Parece que los ministros de finanzas en Europa no van a tener vacaciones. Acaba de finalizar la reunión del Ecofin y ya están en pleno apogeo los preparativos para la reunión de los ministros de Finanzas del G-20 que se celebrará los días 19 y 20 de julio en Moscú. Las iniciativas políticas destinadas a la estimulación del crecimiento económico global son los aspectos prioritarios del orden del día de la reunión.
Bloomberg News ha tenido acceso en exclusiva a extractos de unos documentos de planificación para la reunión del G-20 que se han redactado en la Unión Europea. [[Estos documentos adoptan un tono especialmente agresivo hacia Estados Unidos, Japón y China.]] “La ausencia de un plan de recuperación presupuestaria creíble a medio plazo en Estados Unidos supone un importante riesgo para la recuperación global”, advierte el documento de la UE, que además insta a Estados Unidos a “ser más serio a la hora de afrontar su presupuesto y los retos que les plantean sus deudas[a]”.
La UE levanta un dedo recriminatorio
El documento de la UE incluye el siguiente mensaje para Japón: “Esperamos que Japón elabore un plan de consolidación presupuestaria creíble, que preste suficiente atención a las repercusiones de su política anti-deflación en los mercados financieros domésticos y extranjeros[b]”. Por último, según el documento de la UE, China debe “acelerar las reformas estructurales” y equiparar su tipo de cambio a la realidad del mercado.
Lo que daríamos por ser una mosca en la pared de Moscú para ser testigos de la respuesta de los países a los que van dirigidas las críticas de la UE. Si los polémicos documentos realmente llegan a la mesa de negociación, los representantes de la UE deberán estar preparados para recibir una respuesta insidiosa. A pesar de la innegable lógica tras las recomendaciones que realiza la UE, el hecho de que Europa es la que sermonee se recibirá con desdén.
La crisis del euro está lejos de acabar
En concreto, las autoridades del Gobierno francés proclaman con orgullo que la crisis del euro ha llegado a su fin. Y eso, evidentemente, es un disparate total. Portugal, Grecia y Chipre se enfrentan a una catástrofe social y lo más seguro es que necesiten más ayuda antes de que acabe el año. El Gobierno de Letta en Italia parece desmoronarse y estar paralizado al mismo tiempo. El Gobierno de Hollande en Francia es bocazas y pasivo a partes iguales. Los bancos en España se basan en carteras tóxicas, mientras que el estado del sector financiero en Francia, Alemania y Países Bajos da motivos de preocupación.
De hecho, las soluciones estructurales para combatir la crisis del euro no están funcionando. Y para empeorar las cosas, el continente europeo, excepto unos pocos países, aún intenta solventar el problema con impuestos más altos y un ambiente empresarial hostil. La envejecida población generará un tsunami de costes, lo que producirá déficits presupuestarios aún mayores. Esta Europa está leyendo la cartilla a los demás. No es en absoluto una acción inteligente. Lo único que queda por saber es cómo será la respuesta que le darán las otras tres potencias: ¿displicente o implacable?