encuentran cortos de hombres y de medios. Una situación que amenaza la superioridad tecnológica de Europa y la seguridad de sus ciudadanos.

Publicado en 25 octubre 2010 a las 15:01
Berlín, septiembre de 2010. Un pelotón de la guardia de honor de la Bundeswehr.

Tras ser durante siglos la caserna del mundo, la primera potencia hegemónica y finalmente el campo de batalla mundial, la Europa del “poder blando” descubre el discreto encanto del adiós a las armas, sobre todo por efecto de la crisis económica. La crisis da sablazos a los presupuestos de defensa, manda a casa a los regimientos más gloriosos, desmantela algunos navíos y portaviones, cierra numerosas bases militares y deja en el armario a un gran número de tanques y aviones.

La voz de alerta llegó en primer lugar —como siempre— del otro lado del Atlántico. En vísperas de la cumbre de la OTAN en Lisboa, destinada a promover en noviembre el “nuevo concepto estratégico” de la Alianza, Estados Unidos se muestra preocupado por la actitud de los europeos, que cada vez gastan menos en Defensa.

Esta vez, sin embargo, los responsables europeos comparten la preocupación de los americanos ante el creciente desarme del Viejo Continente. “Mientras Estados Unidos continúa destinando importantes recursos al sector de la Defensa, los gastos militares de los europeos no llegan al 2% del PIB, el nivel que se habían fijado”, reconoce el almirante Giampaolo Di Paola, que trata de contener los efectos de la carrera del desarme desde sus funciones de presidente del Comité Militar que agrupa a los jefes de Estado Mayor de la OTAN.

El curso del desarme

Nos encontramos ante una paradoja cuando menos sorprendente: Europa nunca ha gastado tan poco en sus fuerzas armadas, en el momento mismo en que éstas se hallan más desplegadas desde la posguerra. Decenas de miles de soldados se encuentran actualmente destinados a Afganistán, el Líbano, los Balcanes y diversas misiones en África. Se trata de una carga económica muy pesada para Europa. La crisis financiera, seguida de la crisis de las deudas públicas, ha obligado a los europeos a tomar una serie de medidas draconianas de reducción de los gastos militares.

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En 2002, todos los países miembros de la Alianza Atlántica se pusieron como objetivo destinar cada año “por lo menos” un 2% del PIB a la Defensa. En 2009, sólo Grecia (3,1%), Albania (2,0%), Francia (2,1%), Reino Unido (2,7%) y Estados Unidos (4%) cumplieron con su compromiso, contrariamente a Italia y Alemania (1,4%), y a España (1,2%). El próximo año, es posible que Estados Unidos sea el único país que supere la tasa del 2%. Las primeras medidas de austeridad fueron adoptadas al día siguiente de la crisis de Wall Street.

El primer ministro británico,David Cameron, acaba de anunciaruna reducción de los gastos militares del 8% para los próximos cuatro años. Londres se dispone a renunciar a su único portaaviones actual, l’Ark Royal, en espera de que se construyan los dos nuevos previstos, y reducirá considerablemente su pedido del nuevo caza americano JSF. El programa nuclear de los submarinos Trident se mantiene, pero la Royal Navy está en plena reestructuración. En conjunto, el sector de la defensa perderá 42.000 puestos de trabajo entre ahora y 2015.

En cuanto a Francia, ha confirmado el cumplimiento de sus compromisos presupuestarios para este año. Sin embargo, los especialistas del ejército esperan un recorte severo para 2011. Los franceses y los británicos tienen preparados unos acuerdos que les permitirán gestionar conjuntamente, compartiendo todos los gastos, tanto el arsenal nuclear como los nuevos aviones de transporte militar Airbus A400. Alemania, que está pasando actualmente de un ejército de leva a uno profesional, con la consiguiente reducción de los efectivos y aumento de los gastos, se prepara a su vez para reducir sus gastos militares.

El nuevo gobierno de Holandaha anunciado ya que renunciaba a la compra de JSF. Italia también se ha estrechado el cinturón en materia de armamento: ha decidido abandonar el programa SAC de la OTAN (Strategic Airlift Capabilities), que preveía la adquisición y el uso compartido de aviones de transporte militar C130, y ha encargado 25 aviones de cazas Eurofighter menos de los previstos.

Un peligroso efecto bumerán

Todos los especialistas coinciden al menos en un punto: a pesar de las reducciones presupuestarias, ningún país ha reducido hasta el momento los sueldos de los soldados enviados en misión a Afganistán o a otros lugares del mundo. En este terreno, sin embargo, las restricciones también se dejan sentir. Si el año pasado los europeos respondieron dubitativamente a la demanda americana de enviar un suplemento de 10.000 hombres a Kabul, no es sólo por indecisión política sino por razones meramente financieras.

El desarme parcial de Europa no ha repercutido de momento en el terreno de la seguridad. Los europeos tendrían dificultades ahora mismo para lanzar una importante operación militar si estallara una crisis… El proyecto de enviar una fuerza de pacificación a Somalia fue descartado no sólo por razones políticas, sino también por falta de medios. Y el envío de una fuerza de interposición en el caso de un acuerdo de paz en Oriente Medio no sería posible sin alterar los presupuestos de Defensa.

El almirante Di Paola afirma que “en otras regiones del mundo asistimos al surgimiento de importantes programas de desarrollo de armamento. Nuestra superioridad tecnológica corre el peligro de desaparecer en poco tiempo. La superioridad cualitativa debe ser preservada a cualquier precio, aunque ello implique sacrificar en parte el aspecto cuantitativo”. Así, las medidas de reducción presupuestaria repercuten una vez más sobre la economía y la competitividad del “sistema Europa” más que sobre su seguridad. Amenazan con provocar además un peligroso efecto búmeran, en un momento en que Europa en conjunto lucha por poner en marcha otra vez la máquina del crecimiento económico.

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