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Cuestión de cubrirse más o menos

Burka en Francia, hiyab en Bélgica: el debate sobre la prohibición o no de ciertas vestimentas islámicas está de nuevo a la orden del día en Europa. Pero, a la luz de las diferentes situaciones nacionales, la prensa europea se pregunta sobre la necesidad de legislar en la materia.

Publicado en 25 junio 2009 a las 17:59
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El debate sobre el burka, la prenda que cubre completamente el cuerpo y el rostro de algunas mujeres musulmanas, ha vuelto a la actualidad francesa de la mano de André Gerin. El pasado 17 de junio, el diputado comunista presentó una propuesta para que se cree una comisión de investigación sobre el uso del burka y del nikab —que cubre todo el rostro excepto los ojos— en Francia. Algunos días después, Nicolas Sarkozy afirmaba en Versalles, ante diputados y senadores, que “el burka no es bienvenido en el territorio francés”.

En las páginas de The Daily Telegraph, Cassandra Jardine se pregunta qué ocurriría si la reina de Inglaterra declarase ante la Cámara de los Lores y la Cámara de los Comunes que “el gobierno desea la prohibición del burka”, un hecho poco probable en una sociedad que tolera la exhibición de símbolos religiosos, pero que algunos musulmanes acogerían favorablemente. Taj Hargey del Centro Educativo Musulmán de Oxford aplaude la iniciativa del presidente francés: “La creencia de que la mujer musulmana tiene la obligación de cubrirse la cara es una idea que promueven los fanáticos”. Otros musulmanes se muestran, por el contrario, escandalizados y se preguntan si Nicolas Sarkozy ha hablado con un musulmán alguna vez. También se preguntan por qué Sarkozy arremete contra una prenda que utilizan menos del 5% de las mujeres musulmanas. Ahmed Versi, periodista de Muslim News, señala que cuando el ministro laborista Jack Straw se declaró contrario a que las mujeres se cubriesen el rostro, más y más musulmanas adoptaron el velo para llevarle la contraria.

En Francia, parece que hay un acuerdo sobre la necesidad de estudiar la naturaleza de un fenómeno que choca con la sociedad y la cultura francesas, pero hay quien cuestiona que sea oportuno legislar al respecto. Hassan Safoui, miembro de una asociación que defiende el uso del velo en los colegios, plantea una pregunta desde las páginas de Le Monde: “¿Cómo distinguir entre quien lleva el burka por obligación y quien lo hace por decisión propia?”. En algunos lugares públicos como los ayuntamientos, las estaciones y los bancos puede prohibirse el uso del nikab o del burka pues imposibilitan la identificación. Ahora bien, ¿se puede regular la vestimenta en la calle sin apuntar directamente a los musulmanes?

En Bélgica, el caso de Mahinur Özdemir —la primera diputada en lucir el velo islámico en el Parlamento de Bruselas— y la propuesta del Ministerio de Justicia para autorizar a las funcionarias a que lleven velo han reavivado la polémica sobre los símbolos religiosos y la neutralidad del Estado. Michel Konen, redactor jefe deLa Libre Belgique, compara la situación con la que se vivió en Turquía en 1999: una diputada turca no pudo asumir su mandato tras acudir al Parlamento llevando el velo. Konen plantea la siguiente pregunta: “¿Hemos de ser menos severos en Bruselas, en el 2009, que en Turquía con respecto a los diputados que pretenden exhibir en el hemiciclo símbolos distintivos de sus creencias religiosas?”. “Desde hace dos siglos, los Estados occidentales separan, con acierto, el poder espiritual del poder temporal. Así se garantiza, además, la libertad de expresión. Precisamente porque los valores democráticos son fuertes, no nos debe asustar que una diputada manifieste sus creencias en el parlamento, un lugar donde pueden y deben expresarse libremente todas las opiniones, incluidas las religiosas”.

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En Flandes, el debate está servido desde que un instituto de Amberes prohibiese llevar el velo o cualquier símbolo religioso a la vista el próximo curso. “El problema es que eliminar un derecho conlleva, además, la desaparición de otro. Si se prohíbe llevar velo, se elimina también el derecho a no llevarlo, porque el derecho se convierte en obligación y viceversa”, escribe enDe Standaard Rik Torfs, profesor de derecho religioso de la Universidad de Lovaina.

Mayrem Almaci, diputada federal ecologista, cree quela presión que sufren las jóvenes musulmanas no disminuirá con la prohibición: “afectará a otras cosas como el largo de las faldas, los peinados o el maquillaje (...) En vez de tomarla con las ‘víctimas’ sería más razonable que los colegios y la sociedad se enfrentasen al problema de la conducta de los chicos”.

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