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La reforma en profundidad de la administración pública es urgente y es una prioridad para el país. La evaluación de las estructuras y de las personas, así como su movilidad, deben constituir instituciones permanentes para el funcionamiento del servicio público.
Así es como únicamente construiremos un Estado moderno, productivo y eficaz. Y esto se aplica a todas las reformas. Porque si se hacen en beneficio del pueblo griego, deben tener una repercusión positiva. Pero como a veces se llevan a cabo de modo desordenado, generan desconfianza en un pueblo que debería apoyarlas.
Tomemos como ejemplo el procedimiento de cambio realizado en la función pública. El primer objetivo es, por ejemplo, el despido de 15.000 funcionarios. Para no ofender a la opinión pública, se habla de evaluación, de movilidad, aunque el objetivo es el que ya conocemos: ¡los despidos! Es una visión simplista de la institución, que crea desconfianza y un clima político y social negativo, cuando la modernización es tan necesaria.
No subsanan los errores cometidos
Sobre todo porque el "procedimiento de urgencia" se ha llevado a cabo sin que se produzca un beneficio estructural. Por lo tanto, en realidad se menoscaba un procedimiento muy serio, porque la troika sigue presionando con sus extrañas obsesiones ideológicas. Ahora bien, el riesgo de un procedimiento así es que corre peligro el funcionamiento de los ayuntamientos, de los colegios, de los hospitales y otros servicios públicos. La gestión de las reformas que deben realizarse es un elemento fundamental para que las propias reformas tengan éxito. Resulta difícil aplicar reformas teniendo en contra a casi todo el mundo. Ya hemos sido testigos de la mala gestión en el cierre de la radio-televisión pública. Ahora, los miembros del Gobierno se apresuran y no llegan a subsanar todos los errores cometidos.
Por desgracia, en los tres años y medio que acaban de transcurrir no hemos dejado de escuchar la retórica de "la reforma", que el funcionamiento del servicio público es cada vez peor y que los ciudadanos son los que pagan las consecuencias. Y todo esto hace que los ciudadanos desconfíen aún más...
Visto desde Madrid
“Una secuencia perversa”
El acuerdo para conceder un nuevo tramo de ayuda por valor de 6.800 millones de euros para Grecia no es sino una "espiral reincidente", recoge El País. Para el diario español:
Sigue la secuencia Grecia-UE: incumplimientos, nuevos compromisos y desembolso de la ayuda. Ese reiterado guion consta de tres pasos. El primero es la constatación por parte de la troika del incumplimiento de las condiciones pactadas con el Gobierno intervenido. Le sigue el compromiso de este de compensar las tareas inconclusas, con otras medidas —ya recortes, ya reformas, ya ambas cosas— o con una modificación del calendario, al objeto de liberar el tramo pendiente de la ayuda comunitaria. [...] Pero que nadie esconda la realidad subyacente a esta perversa secuencia: los países rescatados se ven sometidos a una presión tal que incentiva su tendencia a incumplir (Grecia) y/o provoca estallidos de los Gobiernos que asumen los recortes (Portugal, estos días).Todo ello se conjuga con una grave incoherencia por el lado de quienes suministran las ayudas: mientras mantienen la austeridad exigida a los rescatados —si acaso con alivios esporádicos en su calendario—, concluyen cada vez más, como el FMI, en que la austeridad recabada no hace sino agravar los problemas.
