"Tienen suerte, llegamos justo a tiempo". En la isla: el primer ministro irlandés Brian Cowen.

Un rescate amargo

Entre 80.000 y 100.000 millones de euros. Aún se desconoce la cantidad del plan de ayuda que han acordado el 21 de noviembre Irlanda, la Unión Europea y el FMI. Ahora se plantea una pregunta: ¿es la decisión correcta? Los diarios Corriere della Sera y Frankfurter Allgemeine Zeitung responden.

Publicado en 22 noviembre 2010 a las 14:00
"Tienen suerte, llegamos justo a tiempo". En la isla: el primer ministro irlandés Brian Cowen.

A favor: Un decisión acertada, aunque tardía

El 21 de noviembre, los países de la eurozona lograron definir una posición común con los demás miembros de la UE y con el FMI para evitar el impago que habría amenazado el futuro de la moneda única. Ante la crisis de la deuda privada irlandesa, que amenaza con arrastrar las finanzas del país, se va a utilizar el fondo de estabilización creado la primavera pasada para afrontar la crisis de la deuda griega.

Las condiciones y la cantidad de este nuevo plan indican que, al igual que en el caso de Grecia, se ha llegado a una solución cuando el país estaba al borde del precipicio. De este resultado se deducen dos aspectos optimistas y una preocupación para aquellos que se interesan por el destino del euro y desean una mayor coordinación entre los Estados miembros para su refuerzo y su crecimiento.

El primer motivo para ser optimistas es que, a pesar de los puntos débiles de las instituciones europeas y los tropiezos políticos, en el último momento los países europeos líderes y las instituciones internacionales logran identificar salidas razonables con los gobiernos que se encuentran en medio de la crisis. El segundo aspecto positivo es que, aunque tengan una forma errática y confusa, estas soluciones constituyen progresos en la creación de dos elementos indispensables en una solución más estable y estructural de las crisis internas en la Unión Monetaria: una coordinación fiscal más sólida y una vigilancia financiera más integrada.

Sin embargo, estas dos razones para ser optimistas no pueden ocultar un elemento que vuelve a surgir sistemáticamente: las soluciones europeas llegan tarde y tras recorridos desgarradores que dejan huellas.

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Además de aumentar los costes financieros y sociales de cada maniobra de ajuste, este elemento indica que muchos dirigentes nacionales no llegan a transmitir a sus electores lo que debería ser evidente: sin una zona económica e institucional integrada, todos los países de Europa continental, incluidos Francia y Alemania, en una decena de años estarán condenados a desempeñar una función secundaria con respecto a las grandes potencias asiáticas y americanas.

Ante una situación tan estratégica, en lugar de plantear desde la óptica política exclusivamente interna un "castigo" a los Estados miembros menos virtuosos y a los inversores imprudentes, sería preferible que Angela Merkel y sus adversarios se esforzaran para convencer a la clase media alemana de que su bienestar futuro está estrechamente vinculado al destino de Europa y que, por ello, su fuerza económica debe traducirse en una fuerza político-institucional al servicio de una construcción europea de cooperación.

Marcello Messeri, Corriere della Sera

En contra: Una ganga más para los bancos

Josef Ackermann se ha convertido de repente en hombre de Estado. En los últimos días, el director ejecutivo de Deutsche Bank está realizando una gira por Bruselas para visitar al presidente de la Comisión Europea, al presidente del Consejo Europeo y al comisario responsable del mercado interior [Michel Barnier]. "Europa debe protegerse en su conjunto y no ser víctima de los planteamientos económicos a corto plazo", declaró.

Cuando un suizo, director de Deutsche Bank, profesa tal amor hacia Europa, conviene ser prudentes. El mensaje de Josef Ackermann es claro: los países europeos deben aportar su ayuda financiera a Irlanda. Sería trataría de un fondo de entre 50.000 y 100.000 millones de euros, procedentes de la Unión Europea y del Fondo Monetario Internacional (FMI). Y aunque Ackermann no lo diga claramente, cuando se analizan sus declaraciones, está expresando otra cosa: al ayudar a Irlanda, Europa ayudaría también a los bancos alemanes, los segundos mayores acreedores de Irlanda después de Reino Unido. Los bancos alemanes han concedido más de 100.000 millones de euros en créditos a Irlanda, de los cuales cerca de 40.000 millones de euros han ido a parar a bancos irlandeses. Es cierto que sucedió en una época en la que Irlanda era el casino favorito de Europa.

La crisis financiera vuelve a lugar donde empezó: al entorno de los bancos. El descaro de estos últimos es cada vez más evidente. Cuando se produjo la quiebra de Lehman Brothers, se justificaba el salvamento de los bancos con dinero público, pero actualmente se trata de evitar cualquier posible crisis que se tenga que subsanar con dinero de los contribuyentes. Así los bancos no tendrían que cubrir el riesgo por el que sin embargo hacen pagar intereses importantes: el riesgo de que se produzca una situación de crisis que haga que al deudor le resulte imposible cumplir con sus compromisos. Esto es lo que saca de sus casillas a los economistas.

Para Hans-Werner Sinn, director del Ifo Institut de Munich, "existe una alianza entre la Unión Europea y los bancos alemanes a favor de un plan de ayuda para Irlanda". Sin embargo, está claro que Irlanda no necesita la ayuda. El PIB por habitante es un 20% superior al de Alemania y el nivel de endeudamiento sigue siendo controlable aunque se agrave. "Irlanda no está en una situación de quiebra". En realidad, son los bancos los que han exagerado la situación para obtener lo que querían a nivel político. "Siempre ocurre lo mismo. A la larga es una situación que cansa".

Una vez más, los bancos alemanes logran hacer un buen negocio. Los responsables políticos les siguen el juego y no sueltan prenda sobre los bancos. Los planes de rescate destinados a los bancos ya nos son muy populares desde el realizado sobre Hypo Real Estate y sus consortes. Es más sencillo vender la solidaridad con Irlanda que la solidaridad con Josef Ackermann. Los banqueros usan y abusan de la retórica solidaria, invocando al fantasma de las reacciones en cadena y del efecto dominó tras Irlanda.

Stefan Homburg, especialista financiero en la Universidad de Hanover, está convencido de que estos temores son exagerados. "No se trata de la supervivencia de los bancos alemanes, sino de evitar pérdidas de valor", explica. En su opinión, hace ya tiempo que los grandes banqueros son más poderosos y más inteligentes que los responsables políticos.

Durante la crisis, compró acciones del Deutsche Bank, cuyo valor aumenta con cada plan de rescate. "Esta plusvalía compensará los impuestos complementarios que tendré que pagar por el rescate de los bancos".

Lisa Nienhaus y Christian Siedenbiedel, Frankfurter Allgemeine Zeitung

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