Noticias Adhesión de Croacia (6/6)
Dubrovnik, junio de 2013. Foto de la serie "Adhesión, la gran ilusión", realizada por Eloisa d'Orsi para Presseurop.

“Aquí estamos otra vez”

Es cierto que la Unión Europea atraviesa una crisis económica que debilita la confianza que tienen los pueblos en ella. Pero para un país con un pasado de guerras y regímenes autoritarios, adherirse a la UE es ante todo entrar a formar parte de una comunidad de valores y de progreso.

Publicado en 30 junio 2013 a las 16:04
Eloisa d'Orsi/Presseurop  | Dubrovnik, junio de 2013. Foto de la serie "Adhesión, la gran ilusión", realizada por Eloisa d'Orsi para Presseurop.

Valores humanos comunes: ese es el sentido de la UE. La paz, la libertad individual, el rechazo a la violencia, el arte del compromiso, el Estado de derecho... Son esos valores los que enmascara la situación caótica en la que se encuentra Europa actualmente. Sin embargo, incluso el caos político no ha podido hacer sombra a la voluntad expresada libremente por los pueblos europeos: vivir en paz según unas reglas comunes que garanticen la paz y los derechos humanos.
¿Suena a lenguaje estereotipado? Recordemos lo siguiente: ¿cómo ha vivido Croacia hasta ahora? ¿Cómo vivía bajo el Imperio Austrohúngaro? En dicho Imperio, los croatas tenían poco poder de decisión, al igual que sucedía en el reino de Yugoslavia. Aunque parecía una democracia, no era sino un Estado policial proserbio. ¿Y a qué se parecía el Estado Independiente de Croacia (NDH) que existió de 1941 a 1945? Era un Estado basado en el genocidio (de judíos, serbios, gitanos y comunistas), el racismo y el chovinismo.

Un pasado dolouroso

¿Y qué decir de la República Federal Socialista de Yugoslavia? Oficialmente era un Estado federal, pero en realidad era una versión "ligera" de una dictadura comunista, un país sin libertad de expresión y sin libertad para vivir como se eligiera. ¿Y la Croacia de Tudjman [1989-1999]? Oficialmente democrática, en realidad era una "democtadura" nacionalista, un Estado basado en el saqueo de sus propios ciudadanos, el disimulo de crímenes y la tolerancia hacia el discurso del odio. Ninguno de estos Estados tenía como principio activo la paz y los derechos humanos.
Para los Estados miembros, estos principios son sus fundamentos. La Unión Europea es la primera comunidad política que ha logrado abrir las fronteras, reconciliar y unificar a los países democráticos con el fin de crear un ideal común basado en la libertad de las personas y la paz de las naciones. Basta con acordarse de lo que sucedía en los Balcanes en los años noventa, así como de la Europa de entonces, para darse cuenta de que Croacia ha hecho una buena elección.
Por ello, no hay sacar conclusiones precipitadas teniendo en cuenta únicamente nuestro monedero. La pobreza es una amenaza independiente de la UE. Si Croacia se quedara fuera de la UE, sería aún peor. Paradójicamente, Croacia, al ser miembro de la UE, será menos dependiente de ella de lo que era hasta ahora: la lección aprendida con el contencioso sobre la bahía de Piran es la mejor prueba de ello. El dinero no es lo que importa, sino la paz y la libertad. Vaclav Havel, que sabía resaltar los desafíos imposibles de la política, declaró una vez: "Europa no se resume con el precio de un saco de patatas". Esta frase tiene mucho más sentido en los Balcanes, donde jamás hemos tenido la costumbre de insistir en los valores. Es algo comprensible, pues nos hemos sentido engañados en demasiadas ocasiones. Aquí estos ideales se han utilizado para engañar al pueblo.

Un renacimiento

Pero por fin ha llegado la ocasión de cambiar todo eso. Al aceptar las normas de la UE, tomamos la decisión de rechazar "lo arbitrario". Es importante tener suficiente confianza en nosotros para aplicar por nosotros mismos los valores que hemos elegido. En el futuro ya nadie podrá emprender una guerra contra otro país, esgrimiendo el argumento de hacerlo por el bien de la nación. Ya nadie podrá ocultar los crímenes poniendo como pretexto que es mejor así. Ya nadie podrá basar su política en el simple hecho de que "su mujer no es serbia ni judía" [declaración de Tudjman]. Y sobre todo, ya nadie podrá cambiar las normas según su conveniencia, que es precisamente lo que está comprendiendo el primer ministro croata Milanovic.
A partir de ahora, sabemos qué es aceptable y qué no. Por ello, en este momento importante y solemne, dejémonos llevar por el entusiasmos, aunque sin bajar la guardia. Recordemos ese brindis, lleno de melancolía, pronunciado por el gran poeta Ivan Lovrenovic en 2004, durante la reapertura del Stari Most [Puente Viejo] de Mostar: "Mientras vuelen las golondrinas que juegan con el viento bajo los arcos del puente, propongo un brindis: aquí estamos otra vez”.

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